jueves, 30 de abril de 2015

¡1501! Es eso, eso es, mon ami

     


   Con este van ya mil quinientos un textos míos a los vientos de este blog lanzados, de muy distinta naturaleza además, pues este trovador todos los palos frecuenta (relato, artículo, crítica, poesía), aunque cada uno de ellos con una común y alta autoexigencia adobados, mil quinientos uno, detrás uno de otro, unos seis mil folios, que se dicen pronto, mi particular Decameron, día tras día, mes sobre mes, año con año, que pronto un lustro de la botadura de este blog, que es globo de ilusión, hará.
   
   Quiero celebrar este 1501 contigo, buena amiga, buen amigo, puñado de nobles personas que me cumplisteis la merced que aquí yo ruego: que a cambio de cuanto yo  gratis et amore a diario te doy, me pidas tú LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS, que es lo mejor que tengo y puedo por el momento darte. Poco a poco, sí, mis Historias, mi Bobo, van abriéndose así camino entre los corazones de las generosas personas que me aprecian e impulsan.
    
   ¡Y qué alegría y qué aliento más incalculables cuando recibes y paladeas la preciosa carta que uno de estos amigos virtuales, a quien de nada conoces, a quien nunca jamás viste, me envió, en la que brillan magníficamente expuestas justo las palabras que uno anhela oír. ¡Gracias, mon ami! Estas que siguen:

Estimado José Antonio:

Soy seguidor de sus textos y admirador de su prosa y estoy interesado en adquirir dos ejemplares de su libro “Historias de un bobo con ínfulas”.
Me gustaría, si es tan amable, que me dedicase ambos ejemplares, uno para mi amigo A. F. R. y otro para mí.

Estimado José Antonio,
No me dé las gracias, en todo caso  debo dárselas yo a Ud., 25 € no son nada comparados con la satisfacción y el deleite que me proporcionan la lectura de sus textos.
Un afectuoso saludo.
Alejandro C R


  


SOBRE “LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS”
De las fatigas, de la incomprensión, del desánimo, de las falsas palabras de supuestos admiradores, de lo que cuesta cuando no tienes Nombre ni Contactos uno a uno ir dando luz a los ejemplares de tu libro, aun así dentro unos números extremadamente ridículos, de todo eso sé mucho yo, y tanto,  que a veces me pregunto por qué y para qué seguir con la tabarra. Sólo el afecto demostrado de los que han creído en lo que hago, sólo el férreo convencimiento de que mi obra vale, sólo la lectura de Kafka, de Pessoa, de Bécquer, sostienen mi pobre vuelo. Así es.
   
   Qué le queda entonces al escritor sin Nombre ni Contactos salvo insistir e insistir -resistir y resistir- en las redes sociales, que son lo único con que cuenta, en los amigos que las mismas le procuran, aun a riesgo de ser incomprendido y de resultar pesado, qué le queda salvo perseverar esperanzado y confiar en que poco a poco quienes  aprecian y valoran su afán le soliciten, y lean y regalen su libro, el fruto de sus más inspirados desvelos, de cuanto tiene lo mejor que pudiera jamás darles.

miércoles, 29 de abril de 2015

¿Bárcenas? Un pelanas, al lado de Goytisolo

   

   
   El alarde impostor y corruto de nuestros Grandes Escritores Iconoclastas, esa Casta tan plasta, es mil y una veces más repugnante que el de los Grandes Políticos, pues al menos de algunos de estos últimos a veces con suerte nos libramos, mientras hemos de soportar de por vida los zarzueleros numeritos de los inflamados Super Egos de aquellos, eternos rentistas de su abultadísimo caché. Así la disoluta cagarruta de Juan Goytisolo, recién galardonado bajo la égida del PP, con el suculento Premio Cervantes. (Ay, pensar que alguna vez a uno le entusiasmaron sus Señas de identidad, su Juan sin Tierra, su Coto vedado, ay.)
    
   Por supuesto juraba y perjuraba Goytisolo, antes de caerle encima el maná, que jamás se humillaría Él a recibir el Cervantes. Cuando se lo dieron a Umbral, otro que tal, nuestro Juan con rabia escribió: “Estoy dispuesto a firmarlo ante notario: no pienso aceptar el Cervantes nunca… La decisión del jurado prueba de modo concluyente la putrefacción de la vida literaria española, el triunfo del amiguismo pringoso y tribal, la existencia de fratrías, compinches y alhóndigas, la apoteosis grotesca del esperpento”. ¿Apoteosis del esperpento, dice Usted? Faltaba lo suyo, Señor.
   
