sábado, 27 de julio de 2013

Una historia del Bronx, ahora sí

    


   Y es que la estupenda peli de Robert de Niro, a los veinte años justo de su estreno, conserva intacta, sobre una envolvente peripecia dramática, una más honda propuesta ética. Una historia del Bronx nos atrapa y entretiene con maestría, desde luego, pero además sigue interrogándonos a la postre acerca de los verdaderos valores sobre los que la sociedad y las personas deben orientar sus existencias. Y la  tácita interpelación de la película, hoy en día, tan en vilo como andamos todos con el éxito o el fracaso –la salvación o la condena, el ser y sentirnos ganadores o perdedores- en que angustiados pareciera que debemos obligatoriamente resumir nuestras vidas, acaso resulta más pertinente que nunca.
    
   En un barrio dominado por mafiosos, hay un chaval, Calogero, iniciándose en los entresijos de la vida adulta. Calogero está creciendo, está formándose, y lo hace dividido por un peliagudo dilema moral: el ejemplo vital que de un lado le ofrece la monótona y humilde  honradez de su padre, un simple conductor de autobús, diríase que un perdedor, y la fascinación de lujo, mujeres y vida aventurera que la figura del exitoso gángster al que admira, pone también ante sus ojos.  
     
   La habilidad del guionista anuda ambos mundos cuando, de resultas de la peripecia, el chaval encubre al gángster, ganándose así los regalos y el afecto de éste, a pesar de los reparos morales que sobre la cuadrilla de mafiosetes su padre siempre le opone. El arte del guionista, para que la contraposición de caracteres se cargue de interés dramático, consiste en presentarnos a un padre honesto, trabajador, cumplidor, sin glamour alguno, con una vida ajustada por las estrecheces materiales, casi rayante en su obstinación moral, aburrido e incluso un punto frío en la demostración de los sentimientos de cariño ante su hijo, frente a un seductor gángster, vividor y violento, sin duda, pero que más allá del dinero y de los regalos que proporciona al chico, también le brinda emocional y físicamente verdadero afecto paternal, pues Calogero es también para él el hijo que no tiene.   
    
   Diríase, pues, que el autobusero tiene en esa guerra por el querer filial todas las de perder.  Al final el gángster muere, como es lógico, víctima de una venganza entre bandas. Calogero, que ha flirteado con las bandas, con sus códigos virulentos, comprende que el camino de la violencia forzosamente termina con una muerte antes de tiempo. Entiende entonces la lección moral que la vida recta de su padre encierra: los verdaderos ganadores son quienes actúan con criterio propio, sí, pero fieles a un deber de honradez.

     
   A la vuelta de tantísimas películas que se derriten y buscan el derretirse del espectador ante el morbo deslumbrante del Mal y de la violencia, esa artística reivindicación que la obra de Robert de Niro lleva a cabo de la modesta integridad, de la decencia y de la rectitud calladas, del valor moral que para un hijo, pero también para la sociedad, ese ejemplo de vida buena que tantas vidas sin brillo mundano consigo transportan, sin duda resulta emocionante.




LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

1 comentario:

  1. Que un gangster muera de un tiro nunca debe de ser noticia, como mucho alterar o confirmar según que estadísticas. Es su oficio: Martar hasta que a él lo maten. En esos ambiente no hay discusión, sólo hay diálogo o muerte. No hay medias tintas. Ellos eligen.

    Pero colocándome en mi terreno natural, que es el políticamente incorrecto ( ayer me echaron de otro blog por opinar, que no por insultar) no es necesariamente comparable la vida de un golgfo y la de un hombre honrado, si ese calificativo está condicionado por la NO defensa de tus intereses, los de tu familia y los de tu Patria.

    La raya que separa al hombre honrado del hombre irresponsable y/o cobarde es discontinua y hay que observar al modo fino en que lugar está el personaje en cada momento.

    Hace tiempo que tengo calro que no se ganan partidas si juegas o peleas con distintas cartas, y más si el contrario lleva alguna en la manga y tiene otras marcadas en la baraja.

    Los españoles hemos sido tan honrrados, o irresponsable o cobardes desde la transición hasta aquí, que hemos conseguido ( todos somos cómplices necesarios) que los que nos estaman matando sin razón, o sólo justificado por sus razones ,estén hoy gobernando algunas zonas de España con nuestro dinero, que es lo mismo que decir gracias a nuestro esfurzo.

    A un niño hay que enseñarle que debe de labrarse unos principios y vivir acorde a ellos; pero también hay que decir que durante su vida seguro que se tropezara con personas que menospreciádolo a él, sus derechos , su libertad e incluso su vida y la de su familia y/o a su Patria, lo joderá y que a esa gente hay que ponerle los pies en pared.

    No he visto esa película. El cine es mi mejor somnífero. ¡Qué mal lo lleva mi amada contraria!

    Me ha recordado usted aquel post a su señor padre. El mio sería parecido, pero el caballo era de color pio.

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