Opinar sobre política en las sociedades
liberales es para muchos relativamente sencillo. Es más, está chupao. Con los
requetesobados tópicos del maniqueísmo más ramplón enseguida queda uno por lo
común como Dios: los Ricos y los pobres, la Dictadura del Capital, los
trabajadores y los empresarios, los egoístas y los solidarios, los Poderosos y
el Pueblo, en fin, los buenos y los malos. Y que Viva la Revolución, claro. Tienen con esas visiones, naifs
por simplonas, para todo y para todos.
Regalan de propina además las mismas una buena autoconciencia a quienes una y
otra vez las enarbolan.
No
quiere con ello decirse que no existan también los respectivos mantras ultraliberales, esgrimidos como
pedradas sin matices, pero por lo general reportan los mismos la antipatía
general, cuando no la ojeriza, a quienes los lanzan. Los liberales en general
son, casi por pre-decreto de las percepciones inducidas por la ley de los
grandes números y los demagogos izquierdistas no menos grandes, enemigos del Pueblo por
definición. Es éste un hándicap incómodo de arrostrar, el sentirte y casi ser de los malos,
no digamos ya si encima tratas además de vender un libro entre las buenas
gentes.
Ocurren luego los sucesos dramáticos, la inacabable sucesión de tiranías y de sangre, las revoluciones y contrarrevoluciones, la
tortuosa complejidad de lo real, como ahora en Siria, en Turquía, en Brasil, en Egipto, y como por ensalmo, quienes tan clarita tienen la lección en
las querellas internas, o en las que afectan a un país capitalista con uno
filochavista, súbitamente enmudecen, miran para otra parte, olvidan su
angustiosa visión de la Política.
En Egipto
estalló la Revolución, esa laica consumación de los Tiempos para el Bien y para
el Pueblo. Sólo dos años después, otra revolución –con golpe militar incluido-
estalla. ¿Dónde están ahora aquellos artículos enardecidos, aquellos poéticos
blogs que tan eufóricos y florales sobre el Pueblo alzado y el fin del Mal declamaban? ¿Quiénes son en estas movidas de hogaño los Ricos y
los pobres, los explotadores
desalmados y los esperanzados solidarios, los de arriba y los de abajo, el Pueblo y el Anti-pueblo? ¿Con quién
en esta guerra vamos nosotros, los buenos, los humildes y mansos de corazón? El
Capitalismo genocida, musita entonces algún rapsoda de esta incontable legión
de abnegadas almas, casi por decir algo.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
Es todo tan complejo como complejo es el ser humano. De lo contrario sería todo muy sencillo. Y aún siendo complicado, podemos aspirar a crear, sea en la imaginación como buenos novelistas, un mundo de justicia. Mientras aspiramos, respiramos. De lo contrario nos asfixiaríamos. Que estamos a punto.
ResponderEliminarclaro, César, aspirar aspiramos casi todos, aunque no sé si a lo mismo. Los que sí parecen precisamente asfixiarse son los de Egipto, Siria, Brasil, Turquía, etc, no crees?
ResponderEliminar¿Ah, pero vamos? Saludos.
ResponderEliminar¿Ah, pero vamos? Saludos.
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