   Amigo mío, le pasaron por las chortas al incorruptible Goytisolo los laureles del Premio, la bicoca de los ceros del cheque -125.000 euracos-, los sahumerios de la Fama y de la Posteridad, y eso e inclinar la testuz ante el sonriente Rey de España para que le impusiera este el medallón, fueron todo uno. Se debió Valle-Inclán partir el esternón desde la tumba, de poder ver la goytisolada.
     
     Claro, tenía el Señor, para quedar bien con el Pueblo y con la Historia -psicótica obsesión esta entre los Grandes Escritores-, que borrar las huellas del crimen. ¿Cómo? Con graciosísimas declaraciones, más bien burdas excusas para idiotas, mil veces más chuscas que las de los más chuscos políticos: “No se puede rechazar el Cervantes, sería como rechazarle a él… Me sorprendió, porque sabía que no había voluntad de dármelo… El Premio ha sido más fuente de preocupación que de satisfacción. Me ha gustado la alegría de mis amigos… Me siento como un polizón en un transatlántico… No nos resignamos a la injusticia, digamos bien alto que Podemos”.
     
   Ya lo creo que Podemos, señor Goytisolo, a los 84 tacos podemos batir todos los récords conocidos de la impostura y el trinque. En el clímax de su delirante ceremonial, para pasmo de todos aseguró, por en auto-distanciamiento emborronar bien toda la deposición, “sentirse como Bárcenas al llegar al juzgado”. ¿Sería esa la confesión de sus auténticas señas de identidad? ¡Hombre, no, señor Goytisolo, hasta ahí podíamos llegar! Al lado suyo, ¿Bárcenas? Un pelanas. Usted sí que sabe. ¿Acaso no vio con que reverencia le aplaudía allí la creme de la creme de la Alta Sociedad?

    



  
(Abril se nos acaba, amigo/a. ¿Regalarle a alguien, regalarte mi libro? ¿Agradeces el blog? ¿Lo valoras? ¿Merece una pequeña recompensa? Necesito vender algún ejemplar más de mi libro, que es además muy bueno -creo-, para seguir escribiendo también este blog. Pídemelo y te lo dedicaré personalmente. Precio por correo ordinario: 10 euros. Precio por correo certificado: 15 euros)
  

LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen, análisis y UN CAPÍTULO de la obra en estos enlaces)
UN CAPÍTULO:
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas.  Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

martes, 28 de abril de 2015

¿Quién me ha devuelto el mes de abril? (Poesía 89)



   Sí, ahora que mis HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS se abren camino seguro ya entre el corazón de quienes me aprecian y valoran, de la mano del gran Sabina sólo que al biés, esto me pongo a cantar yo...




En la morada del desahucio
Sin Nombre ni Padrinos yo
Con ilusiones y ternuras
Compuse mi himno

Y cuando por las redes pasa
La vida como un boomerang
El bécquer de rimas mil
Pone su diario recado de escritura
Y escribe

Quién me ha devuelto el mes de abril
¡Cuánta alegría de golpe en mí!
Pero quién me ha devuelto el mes de abril
Lo guardaba en el baúl
Presa golondrina azul

Amigos en las redes un puñado
Le prestaron atención
El Bobo de que les hablaba
Ganó su corazón
Y cuando su libro leen
Y le regalan su favor
Lágrimas de emoción
Resbalan por su  gris ordenador
Y en él suspira

Quién me ha devuelto el mes de abril
Por qué no habría de pasarme a mí
Pero, quién me ha devuelto el mes de abril
El sueño del escritor
Un pasito se acercó

Quién me ha devuelto el mes de abril
Lo guardaba en un baúl
Presa golondrina azul

Mis amigos virtuales
Mandan fotos en color
Con el Bobo de mi alma
En sus manos voy yo
Y cuando llegan sus sonrisas
Son albricias de este abril
Se le sale el corazón
-Eastwood en los puentes de Madison-
Y bécquer canta

Quién me ha devuelto el mes de abril
Cuánta alegría rebrincando en mí
Pero quién me ha devuelto el mes de abril
Amable amigo del tw y del feisbuk
La culpa la tienes tú
Pero quien me ha devuelto el mes de abril
Por qué no habría de pasarme a mí
Quién me ha devuelto el mes de abril
Lo guardaba en el baúl
Presa golondrina azul



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lunes, 27 de abril de 2015

Puedo escribir los versos más alegres esta tarde (Poessía 88)




Puedo escribir los versos más alegres esta tarde.

