domingo, 30 de septiembre de 2012

La Noche del Terremoto




      Esa oscura noche del día en que la Señora llegó, y con ella el terremoto que asoló mi blog, tenía yo que jugar, al lado de Javier, mi compi del padeleo, el partido inaugural de la temporada en nuestro club suburbial. Teníamos que empezar, pues, a defender la medalla de la alta dignidad que a lo largo de tres años habíamos alcanzado: nuestro 107 puesto en el ránking. (ver relato blog 3-9-12) Te confieso, lector, que tras atravesar el caudal de la terrible tarde zarandeado de un extremo a otro por los más opuestos sentimientos hacia mí mismo –qué hacer, que diría Lenin, yo sabía lo que sabía, y qué- a esas horas me encontraba del todo abatido. Sin arrestos siquiera para tratar de disimular ante Javier.
   -He tenido un pésimo día, tío… estoy cansado… Como si se me hubiese venido encima una apisonadora… lo último que me apetece ahora mismo es jugar.
    -Va, José, venga, tío, ya verás como no, ya sabes cómo es esto… cuando empiezas a correr y a sudar, todo el mal rollo del día se olvida y te desfogas en la pista a tope, va, tío, que vamos a ganar, ya verás.
     
    Calentaba luego ya Javier con su acostumbrada energía, mientras apenas ponía yo sobre la cancha, con negra camiseta encima, un trote lastimero. Nos enfrentábamos a dos morlacos de cuidado: el Higuaín, malevo en el juego como solo él, y Rubennigge, coriáceo como una nécora. Empecé de pura pena, claro. Reaccionaba tarde a las jugadas y, falto de concentración, le pegaba fuera de sitio a la bola. El ímpetu y la casta ganadora de Javier no eran suficientes armas ante la machacona contundencia de los adversarios. Palmamos la primera manga, 6-3.
   
    En el cruce de campos, al ir a empezar la segunda, un gesto despectivo del Higuaín –acaso en otro contexto una simple broma- el típico pulgar hacia abajo, me llenó desde la cabeza a los pies de una rabia insólita. Como en un relato plano, achiné los ojos para mirar enfurecido al Higuaín, queriendo lanzarle a la cara dardos, culebras y bromuro a la vez. Ni se inmutó él, claro. No tiene escuela ni nada, aquí, el Higuaín. Creo que patronea un taller de mala muerte, y que se las tiene tiesas con operarios y con clientes al mismo tiempo. Como para asustarle las miraditas de un bloguero con ínfulas. Para más inri empezó entonces a jugar fatal mi compi. Parecía acusar falta de reflejos, un extraño cansancio, o quizás sólo fuera el contagio de mi propia angustia. Éramos pan carcomido...

   Bueno, pues... CONTINUARÁ y finalizará mañana, lector, que no deseo exprimir más tu merecido descanso dominical.
Gracias a CLAVE, a Norma, a Juante, a El Fugitivo, por colaborar conmigo, por bloggear ayer a mi lado, GRACIAS.

5 comentarios:

  1. JAJA Tú exprime exprime que yo estoy dispuesta a seguir sonriendo con tus escritos..... Un beso y buen domingo

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  2. Que mala pinta tiene esto, ooyyy que final mas tenebroso va a tener el partido. Eso si yo ya soy fans de Javier se lo merece...saluditos y feliz domingo..

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  3. Jo, cómo debe ser La Señora, para que provoque tal desanimo en tu persona. Seguro que en un momento del partido te acordaste de ella y arrasa a Higuaín and company. Saludos

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  4. Deseando saber como termino...
    UN ABRAZO!!!

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  5. Bueno pues a ver si leo que le diste en los piños al pipita ese chusco.
    Saluditos.

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