Contaba, afligida, una doctora en la radio que los ancianos ingresados
en su puesto durante la primera semana de la peste habían muerto todos. Madre
mía. Era Marta Castro, geriatra de 45 años en el Hospital de Getafe, era en la
COPE. Añadió entonces, con la voz
quebrada, que algunos de ellos, en sus últimos días, cuando iban a atenderlos
les dijeron… “tranquilos, vosotros a lo vuestro, primero a los más jóvenes”.
Fue imposible no llorar al escucharla esto… Convendría a los españoles conocer
y aprender los nombres de esos ancianos, de esos viejos, y que su ejemplo, su
entrega, cada una de esas vidas, perduraran para siempre en la Historia, entre
los mejores de sus integrantes, en la memoria y en el corazón de todos, los de
ahora y los de las generaciones venideras. Gratitud, homenaje y reverencia
eternos e imborrables para cada uno de ellos, para sus nombres, para cada una
de esas incalculables personas.
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