Escribir, de momento: “La tarde está engalanada
y resplandecen, manantiales, los cielos, en lo alto”.

La brisa de la tarde sopla su contento y acaricia.

Puedo escribir los versos más alegres esta tarde
Yo la quiero, y esta tarde ella también me quiere.

En tardes como esta me soñé entre sus brazos
Me besaba muchas veces contra el viento fugitivos.

Yo la quiero, esta tarde ella también me quiere
Cómo no amar tanto sus ojos veleidosos.

Puedo escribir los versos más alegres esta tarde.
Saber que aquí la tengo. Pensar que me ha besado.

Paladear la tarde alborozada, más alborozada con ella.
Y los versos brotan de mis manos como miel entusiasmada.

Cómo importa que su capricho a mí haya elegido.
La tarde está engalanada y ella está conmigo.

No es poco. Aquí cerca alguien murmulla. Aquí cerca.
Mi cuerpo se agiganta con tenerla a mi albedrío.

Como para constatarla mis labios la pronuncian.
Mis dedos la tantean, y ella está conmigo.

La propia tarde, que hace de oro las hojas en los senderos.
Ella y yo, los de ahora, somos esta vez nosotros mismos.

Ella hoy me quiere, es cierto, muchas otras tardes no.
La soñaba con ojos abiertos, para estar así a su lado.

Mía. Hoy es mía. Antes de ella era el desdén.
Su luz, su alma rara. Su corazón tornadizo.

Me huía, es bien cierto, mas esta tarde me reclama.
Es tan largo el amor, y tan extraño su designio.

Pero en esta tarde plena, sí, que me tiene entre sus labios,
mi cuerpo se encandila por haberme ella preferido.

Aunque fuera esta la última tarde que ella me tome,
y fueran estos los penúltimos versos que le escribo.


LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS

Porque a mi parecer un libro íntimo, no tanto porque nos revele interioridades escabrosas, sino porque sobre todo consiga con desnudez hablarnos como al oído de los paisajes esenciales del alma de quien lo escribió, es también uno de los más acabados símbolos por los que alguien ofrece al Otro –a quien físicamente no tiene delante, al que de otra forma difícilmente podría hacerlo- la propia mano. Esto soy. En estas historias –no en forma de un discurso, sino con destreza encarnadas en personajes vivos a los que les ocurren cosas, a quienes sorprenden los avatares amargos o alegres de la vida- late la urdimbre sentimental que hasta aquí me trajo.  Quiero ponerlas en común contigo. Quiero revivirlas a tu lado. Puede que te reconozcas también en ellas. Aquí tienes mi mano, tómala. Estréchala. 

Por correo ordinario, 10 Euros; Certificado 15 Euros. Personalmente dedicado, si quieres.

      

  







domingo, 26 de abril de 2015

¿Desear o no desear? Esa es la cuestión




   Sobre la senda budista, que persigue la superación de la esclavitud que acarrean los deseos, SAN FRANCISCO DE ASÍS con humildad musitó: "Deseo poco... y lo poco que deseo... lo deseo poco". Pero luego, siglos después, HOBBES, el teórico del homo homini lupus en su Leviatan le replicó: "No tener deseos es... estar muerto". Claro que antes, siglos antes, de alguna manera había terciado ya ARISTÓTELES, ¿la solución en el término medio?. Eso vino a decirles ARISTÓTELES, el filósofo, no el onassis, que ese sufrió los deseos consuetudinarios: la pasta y las mujeres.






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LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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sábado, 25 de abril de 2015

Manriqueña (poessía 87)




Nuestras vidas son los ríos
que van a dar al Amor 
-que es el Vivir- 
allí van los amoríos
derechos a suspirar
y requerir
allí los amores veniales
allí los amores paganos
y más sabios
Y desatados son iguales
los que besan en las manos
y en los labios





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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

viernes, 24 de abril de 2015

El Día de los amigos del Bobo

   


   Para mí es hoy, cuando piano piano mi Bobo empieza a ganar el corazón de quienes me leen, el Día de ellos. Y quiero HOY dejar huella  aquí  si quiera de algún fragmento suyo, de los más recientes, pidiendo de antemano perdón –que nadie me lo tome a mal, por favor- a quienes habiéndose afanado también en comunicarme su deleite con mi libro aquí no se vean, por haberlos yo extraviado, (y si me lo vuelven a mandar, con sumo gusto aquí lo pongo), pues no es uno maniático coleccionista de alabanzas, de veras. Que sepa cada uno de quienes me solicitaron y me solicitan mi Bobo (que podrá ser algo bobo, pero jamás un simple, y que son su ínfulas de las buenas, de esas que buscan a través de las ilusiones re-encantar el mundo) que jamás olvidaré su gesto. (Y mi especial gratitud a Marci O, a Estrella P, a César Luis S, a Julia C , a Maday , y a María José V, por lo que ellos y yo sabemos). Va.
  

