Hace poco esa fina eminencia gris que
por nombre lleva Alberto San Juan,
cuya Obra de Pensamiento asombrará al mundo entero el día que la inicie, condensó
en términos insuperables el Orgullo de
Casta Lista con que se autopiensa la Intelligentsia progresista. Una de
dos, dijo ese cráneo único, “O eres intelectual o eres de derechas”.
Pues es que, como en un pleonasmo de la melopeica autoconciencia en que
se cuecen, han delirado siempre ellos bajo aquella especie de diktat
que una vez Blas de Otero en una
poema escribiera, y que el mítico Paco
Ibáñez canturreó derramándolo con pena, con mucha pena y voz aguardentosa,
sobre los melones de la Casta Lista
ya para siempre: Nos queda la Palabra. Y qué son ellos sino los casi
monopolizadores de la administración de la Palabra, es decir, de la definición
de la Realidad, de la confiscación que de la misma hacen con sus símbolos y sus
jueguecitos de vocablos que todos hemos de seguir y deglutir, rindiendo
pleitesía de paso así a la autolegitimación elitista de la Casta Lista.
En ese “Nos queda la Palabra”, entendida esta como el refinado excipiente de la creación intelectual y simbólica que vehicula el afán creativo por superar la simple interjección troglodítica, reside
nada menos que el meollo de la hegemonía ideológica, el trasfondo valorativo
sobre el que inconscientemente los ciudadanos enjaretan lo Político, y más allá
de lo Político la vida misma, es decir, la papilla de tópicos que asegura, más
allá de esta o aquella coyuntural votación, el dominio de las conciencias.
La
obsesiva patrimonialización de esa estratégica función ha sido permanente en el
mundo de la Izquierda y al mantenimiento de ese control han dedicado y dedican
el dominio de los resortes decisivos en la Industria cultural: novelas, ensayo,
películas, teatro, canciones, cómics, artes. La Derecha política, que se
complace en ignorar el valor de las ideas, suele con gusto reírle las gracietas
–y hasta rendirse- a esos insignes farautes. ¿No hemos visto al ministro de
Cultura Wert limosnear el plácet
ante el plenario de la Ceja en los Goya con su célebre “Soy uno de los vuestros”? Por eso mismo la estupefaciente melonada
de Alberto San Juan –elige,
intelectual o de derechas, ese trato/truco- suena tan “natural”.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada,
pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)
Se me antoja que ese “O eres intelectual o eres de derechas” debe ser una suerte de menos pedestre pero asaz maniqueo "Cómo es posible que un obrero vote a la derecha" que ayer tarde mantuvo a inefable Progrejuli (Julia Otero para los no avisados) todo el tiempo rallada. Desde que empezó su programa vespertino en la Onda Cero (chusmeta Herrera por la mañana, facha Alsina por la noche y panfleto troskysta por las tardes gracias a la charnega de pega) la hiperprogre no paró de declararse obnubilada por no entender que muchos gays gabachos estén contra el matrimonio gay o que haya currelos que voten pp. Pensé yo: ¿no será que, además del botijo, los toros y el doblaje de las películas, lo que caracteriza al apañolito medio -como Progrejuli- es su irredenta planicie dicotómica mental?
ResponderEliminarTenemos una izquierda mema y panoli más una derecha inane, que solo cree en la productividad de los burger kings. Como para salir corriendo...
Intelectual, sin duda!
ResponderEliminarLa prograsía vive en una eterna insastisfacción. Sus ideas pelean constantemente con sus apetencias y sus principios ¿? con sus intereses. Lo anterior les lleva a estar en todo momento inventando una nueva sociedad y un nuevo orden mundial, y para ello les hacen falta nuevos conceptos de la realidad y nuevas palabras para definirla, entenderse entre ellos y discriminar a los que no las entienden y usan con la naturalidad que ellos lo hacen.
ResponderEliminarEn España, la derecha se dedica a otras cosas... además de imitar a la izquierda.
El Bolinaga de parranda: Zajoy traidor.
Permíteme que no me amargue con disecciones, o tal vez debiera decir con bisecciones, o tal vez no debiera decir nada.
ResponderEliminarLo que quiero es comentar tu post del choque del parachoches. Porque quiero superarte.
Hacía yo el Camino de Santiago y dolorido y contrito y escocido, subo la cuesta para tomarme un bocata en un bar que habían plantado quinientos metros arriba, a quien se le ocurre.Si has caminado,imagina lo que son 500 metros encima de 20 km, enllagado y dolorido. Pido la caña, el bocata y cuando voy a pagar, ni un duro. No me conocía de nada y me daba apuro decirle que tenía que volver al albergue que no tenía ni un euro. Esperé a acabar y el paisano que seguramente adivinó mis apuros me dijo; no se preocupe, hombre, tenga usted diez euros, no vaya a necesitarlos.
Por supuesto no se los tomé, pero los diez euros ya estaban encima del mostrador. Volví a pagar y nunca podré dormir tranquilo por la pena que debí ocasionarle al buen paisano.
Y lo del farmacéutico? Bueno, si quieres leélo en mi blog. Hay gente buena, tío, aunque sea progre.
¿Don Cesar, que tasca es esa?
ResponderEliminarDireción exacta, porfa.
De modo que pides bocata y birra y encima te dan 10 pavos. Ese es jilipolla.
Mis amigos y yo le haremos una visita.
Jajajjaa, como nos vamos a poner.
Que lleva acento cuando pregunta.
ResponderEliminardireCción
¿No se puede sr ambas cosa?, perdón mi ignorancia
ResponderEliminarD. Napo, no conozco el nombre exacto, pero su ubicación está en Bendoiro. Volví a visitarlo para agradecérselo e invitarlo a una birra.
ResponderEliminarTambién podría contarte cosas muy desagradables..¿pero que ganaría con ello..?
Por cierto, olvidé preguntarle al tabernero si era progre o no. Un dato este indispensable...
Bueno en realidad esa frase lo único que hace es favorecer a los de derechas porque quien la pronuncia se pone en evidencia demostrando que es un poco gilipichi.
ResponderEliminarLa inteligencia y la intelectualidad se distribuyen homogéneamente en la masa humana, igual que la estupidez.