Terminan con el Maratón las Olimpiadas.
Esa tropa de famélicos atletas dejándose el resuello y la salud sobre el
pavimento, en memoria del mítico Filípides,
primer maratoniano de la Historia, para cumplimentar corriendo la distancia
inhumana, sólo por comunicar al mundo la victoria, qué victoria, Filípides. ¿Conoces, lector, un solo maratoniano famoso? La celebridad es
glasé y píxeles de oropeles solo al alcance de los velocistas, tan macizos
ellos, tan fotogénicos, tan sobrados de arrumacos para las masas adoradoras.
Como los Actores, como los Escritores más renombrados y exitosos.
Los maratonianos se conforman con
llegar a la meta y casi morirse allí. Es lo suyo correr por correr y nada más
que correr, a ratos radiantes y como sin esfuerzo, a ratos amargos y con
punzadas de flato, el irse poco a poco
licuándose en su propio sudor, en su propio dolor, hasta quedar en los huesos
al fin. Una maratón es toda una alegoría barroca de la existencia humana.
¿Te has fijado, lector, que a
veces les dan a los maratonianos, exánimes como supervivientes de una
catástrofe al llegar a la meta, unas mantas térmicas similares a esas
brillantes en las que envuelven a los fallecidos en los accidentes? Y sin embargo se sospecha también al verles,
tan perseverantes a pesar de todo, tan obstinados, que encuentran ellos su
verdadero premio, el que colma su corazón generoso y ensanchado por el propio
esfuerzo, sencillamente en eso, en correr, en ir con sus pasos cubriendo y
midiendo tantas distancias como sus cuerpos menguantes les permitan.
La soledad del corredor de fondo, cuántas veces se habrá dicho, y con
qué profunda verdad no obstante. Bueno, a veces gente también sencilla y nada
glamourosa se detiene un instante, corre un tramo con ellos y les anima a su
paso. Así quiero yo el blog, lector. Escribir, escribir la vida que encuentre a
mi paso, escribir. Escribir con los dedos y sobre el Aire, sobre este aire
ciberesférico, tan alto y tan bajo a la vez, que no alcanza a ser jamás Viento
que en sus alas te lleve. Escribir sin esperar ya nada. Y menos que nunca en Agosto, en vacaciones, cuando Todo convoca a cualquier ventolera
urgente que no sea la árida escritura.
Post/post: gracias a hawai05, a Tecla, a MAMUMA, a Hacia el colapso, a Winnie0, a NVBallesteros, a misael, a Euclides, a Isac Ramón, a Josevi Oliver por hacer más redondo este blog, por bloguear ayer a mi lado, GRACIAS .
Bonito texto, inspirado y real. Ahora bien, permíteme que te diga: las generaciones actuales ya se están apartando definitivamente de lo que es comprender la letra de una canción de Led Zeppelin o de la aventura que es ir, sin móvil ni puñetero portátil, a contemplar una puesta de sol, no al Cabo de San Vicente, sino a la terraza gatuna de su casa, si es que hay.. gatos y terraza. Es una grandísima lástima, pero estamos asistiendo irremediablemente al cambio artificial forzado por la estulticia, de lo que nada cambia: la esencia humana. La treintañera Llúcia Ramis lo ha vaticinado en "Egosurfing": ya nadie sabe respirar sin interné. Y lo peor es que se desconoce y maldice la crítica a la mayor. Un mundo feliz de mediocres que pasan invariablemente del mono de mojito contemplativo al mono de medalla de oro eugenésico, que no de vulgar apagafuegos anónimo, si remedamos al ciclotímico Reverte. Lástima de haber llegado a este punto sin retorno.
ResponderEliminarSaludos.
No hay que esperar nada que nunca llega, pero tienes la recompensa de la lectura de los que estamos en el red. Saluddos
ResponderEliminarlarga vida a su blog Antonio saludos desde Buenos Aires
ResponderEliminarusted es todo un maratonista de las letras, CAMPEÓN mundial...Hace muxos años que no corro atrás ni al lado de nada, todo cambia...Besos :)
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