Inmaculada me escribió:
     “Gracias por la dedicatoria y por lo mucho que nos reímos contigo. Le leo algunos párrafos a mi marido y nos tronchamos”.
    
   Marie me escribió:
     “Cher Jose Antonio, t´est un poéte. ¡Es verdad que tu libro hay que leerlo a la tuya manera…es decir… parsimoniasamente… doucemente… amorosamente. Porque tus historias cortas son pequeñas vidas tintadas de poesía, de una nostalgia impregnada de recuerdos y de humor, y de una cierta ternura.
        Pilar me escribió:
 “Comencé ayer a leer el libro. Me encanta. Buenos personajes, estupendas descripciones… lo estoy disfrutando. Eres un buen escritor!
     
   Maoka me escribió:
     “Estoy leyendo tu libro, me encanta y me estoy riendo mucho, tienes sentido del humor. Le presté el libro a mi madre, le está gustando mucho. Te ruego que sigas escribiendo, un abrazo”
      
   Gallego me escribió:
       “Buenas, voy por la mitad de tu genialidad. No entiendo cómo puede ser que pases desapercibido con tanto talento…
     
   Jesusa me escribió:
   “He empezado esta tarde tu libro. ¡Incapaz de soltarlo! Me da penita de Armando, qué mala suerte tiene con las mujeres, jajajajá…  Gracias por tan grata lectura.”
   Mónica:
     “Un libro muy entretenido y con grandes dosis de humor. Muy recomendable”.
     Olga me escribió:
     “Felicidades, Jose. He sonreído al leerte, te he reconocido en tus maneras ya por el blog familiares. Mil gracias”.
     
   Magda me escribió:
     Armando es una especie de niño grande, así lo he visto yo todo el tiempo al menos, sobre todo porque dentro de sus cuarenta años y de  la devastación emocional que le acompaña tras el abandono de su mujer siempre parece acompañarle un halo de ilusión y esperanza, como un niño, conforme leía casi parecía que podía ver sus ojos brillantes, esperanzados ante algo nuevo, y solo podía sonreír e incluso emocionarme en algunos momentos ante el arrebato de ternura, defensa y protección que Armando despertaba en mí.
   Manolo López Bárcena así me escribió:
   “Es una novela intimista y llena de lirismo, rica de bellas metáforas. Su lectura es trepidante con un humor sutil y erudito no exento de enjundia. Una narración sobre la cotidianidad de la vida de personajes con los que nos podemos encontrar todos los días. Descriptiva magistral, no de cosas y paisajes, sino de sentimientos abordados con una elegante sensualidad y frescura. En definitiva una obra muy amena para pasar un rato estupendo”.
   Mammen me escribió:
“Hace un par de veranos, M, me regaló tu libro por mi santo; me lo pasé genial leyéndolo y ésta Semana Santa he vuelto a releerlo….La cuestión, que me caes muy bien y que me gustaría que siguieses escribiendo.
   Gema Cepeda me escribió:
“Sorprendentemente me enganchó. Emocionada con su personaje y ansiosa por el desenlace me lo devoré. Es tan divertido el libro, tan suelto, tan fresco que a medida que me voy sumergiendo en él… Si te pilla en un día de “esos tontos” hasta te puede acabar arrancando una lagrimillas o un montón de sonrisas. Me ha dejado un sabor de boca delicioso”.
  Y  Jose Luis Rodriguez me escribió:
“Ya he empezado a reírme en el cercanías con el pobre bobo. Mira que teniendo a Rita-Mercedes en la cama ponerse nervioso y empezar a hablar de fracasos. Pobre hombre. He llegado a Aravaca sin enterarme y casi me paso de estación”.
   Y Chela:
Al final, las últimas páginas, me hicieron reír a carcajadas pero el cariño que le tomé a Armando, tornó mi risa en silencio y reflexión, invadiéndome un sentimiento de ternura y afecto solidario.
     Y Euclides:
“… tu libro es una pasada, está bien escrito, bien trabajado, te ríes un montón con él y vale la pena
      Y  Mónica:
“un libro muy entretenido y con grandes dosis de humor. Muy recomendable”
      Y  Blanca:
Tal vez Marek y Kowalski sí eran virtuosos del violín. Lo que no cabe duda alguna es que eres un gran escritor”
      Y Pepe B:
Solo unas lineas para decirte que tu libro me ha encantado de principio a fin.  Tu prosa es de las mejores que he leído en castellano en mucho tiempo, y las aventuras/desventuras del protagonista, tan humano, tan imperfecto y por ello tan real, son realmente arrebatadoras. 
      Y  Rocío:
-¿Te cuento lo que me parece un poco leerte? Me da un poco de vergüenza decírtelo… El mundo es más bonito visto desde tus ojos, desde tus escritos.
  
