Así es que se allegó la Señora,
omnipotente de resplandores desde la cúspide massmediática, al mínimo predio de
la hormiguita con ínfulas y de tres picotazos se lo asoló. ¿No era del todo
extraordinario acaso que siendo ella tan Poderosa, tan vastos sus pingües
dominios en los que tampoco podría jamás acabar de ponerse un sol, tan enorme
la potencia de su fuego, fuese a reparar en el más insignificante y desconocido
de los insectos, aquel cuyos afanes apenas a cuatro gatos sin nombre constaban?
Y más extraño aún era que, teniendo en cuenta el cúmulo de insultos y de
atrocidades de las que nadie pide cuentas que a diario se cruzaban en aquel casi infinito Campo de Marte, con la hormiguita precisamente fuera a entretenerse.
La irrupción de la Señora
encima de ella sumió a la hormiguita
bajo una desconcertante mezcla de ominosa sombra y de cegadora luz a la misma
vez. Por una parte obligado era para ella el taparse los ojos ante tan soberbia
irradación, el tremendo cañón de luz con que directamente la señalaba. Y por
otra, asimismo forzoso el encogerse ante la descomunal sombra de la bota airada
que encima de ella se aprestaba a aplastarla. Como la gigantesca presencia que
era, la Señora, furiosa, entre los
dedos apresó a la hormiguita y le puso ya de entrada el cartel infamatorio. Ni
rastro, por supuestísimo, de la seducida mirada que el gran King Kong le dedicara a la minúscula –a
su lado, al lado del tamaño de su fuste- rubia de la película.
Enumeró la Señora a la
hormiguita lo muchísimo que su afán de ese día le estaba importunando, el
terrorífico mal que la hormiga le estaba infligiendo, y que no estaba dispuesta
a soportarlo ni un instante más. Ordenó, exigió, allí mismo le imperó. ¡Inmediatamente!
Forcejeó en vano un momento la hormiga. Blandió la Señora sus muy legales y disuasorias armas de tomar venganza, de
crujir insectos, y con ellas la apuntó.
¡Y claro que a la hormiguita, que había oído lo que había oído, le
hubiera encantado de igual a igual vérselas con la Señora Poderosa. Pero dónde se ha visto que estén en condiciones
iguales para contender una hormiga y tan ciclópea presencia. Señora aplastó hormiga, eso fue todo.
(lo único que, antes de ser espachurrada, un instante le quedó a la
hormiga para discernir una patética revancha de las suyas: llevarse a la Señora en romance ante las almenas
de Olite, a ver qué cosa allí entre
ellos dos pasaba)
Post/post:gracias a Cesar, a Asun, a Pilar, a Jaime, a Juante, a Carlos, a Bego, a Clave, a Mamuma, a Manuel Iglesias, a Xad Mar, a Mónica, a Juan Carlos, a Zorrete Robert, a Norma, a Euclides, a Winnie0... ¿no dije que no cambiaría a quienes me leen por nada?, mi desánimo, amigos míos, no es por escribir, que,como puede verse, me encanta, quizás no me expliqué bien... y por supuesto que entiendo que ni todos los días se puede entrar aquí, ni mucho menos comentar, está claro, me pasa a mí lo mismo... así que gracias por estar ahí, por vuestras palabras para mí, por bloggear a mi lado, GRACIAS.
Nunca tamaña masturbación retransmitida en red cual si fuera la red misma había sido tan sublimada.
ResponderEliminarUn secreto: de pequeño, recuerdo que en Chipiona vendían por Navidad unos pastelitos llamados "glorias de Olite". No he vuelto a probar nada mejor en mi vida, "hormigas suben por el árbol" aparte.
Saludos.
Ay , Olvido , las que has liado , difunde el video tu amante y echas la culpa al alcalde del partido rival
ResponderEliminarGran post. Mejor se hormiguita que Señora. Será muy divertido verla en Olite. Saludos
ResponderEliminarGRACIAS A TI!!!
ResponderEliminarPor no caer en el desánimo y seguir escribiendo...
Un placer -SIEMPRE- leerte