jueves, 20 de noviembre de 2014

¿Le queda una oportunidad al PP?

     

   El Partido Popular, contagiado de la ya mítica parsimonia de su Líder Máximo, se aferra a que por muy poco Vox no consiguiera un europarlamentario, y a que UpyD y Ciudadanos se definan como “progresistas”, para a esas cartas y a su sola presencia inmóvil como secular elemento del paisaje liberal-conservador jugarse todas las cartas de su futuro. Recogerá a lo sumo así el caudal menguante de un voto inercial, que difícilmente le valdrá para algo, y defraudará de manera increíble el mandato de la mayoría absoluta que de la ciudadanía obtuvo.
    
   Siendo uno nada, tras el batacazo disfrazado de victoria arriólica que trajeron las europeas, aquí expusimos las que nos parecían elementales generales de la ley que el mismo exigía. (27-5-14)
      
   La opción de Rajoy desde entonces –en los urgentes capítulos que allí le señalábamos: remodelación ministerial, corrupción, austeridad  de la buena, ejemplaridad en carnes propias, política de comunicación, apertura a la sociedad- ha sido la de hacer nada, ni siquiera la adecuada puesta en valor de la Ruina de que su gobierno en buena medida nos salvó, alimentando más y más la leyenda del tancredismo que dudosamente lo orla, mientras cada día más se desciende en las encuestas electorales.
       
   El desenvolvimiento de los estrepitosos casos de corrupción (tarjetas Black, tesoreros del PP, ramalazos del Gurtel, Operación Púnica, comunidad valenciana)  que en los últimos tiempos más aún han ensombrecido su imagen, unida a la ausencia de una tajante e indiscutible reacción contra los mismos, ha acabado por conformar una imagen de marca penosa, tras la que se visualiza a un grupo de adustos y vetustos profesionales de la Política, de Señores que no se mezclan con la gente normal, muditos encima –nunca habráse visto ministros tan parcos- que, a modo de tapón generacional, obstruyen la necesaria renovación del Partido en el Poder. Tan contraproducente imagen –un partido inexistente, enclaustrado, que no se abre a la gente normal que le vota-  se hace más dañina para el observador indeciso al observar la regeneración que en todos los demás partidos de una u otra forma se ha dado.
    
   Si un juez de la Audiencia Nacional parece haber acreditado la existencia de dinero negro entre los haberes –al menos en el pasado- del Partido Popular, ¿no se debería, además de pedir perdón, poner de patitas en la calle a unos cuantos, autoimponerse una sanción ejemplar, certificar fehacientemente ante los ciudadanos que para nada es ya así, mostrar en público la contabilidad y las facturas al día, incluso autoexigirse la propia responsabilidad política en el fraude? ¡Son ustedes el partido del gobierno, el que exige a los ciudadanos los impuestos y persigue el fraude!
    
    Ni renovación gubernamental, ni primarias, ni debate de ideas, ni disminución de asesores en todos los escalafones del Poder, ni dureza implacable contra la corrupción, ni incorporación de jóvenes valiosos que renueven las abrasadas efigies en las primeras líneas… nada, la opción legendaria ya de Rajoy parece ser la de aguantar. ¿Aguantar qué Titanic? Pues el tiempo se acaba, señor Rajoy.

   


 LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

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