   -Ese fragmento de la mano en el cine… Nunca imaginé que podía ser tan bonito, tan romántico y tan erótico el que te acariciaran una mano. Gracias por ello.

Muchas gracias, mon amis.


jueves, 23 de abril de 2015

En el Día del Libro...



  Aquí está el mío, amigo: LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS. Y en esta caseta amable que es mi blog, que es tuyo también, con residencia entre las postrimerías de las estrellas cirbenéticas, aquí firmo y dedico yo hoy, para ti si quieres, ejemplares de mi Bobo.

Y estoy convencido de que mis HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS, divertidas, románticas, emocionantes, te van a gustar, y que si conoces a mi Bobo, sentimental, vulnerable, tierno, también te va a gustar, y me va a encantar que TÚ, amiga/o del blog, lo leas, lo tengas entre tus manos y lo disfrutes, mira...

LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS 
A Armando, un cuarentón de clase media, un buen día su mujer le señala la puerta de salida de casa. Ella ha encontrado a otro más alto, más fuerte y más guapo que él. “Aprende a quererte y los demás te querrán”, le sentencia. Descubre entonces Armando, de golpe, su minusvalía emocional: un paria en la tierra de los afectos. Ha de salir al mundo; a un mundo, que por temperamento, le es ancho y ajeno. Cómo superar su desconcierto, cómo sobrellevar esa zozobra, cómo suturar la herida… Cómo aprender a re-armarse. En las asombrosas peripecias humorísticas, librescas y sentimentales que le suceden, en ese cúmulo de emocionantes encuentros y desencuentros… ¿hallará siquiera a medias Armando su lugar al sol?
10 Euros por correo ordinario. Personalmente dedicadas. Sílbame aquí o en  josemp1961@yahoo. es  y te digo cómo hacer. Es muy sencillo.


¿Te gusta leer?
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON INFULAS
154 pgs de… Amor, humor, ternura, ilusiones.
Personalmente dedicadas. En España: 10 E por correo ordinario, 15 E certificado. 

miércoles, 22 de abril de 2015

La magia de los besos



(Mañana es el Día del Libro. El mío es LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS. Puede ser el tuyo también)
Ayer puse aquí un capítulo entero. ¿Te gustó?
10 euros por correo ordinario. Personalmente dedicado. Pídelo en josemp1961@yahoo.es 

Mi voz, en COPE, entrevistado por Cristina López Schlichting, sobre el porqué y el para qué de mi libro, cinco minutos


    No puedes entonces tú verte, claro. Pero yo, satélite adosado a la hoguera clamorosa de tu órbita, tan cerca de ti entonces, me erijo en notario del culmen de tu hermosura, y es que ocurre, mujer, que los besos enamorados, a mansalva suave esparcidos por la extensión toda de tu faz, por las dunas de tus mejillas y sus cuencas, por el cisne de tu cuello y el trigal de tu frente, por la densa selva de tu pelo, por la ciruelita de tu barbilla y el níspero azul de tus pómulos, por el cartabón de tus mandíbulas y las postrimerías de tu nuca, hum, esa pelusilla erizada allí, angélico cabello, por doquier de tu cabeza la plaga germinal de mis besos traviesos espolvoreada,  oh, el prodigio que entonces transcurre, mujer, no lo puedes tú ver pero yo sí, que conmocionado levanto el acta de la explosión de belleza que llevabas guardada muy adentro, acaso sólo para mí, esa ilusión yo me hago, y qué bien, qué bonita esa traca de tersura que te estalla por toda la cara entonces, cómo al aire de mis besos atolondrados,  mas verdaderos, se te engalanan los contornos del rostro, de arcilla reluciente ahora, cómo increíblemente resplandeces, obra viva del mejor escultor de la Historia ahora, el delicado rostro de una venus avivada, a centímetros de ti yo, que te observo atónito bajo la lupa de mis ojos miopes, que es el soplo tan sólo de los besos el que te esculpe tan preciosa, los que transfiguran, perdóname, tu carita tan convencional como la mía para el mundo antes, en un tesoro increíble que sólo para mí destaparas, como si fueran las ínfulas de mis besos la llave única del mismo, que llevan al quicio ellos la guapura toda que ocultabas bajo un pasable disfraz, el prodigio de gracia y armonía que es tu cara ahora, una península abarrotada de amapolas nuevas, páramo tornasolado y reluciente, luna rubicunda y juguetona que constato estupefacto a un palmo tuyo, que se me desorbitan los ojos ante el resplandor de tus rasgos manantiales, tan radiante tu cara ahora que a mí, poetastro en la penumbra, me haces creer un mago, un artífice que sólo a besos te trocara en muchacha entusiasmada, que fuera sólo el viento de mis besos algo abarullados los que obraran el milagro, ellos los que te devolvieran de golpe cada noche al país de tus edades favoritas, el que encofrabas sólo para mí, tan bonita sólo para mí, que nadie más puede paladear tu íntima hermosura, ni siquiera tú la puedes ver, que sólo a través de mis ojos dichosos, y de mis letras torpes, puedes tú ahora mismo leer.    



