viernes, 11 de octubre de 2013

Kiko Rivera, hacia el Coronel Kurtz de Apocalipsis now




   Le ví la otra noche de refilón en el Sálvame del lujo. Como un pequeño buda caído, tirado sobre el sofá, cariacontecido rumiaba Kiko Rivera su desdicha, más que eso, su horror, su horror. Ostras, se acariciaba el mondo cráneo igual que Marlon Brando en Apocalipsis now.  Bueno, exactamente igual no, parecido digamos. De extra en Torrente a vago remedo de Brando coppoliano, la carrera artística del Little Ecce Homo desde luego va, me dije.  Por más que esa alusión icónica al mítico Coronel Kurtz fuese sobre todo nítida demostración de la sucesiva degeneración de las puras Formas Ideales que decía Platón, no dejó de maravillarme aquel acariciarse la chola lironda del hijo de Paquirri y Pantoja.
    
   Hum, el Coronel Kurtz, aquel ex - boina verde en el Mekong, que como Lope de Aguirre en el Amazonas, sumido en el furor y en la locura totales de la guerra, había organizado su propio ejército, dejándose incluso adorar por los indígenas. Sus frases medio nietzschianas en la espesura de la jungla, potentísimas: “No creo que existan palabras para describir todo lo que significa, a aquellos que no saben qué es, el horror. El horror. El horror tiene rostro. Tienes que hacerte amigo del horror. El horror y el terror moral deben ser amigos… Se necesitan hombres con principios que al mismo tiempo sean capaces de utilizar sus instintos, sus instintos primarios para matar. Sin sentimientos, sin pasión, sin prejuicios, sin juzgarse a sí mismos. Porque juzgar es lo que nos derrota”.
    
   Bueno, Kiko Rivera dolíase de su personal horror entre los manglares de Jéssica Bueno, ese otro vietnam. No ha pasado poco el hombre, pensémoslo bien: Jéssica, tras mucho meter y sacar con el apolíneo tenista Feliciano López, entre otros, prendada quedó al parecer del mondo Kiko. Tener el pobre que convencerse de que así fue así pasó eso, bueno. Apalancarse al cabo Kiko contra el cuerpo flemático de Jéssica, que así debió ella ordenarle para proveer el consiguiente embarazo. Soportar luego ambos dos la pena por el aborto del niño que llevaba ella ya en el vientre, con lo que hubiera debido ese dolor unirles. Sobreponerse y volver a acoplarse de nuevo a ella, a su cuerpo de mírame-y-no-me-toques, para de nuevo embarazarla, que seguro que así ella se lo dictó. Y luego, tras la felicidad indecible que consigo le trajo la criatura, la alegría sin nombre por tener entre los brazos la viva carne de su carne, de golpe, a los muy pocos meses, la traidora fuga de Jéssica con su hijo tras los rizos de un futbolero con posibles. Oh, Kiko Rivera, cómo no comprender tu aflicción.
    
   Contaba Kiko que a los tres meses de su amancebamiento con la Bueno, dictaminó ella que no quería ya nunca más yacer junto a él, directamente enviándolo al destierro de un sofá,  justo en esas horas de la noche en que más se ansía y se supira por el abrazo y el latigazo del cuerpo de la amada. ¡Habráse visto ostracismo más cruel para un hombre ardiente!

   
   Ya digo, repachingado en un sofá de falso luxe, acariciándose el pelado cerebelo con lejanas reminiscencias de Brando, declamaba Kiko algo acerca del asco. De tener alguna luz más simplemente hubiera dicho: el horror, el horror… y de sobra hubiéramos comprendido todos la cruz sin luz de tu infortunio, Kiko.



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

1 comentario:

  1. No me da penal. Gana dinero contando sus desgracias mientras hay gente que no tiene ni a quién contárselas.

    Es sólo un fruto podrido del arbol gris de la modernidad flourescente de esta España nuestra incolora, insabora y insípida.

    Es un humano, sí; pero es sólo un hombre de usar y tirar, tanto para sus parejas como para los directores de programas de tv. Su biografía está en la basura para quien quiera buscarla.

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