domingo, 27 de abril de 2014

El Día en el que Elpidio Silva se creyó Elvis Presley




   Sabemos desde Herodoto y Homero cómo a menudo se complacen los Dioses –por fuerza unos guasones ellos- en confundir a los hombres, ofuscándoles el juicio y arrojándoles de hinojos sobre las más extravagantes quimeras. Pero… ¡tanto! Pues viendo al juez Elpidio Silva, que bajo la excusa de financiar su campaña política, pretende poner a la venta ¡entre los pobres partidarios suyos! sus “indulgencias” (que si a 20 euros el autógrafo, a 25 la asistencia al backstage de sus recitales, a 300 la cena con el crack, a 500 la tourneé por Bruselas de su mano) casi a uno le entran ganas de maldecir a esos dioses, por pasarse tanto con la dosis de hybris a este hombre destinada. Si al célebre Dinio confundíalo la noche, más parece que a Elpidio la luz lo haya cegado, la luz abrasadora de los focos televisivos que tanto le han mimado.
   
   Una desgracia para todos, sin duda, porque con semejante dislate (más sus penosos yerros judiciales) hemos dejado de ver en este Tercer Juez la especie de Robin Hood que en él aleteaba, valeroso incluso para, sin encomendarse a Garzón y a Bermúdez -mascarones mediáticos por antonomasia entre los Jueces del Pueblo- enchironar como fuera al farruco trincón de Blesa (para quien aquí pedimos justo castigo a sus fechorías) hasta degenerar ahora, con estas tarifas sobre las caderas, en una suerte de Elvis Presley de la judicatura. Si una vez Garzón nos pareció un Richard Gere de rebajas, si otra vez Bermúdez nos recordara a Yul Brinner en degradeé, al mismo Rey del rock en su decadencia nos recuerda ahora Elpidio. Aaah, si teníamos hasta ahora el complejo de Edipo, contamos desde ya con el complejo de Elpidio, que sobre el fenicio celo por cenar con él trata.  
   
   Perfectamente pudo su Señoría a las claras pedir al mundo entero grandes o mínimas donaciones en pro del Poder Popular, antes que fijarse estas oprobiosas tarifas de vedette de los cabarettes, ocurrencia propia tan sólo en alguien que ha perdido el juicio, o al que han confundido los Dioses, que ahora moran, ya te digo, tras los focos de la televisión, en ese aéreo ghetto.
    

     Buceando por los youtubes encontré, como un heraldo de ese Elvis que ya despuntaba, un reciente evento (7-3-2014) en Leganés que acaso como oráculo de Delfos nos valiera. Reuniéronse sobre el escenario, premiados ambos por un partido local, Mercedes Milá, en desenvueltísima pitonisa allí, y nuestro complejo Elpidio, aún un poco atado y falto de tablas. ¡Y qué fantástico happening populista allí nos brindaron! Milá, venga a enjabonar a Elpidio: “me encanta cómo hablas, supongo que te pasará como a Garzón… vamos perdiendo por el camino los jueces que se enfrentan a lo importante… no te conozco pero… me caes bien porque le has echado unas pelotas, que sólo por eso… nadie nos va a preservar la Democracia, o lo hacemos nosotros o nos vamos al hoyo”. Recordaban las pelotas de Milá a las de Pablo Iglesias, sí, ese recurrente argumentario testicular que también place a cierta izquierda.  Y Elpidio, algo acomplejado bajo el vendaval milano, que se revolvía como podía: “Los políticos han de saber que se ha acabado la impunidad… Dimitir no requiere que te declaren culpable en un juzgado. Dimites y se acabó. No pasa nada. Si esto de la Política hemos quedado que es un peñazo, a quién le puede gustar”. Un peñazo la política, ya. Había nacido el complejo de Elpidio. Y ahora, como Elvis, menea, y cómo, por la pasta la pelvis.




LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

3 comentarios:

  1. Yo creo que quien se ha creído Elvis Presley eres tú, que tienes un blog básicamente para enorgullecerte de los seguidores que vas coleccionando.


    Es una lástima que en un país con tanta corrupción y tan necesitado de justicia como el nuestro haya tantos cantamañanas y tantos ignorantes siempre dispuestos a echar por tierra cualquier intento de hacer las cosas honestamente. Internet está plagado de egos dominadores e insatisfechos.

    Y hay que ser imbécil para pretender limpiar tu casa llenándola de basura.

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  2. Hay que ver cuanto empeño hay en desacreditar al Señor Silva. El uso torticero que se hace del delito de prevaricación contra los jueces sí que haría sonrojarse a Elvis Presley.

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  3. Qué fácil es la critica desde el anonimato, quizás tienes que hacerlo para llenar tu ego? ¿qué ocurre, qué no se puede criticar a un juez? Te doy la razón que internet está plagado de egos insatisfechos y anónimos.Pero afortunadamente hay pocos jueces que sean como el ego de Elpidio. Es vergonzoso que pida dinero por cenar con él, imagino que usted ya se ha apuntado en esa cena. Saludos

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