martes, 21 de abril de 2015

Ya empezamos mal


   (Quedan 2 para el Día del Libro. El mío es LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS. Puede ser el tuyo también)
10 euros por correo ordinario. Personalmente dedicado. Pídelo en josemp1961@yahoo.es 

Mi voz, en COPE, entrevistado por Cristina López Schlichting, sobre el porqué y el para qué de mi libro, cinco minutos

UN CAPÍTULO ENTERO DEL LIBRO HOY, va:



   Ya empezamos mal. Yo no había mirado la hora que era y luego comprendí, que cuando traspasé el umbral de Mari Gloria Peluquería Unisex, la tía aquella estaba deseando cerrar. Y a santo de qué iba a mirar yo el reloj, si para mí el tiempo sólo era una montaña de plomo sobre mis espaldas vencidas por tu desdén. “¿Qué quería?”, me ametralló una anchurosa rubia con bata blanca que acababa de chasquear la lengua allá abajo. Fue como si a la vez también me lo preguntaras tú, aunque no estabas allí. ¿Que qué quería? Sólo que te gustara lo que escribo, tan sólo eso. Había sobrevivido a las navidades hibernando en mi cubil, como un osezno enfurruñado con la Humanidad, lleno de los peores deseos, como si pudiera así ignorarlo todo. Yo llamaba todo a tu rechazo.
      
   “¿Y tiene que ser ahora?”. “Pues claro, señora, sólo son las dos menos cuarto”. Creo que abrí demasiado los brazos, que lo dije un poco rígido. Lo que pretendió ser ofrenda de paz resultó amarga gasolina que avivó la discordia. “Al dos es muy corto, se lo aviso, ¿ha visto las caras que se les quedan?” me insistió la peluquera. “Tranquila señora, ¿dónde le tengo que firmar el consentimiento? Nadie le pedirá cuentas por el crimen” , respondí. “Baje de una vez” me ordenó aquella recia gobernanta, que parecía llevar sobre la cabeza una no muy limpia escarola, tintada de un amarillo estrepitoso que quiso ser oro y se quedó en paella achicharrada.
     
   No conseguía escribir cosas que te entusiasmaran, que disfrutaras leyéndolas en voz alta sin contrariedad. Algo mío en el escapulario de tus labios. Algo que releyeras también más tarde, en algún rincón apartado de tu casa,  que se pegara a tu piel como un tatuaje marinero, que penetrara en tu cerebro para no salir ya nunca más, como sólo lo hacen la música que de verdad nos gusta y algunos recuerdos infantiles. Algo que  me recitaras de frente algún día. Si no te gustaba ni siquiera a ti, cómo les iba a gustar a los demás. Pero ahora estaba allí, en el umbral de Mari Gloria Peluquería Unisex, y un poco aturdido por el ozono pino, que era el medio ambiente que reinaba, y por la canción de Camilo Sesto que en ese momento sonó y que casi me hipnotizaba –el amor de mi vida has sido tú, qué bonita- bueno y también porque tras mi fracaso contigo todo me daba un poco lo mismo, y raparme al dos era sólo eso, hacerme un poco más de daño, el caso es que descendí para poner mi cabeza en las manos de aquella rolliza Dalila del hondo sur alcorconero.
      
