En una ventana que da enfrente de la mía, un piso más arriba, casi juntos, debajo el uno del otro, dos folios con celofán pegados a los cristales por fuera, con un muy parecido dibujo infantil en cada uno de ellos: dos cerradas nubes, cúmulos, blancas, claro, paralelas, unidas por un hermoso arco iris con sus siete colores bien anchos, rotundos y vivos. Y sobre el dibujo, en cada uno de ellos a lápiz negro, con trazo vivaracho, un nombre en mayúsculas: CECILIA, MATEO. Y si el vibrante candor de esos dos dibujitos me ha anunciado a mí, en medio de esta terrible ciénaga, la ilusión y la cercanía de la primavera, de su milagro, eso quisiera yo hoy, my friend, también anunciarte así de alguna manera, a pesar de todo y contra todo, la inminencia de la primavera.
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