Decíamos, a propósito de la balada de
Sabina “Pongamos que hablo de Madrid”, que aquel Madrid que recrea la
canción era ya el de la Movida, si
bien aún no consciente de merecer sobre sí el haz de doradas resonancias
lúdico-artístico-festivas bajo el que más tarde todo aquel despiporre colectivo
se consagraría.
Así lo prueban, creo, la visión amarga y desesperanzada que de la ciudad
la propia letra destila. “…donde el mar no se puede concebir…la muerte
viaja en ambulancias blancas… los pájaros visitan al psiquiatra…hay una jeringuilla
en el lavabo… un agujero queda para mí, que me dejo la vida en sus rincones…”.
Se concebían por entonces las grandes ciudades -en la heterogénea estela
literaria de Arthur Miller, el Poeta
en Nueva York de Lorca, Walt Witman y los escritores hippies,
entre otros- como fabulosos monstruos de la deshumanización, alienantes y
liquidadoras fábricas de los naturales lazos de fraternidad que, en contacto
con la Naturaleza, perviven en la aldea. Cinco millones de habitantes, se
decía, y no conoces el nombre de tu vecino de enfrente. Las ciudades vistas
como nichos de las más espontáneas soledades, destinadas a propiciar
irremediablemente la robotización de todos.
El propio título despectivo de la canción así también lo muestra. Más
explícito aún el clímax de negrura al que la letra nos lleva, anticipatorio de
lo peor, claro: “Cuando la muerte venga a visitarme, que me lleven al Sur donde nací,
aquí no queda sitio para nadie, pongamos que hablo de Madrid”. Aquí, no
queda sitio para nadie, vale.
Llegó luego el marchamo triunfal y oficial, esa Denominación de Origen, el
Madrid de la Movida, y con él… el bussiness, diríamos, la proliferación
de los conciertos y la adoración vertiginosa de las muchedumbres de fans… urbanícolas,
precisamente. El de Úbeda, que las
caza al vuelo, vió la necesidad de cambiarle sobre la marcha la letra al
son, dándole un vuelco del todo absurdo a la canción, y qué más daba, total, si
de agradar al público se trataba. Una manera también, tan cara a cierta
Izquierda, de reescribir la Historia a su antojo. El nuevo colofón resultó
ahora ser: “Cuando la muerte venga a visitarme/ no me despiertes, déjame
dormir/aquí he vivido, aquí quiero quedarme/pongamos que hablo de Madrid. De
Madriii-i-i-id, sí.
(en otra canción de Luis Eduardo Aute
aconteció otro tanto, y donde antes se oía “no aguanto este coñazo de Madrid”,
pasó luego a escucharse, tras la vaselina reparadora, un mucho más grato “no
aguanto este alboroto de Madrid”. En fin, todo esto es tan pueril. ¿O acaso no
lo es?)
Post/post: gracias a Cesar, a Pat.mm, a MAMUMA, a CLAVE, a Mateo, a Vicente Rubio -gracias-, a Mónica, a Carlos, a NVBallesteros, a Anónimo, a PACO GACELA, a La sonrisa de Hiperion por comentar mis ripios, por bloggear ayer a mi lado, GRACIAS.
sabina es un sectario Mateo
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ResponderEliminarSí es pueril. Absurda fue la Movida. ¿Cuántos jóvenes se quedaron en el camino por seguir a esos "idolos" absurdos de la Movida.Saludos
ResponderEliminar24 de septiembre de 20
Chico José Antonio se te ocurren una pedazo reflexiones con cualquier cosita...jaja En serio, buena reflexión a raíz de una canción que a todos nos viene a la boca al hablar de MAdrid Un beso
ResponderEliminarSiempre ocurre que mantenemos una relación de amor-odio con aquellas cosas que nos son más habituales. Y más con las ciudades en donde habita toda clase de fauna.
ResponderEliminarNo soy en absoluto partidario de ninguna movida excesiva, pero permíteme que me dirija a Mónica con todo respeto, para recordarle que por estos lares, en Vilagarciá de Arousa, todo un EQUIPO DE FÚTBOL, cayó, uno a uno a causa de la droga que el propio presidente (Sito Miñanco) se encargaba de hacer circular y con la cual amasó una gran fortuna.Hasta que algún juez, recordado por aquí con igual amor-odio, mandó parar. La droga no nace en los pubs, sino que personas sin escrúpulos la acarrean. Personas para las que la riqueza es su barómetro de éxito y que no se paran en barras a la hora de adquirirla.
Disculpas por la moralina, a veces veo ángeles.
Desde allende los mares y más allá de la ideología de Sabina, me encanta escucharlo. Saludos.
ResponderEliminarme gusta Sabina, y hay temas qoe por ser de aca desconozco pero como aprendo...Besos
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