   Había iniciado en vano decenas de relatos, costureras asesinas, heroicos inválidos acosados por nazis, yoncarras descerebrados que apiolan a su vieja sin remordimiento, yo que sé, esas tramas trepidantes trufadas de malvados exóticos que secuestran tu imaginación enfebrecida, niña. Pero nada me cuajaba. Cómo contarte entonces esta mañana tan banal en que salí a cortarme el pelo, en que buscaba un harakiri light. Está bien, me dije al fin, rápate si quieres, que te vas a agarrar una pulmonía, anormal, pero al menos que lo haga una mujer, igual quedan retales narrativos por ahí, aunque sean de géneros en rebajas.
      
    ¿Y si la realidad gris se transformaba en reality? Algo así prometía ahora el microcosmos amarillista que tenía delante. Yo creo que la blonda tiparraca de la pelu me caló desde el primer momento. Vió con claridad el panoli que yo era y tras descender el último peldaño, como si fuera un fardo molesto, me arrojó contra un sillón marrón. Con sendos pisotones a un pedal que empequeñecieron mi figura más y más, dejó bien claro ya que la única Sansona allí era ella. Al momento, con una fulgurante revolera, maniatándome de paso, apretó contra mi gaznate un mandilón a cuadros de unos colorones intolerables. Aún podía verme en la pared de espejos biselados, una cabeza de chorlito con gafotas que asomaba por encima del tapizado ideal de un maricaplayas.
     -Oye, Mari Gloria, ¿no tienes otro baby?, que uno es medio poeta, por favor.

    
    Aquella arpía lanzó una risotada. “¿Poeta? pues abróchate la bragueta, ja, ja, ja”. Bueno, pensé, al menos hemos roto el hielo del odio que nos atenaza, Mari Gloria me hará un buen rapado y punto, aquí paz y después… y después Mari Gloria. Sólo que ella ya había recobrado su rictus desabrido. Me arrebató las gafas y las dejó en algún lugar lejos de mi alcance. Cautivo en esa nebulosa, ignoraba por dónde podía salirme aquella fiera. Empezó Mari Gloria su faena reconociendo el terreno y sus daños como una fiscal implacable. Tomó en sus manos mi cabeza como si la misma fuera el planeta azul. Constató la creciente deforestación, el avance del desierto. Deshizo de un plumazo mis espejismos. “Hum, la cosa está muy mal” sentenció. “Vale, Mari Gloria, pero no me toques más las... la cabeza quiero decir, y no te ocurra nombrar la palabra maldita, lo que no se nombra no existe, ¿lo comprendes? ah y sube esa música, que Camilo mola mazo”.
      
   Cómo contarte lo que estaba ya a punto de suceder, casi mejor no contártelo, aunque desde la gresca inicial noté activarse dentro de mí la alarma, esto tienes que escribirlo, y eso que estaba a la vez seguro que te resultaría insufrible, que dejarías de leerme ipso facto, y entonces qué iba a ser de mí. El caso es que tras mi réplica durante un buen rato la gorgona de la escarola rubia no dijo ni mu. Volteó con ira mi cráneo hacia todos los ángulos posibles y raca-raca, raca-raca, circunnavegó aquel planeta, mondó a conciencia mi melón, igual que pelamos una manzana o una pera de agua dulce. “Como no tienes bollos, como la tienes bastante redondita, no te va a quedar mal del todo la pelota” ,me dijo al fin. “Ya, la armonía y la limpia simetría de las esferas y todo ese rollo, ¿no?” , contesté. “Vaya palabrotas, majo, pero te vas a quitar de encima unos cuantos añitos, igualito que mi padre”. “Oye, guapa, vamos a ver, que tú eres más tarra que yo, a mí no me compares con tu padre, que seguro que está el pobre para sopitas y buen vino, qué pasa, que el chulo que te magrea es un melenudo con pelos hasta en el culo, ¿y no has oido hablar nunca de la descomunal potencia sexual de  los...?, de ésos, tú ya sabes”.
      
   La oía resoplar  muy cerca de mí. Con un torniscón de izquierda proyectó mi cabeza hacia abajo.  Hubo un silencio de calma chicha, y luego escuché un ruido sordo, como el que hace una espada al envainarse y desenvainarse. Achinando los ojos pude ver, santo dios, que esa leona afilaba contra el cuero una enorme navaja barbera, zas, zas, zas, zas, mascando sin duda la afrenta que yo le acababa de infligir. Ella me miraba mal. Y toda la extensión de mi cuello de corderito pascual en Ramadán allí, bajo su filo. Los periódicos andan llenos de breves así que nos amodorran después de un minuto, de psicópatas anónimos a quienes confiamos cosas vitales, yo ahora mi cuello. Incluso entonces me acordé de ti. Esto si que tenía palpitación de drama truculento, esto sí que se salía del realismo mostrenco de cada lunes, tan real para mi desdicha, esto sí que te encantaría leerlo hasta el final. Aunque, maldición, otro habría de ser quien te lo escribiese, que a mí estaba a punto de degollarme la rubia de la navaja.
    
