Y es que –como cogiendo
carrerilla para la trola reza el artículo (El Mundo.es 5-8-2016)- científicos
de la Universidad de Yale han
realizado un estudio en 3.635 personas mayores de 50 años en el que demuestran que aquellos que leen con asiduidad llegan a
vivir hasta dos años más que los que olvidan
los libros. ¿Olvidan o no leen?, vaya lío. Oh, Periodismo, dame el nombre
exacto de las cosas.
Espera que hay más, pues, cogida
la carrerilla, suéltase ya la calderilla: El
estudio realizado por tres científicos de la Escuela de Salud Pública de la
prestigiosa universidad americana ha comprobado que, dentro del grupo de
lectores sobre el que se han realizado 12 años de seguimiento, aquellos que
dedican a la lectura unas tres horas y media a la semana eran menos propensos a
morir en un 17%, mientras que los que superan esas horas de lectura llegaban a
alcanzar el 23%. Asombra, claro, la meridiana precisión estadística de la
benéfica prestación creciente, con total independencia del libro en cuestión,
que mira que esa variable sería interesante de conocer.
Y con la velocidad, claro, el
castañazo: Sin embargo, el motivo por el cual se presenta este
alargamiento vital no se explica en
el resumen de la investigación. ¡Acabáramos! Ya te vale, Yale. ¿Así
progresan ahora de la mano unidos la Ciencia y el Periodismo? ¿Quieren de
verdad conseguir que la gente lea más? Esos mismos prestigiosos de Yale,
vale, pero asegurando ahora que después
de 12 años de investigación científica, ok, en esos mismos porcentajes, just perfect, queda científicamente testado que la práctica asidua de la lectura
consigue un alargamiento del pene, para ellos, y un enervamiento de los glúteos para
ellas. Y, vamos, lee aquí hasta el conde Lecquio.
Los enterados de Yale ( ya les vale) no llegan a la conclusión certera que se expresa en el último párrafo. Es así...y ellos lo saben.
ResponderEliminarY los enterados editores españoles no saben que aquí, precisamente aquí , tienen un maestro en escribir libros de esos que hasta Lecquio leería. Si eso es lo que se ha de vender, señores editores, no se enteran del business que se están perdiendo. Lean, lean y apresúrense a contratar a quien esto escribe que, siendo sólo un botón de muestra, es el hilo de un infinito ovillo creativo:
“ Ví como me miraban especialmente las tías, y el deseo descarado con que lo hacían. Me empalmé a lo bestia, claro, y adrede seguí bailoteando, dejando mostrarse muy a las claras el calibre de mi empalmadura. Hasta que algo me pinchó por la espalda: …por los clavos de Cristo, ¡eran los pezones erectísimos de Carola!, que estaba allí ella moviéndose a mi lado como leona hambrienta de sexo. Le saqué la lengua como si le chupara yo ya el mismísimo, y para mi sorpresa, restregó más y más su despampanante trasero contra el mástil colosal de mi botadura."
José Antonio del Pozo. Relato del Antro (Opus número 2 a la Grandragoniana maniera)
Quedan ustedes avisados.
Muchas gracias
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