Una tarde, hará de ello un mes, zapeando en la tele me encontré, ya
empezada, El último cuplé. La había
visto otra vez, qué se yo, lo menos hace
treinta y cinco años. Y aunque es una peli antigua, desigual, melodramática en
exceso, el propio desparrame de
sentimientos tremendos y alborotados que en la misma rebullen hasta desbordarse,
me arrancó ya entonces, pipiolo en todo, una gran impresión. Sentimental y
carca que ya uno era entonces, qué se le va a hacer. Así es que con ganas me
puse de nuevo a verla.
Me gustaba mucho el que María Luján, en la plena cima del éxito
instalada, con el mundo entero a sus pies, fuera perdidamente a enamorarse,
poniendo en vilo la totalidad de su existencia, de un torerillo desconocido,
que para nada socialmente le correspondía, que en todo la desmerecía. Ella
además le tomaba la iniciativa en su arrebatadora liasson. Esas sinceras
pasiones de puro Amor entre personas
de diferente y extrema extracción social ya no se dan. Se mira ahora con todo
celo el que cada oveja con su pareja bale, el que cada uno con quien por
estrato le corresponde se estabule, sin margen ya para que la fuerza
revolucionaria del Amor aniquile la
distancia social.
Lo vemos a diario: famoso con famosa, deportista millonario con
supermodelo top, ricos con ricos, pobres con pobres. Si alguien nació pobre y
se enriqueció, tiene ya derecho asegurado a una celebritie pindonga, antes que
a una chica buena aunque pobre, pues ya, ay, es que no va a saber entenderle. Más
que nunca ahora, como un efecto no deseado de la legislación sobre divorcios,
es todo material cálculo.
Me cautivaba también con fuerza el que María Luján prácticamente sobre el propio escenario muriera, como
la escenificación de la muerte ideal para todo creador. Eso, que la muerte te
sorprenda desarrollando lo mejor de ti, lo más genuino tuyo. Morir cuando más
grande eres, cuando más tú eres. Me parece eso morir por la puerta grande, si
esto puede decirse. Y Sara transmitía
muy bien esa especie de éxtasis final. Caer un día de pronto fulminado sobre el
teclado del ordenador y puntos suspensivos...
Ahhh, pensé al final del último cuplé, y pensé también ayer al enterarme
de la muerte de Sara Montiel, si
ella, como hiciera la divina Garbo
en el culmen mismo de su Gloria, hubiera hurtado al Mundo para siempre ya la
imagen de su incalculable belleza, cuánto no habría quedado incontaminado y
acrecentado y eterno el misterio increíble de aquella inexplicable hermosura
suya.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
Cuestiona un sistema, una relación entre sociedad e instituciones, la connivencia entre élites políticas y económicas para usurpar la riqueza social y el poder de decisión, la mercantilización de las relaciones humanas y la atomización social. Esa es su grandeza. Los trios de Sara Montiel con Tous son historicos luego alguien se sorprende de que su hijo diga cosas como:
ResponderEliminarMi madre sacó un libro de sexo hace 10 años: "Sara y el sexo". En mi casa siempre hemos sido muy liberales, se nos ha inculcado el tema de sexo, nunca ha habido tabús.
Claro, por eso ahora proliferan las "doctoras" en cualquier cagada universitaria que no se conforman con menos de un "catedrático" en tiestos de mierda. Es esa la "igualdad" a la que querían llegar, ellas. Y Beethoven creo que hasta se enamoró de su sirvienta. ¡Cómo ha cambiado el cuento!
ResponderEliminarSara, hace más que nadie bueno, aquello de que "las personas somos irrepetibles"
ResponderEliminarAmar y querer.
Ya casi no se ama. El Amor es incondicioanl.Es sinti morir. No busca, ni encontraría nunca la unidad de medida que lo cuantifique. También es incualificable.
Querer siempre es con condiciones. Querer es fácil. Tan fácil como dejar de querer.
Aquí se hace realidad "" cada oveja con su pareja"
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