     Y sin embargo, a contrapelo de lo que yo percibía, que puede que esos quince días a solas en mi cubil me hubieran trastornado, el índice húmedo de Mari Gloria recorrió por sorpresa, desde una de mis patillas, todo el envés cartilaginoso de mi oreja hacia abajo, el dorso de campanilla de mi lóbulo rozado al pasar, el borde inferior de la nuca, esa piel como de mazapán recién horneado que todos tenemos ahí, la media luna del cuello por detrás, de nuevo otra vez para arriba ese índice como por una nieve ardiente hasta arribar al puerto de la otra patilla. Luego Mari Gloria se disculpó, “vaya, se me ha ido un pelín”. Lo que son las cosas, casi agradecí la herida, porque ella, con desvelo de enfermera atentísima, aplicó bálsamo allí y fue la excusa perfecta para tener por más tiempo sus dedos sobre mi piel, como si dos mínimos trocitos de piel en contacto, con su lenguaje cifrado, pudiesen   desencadenar por sí solos un alud de sugestión entre dos enemigos.
     
   Y ahora soy yo quien te ruega, por si aquí sigues, niña, interrumpe ya la lectura, no traspases esta línea roja, lo que viene ahora no vale nada, no te va a gustar, una chorradita banal, no sé si acaso escribiré para mí lo que a continuación ocurrió. “Perdona si he dicho algo que te haya molestado, es que soy muy burra”. “Ya está olvidado, Mari Gloria, también yo me pasé”. Del brazo me llevó a otro sillón. Echó mi cabeza hacia atrás, y como si los llevara de la mano, cientos de hilillos de agua tibia se me vinieron encima y acariciaron mis neuronas en punta. Además, ella aplicó oloroso champú y lo frotó con suavidad por los recovecos de mi testa. El jabón formó una blanca cabellera en pompas que de súbito me hubiera crecido y de nuevo vino la caricia de los mil chorros cosquilleando los   centros de mi sentir, que yo quería que cesara nunca, nunca.
     
   Rodeó mi cabeza rapada y limpísima con una toalla amarilla, claro, y la secó con primor. Entonces me susurró al oído, “anda, recítame una de tus poesías, porfa”  y yo desperté, ostras, y ahora cómo salgo de ésta. No la veía del todo bien y me arranqué pensando en ti, tú lo sabes, “aunque ya nada podrá devolvernos la hora del esplendor en la hierba y la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza perdura en el recuerdo”. Mari Gloria suspiró, “qué bonito, qué bonito”, y dios mío, juraría que ella se había soltado el botón de arriba porque, de pronto, arrimó mi cabeza contra su cuerpo y, como un apache, escuché sobre la trémula embocadura de sus pechos, la marejada violenta de su corazón. Definitivamente aterrado, y ahora qué va a ocurrir, me dije, vaya con mi corte de pelo, con lo a gusto que estaba yo en casita, ahora esta panterota, con su escarola y su paella a cuestas, se deja caer la bata, se me queda aquí en el tanga rojo pasión que le regaló su chulo, y para qué queremos más, qué hago yo entonces.
     
   Pero sólo pasó que Mari Gloria acarició con mimo mi pelotita, como una bruja buena  su bola mágica, y luego me besó en la coronilla, y casi caigo allí fulminado. Ella aprovechó entonces para sacar de algún lado dos vasitos de un aguardiente amarillento, cómo si no, y alargándome uno tras alzarme el mandilón como el velo a una novicia, me dijo, “en Mari Gloria,  en rebajas, invitamos a un chupito”. Chocamos nuestros vasos, qué le iba a hacer yo, “El amor de mi vida has sido tú” de nuevo a todo trapo, y a cambio ella liberó mis ataduras. Recogí mis gafotas, certifiqué el careto de mochuelo desguarnecido que me había quedado, dejé los diez euros y  me largué de allí. En la calle hacía frío y sólo rezaba porque, como siempre, no  hubieras seguido leyendo hasta aquí.  Quizás no me leerías nunca más, y me abofetearías sin remisión, y entonces, qué de mí.