Dicen las radios que China –sus
despóticos Jerarcas- se ha convertido ahora en el Gran Bazar Mundial ante el
que los Emisarios Plenipotenciarios de todo el Mundo de rodillas mendigan con
miles de millones de dólares y euros en la faltriquera digital las vituallas de
emergencia ante la Peste Global: mascarillas, trajes de protección, pruebas
diagnósticas, respiradores y lo que te rondaré coronavirusera. En meses tres,
para el mundo entero, en medio de una plaga voraz, ha pasado China –como si sus
Jerarcas fueran peritos, eso es, en mover siete platos a la vez ante el público
atónito- de ser el epicentro del Mal a ser el tabernáculo del Vil Metal, de ser
Zona Cero del horror y la exclusión a ser Zona One del negocio y la promisión,
dime tú si no es asombroso, si prodigio así, en el intervalo de la catástrofe
atroz, habíamos visto antes en la
Historia. Algún truco ha de tener, claro, la cosa, la chamusquina de China, de sus
despóticos Jerarcas, tan astutos, que cazan los ratones todos, grandes y
diminutos.
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