viernes, 3 de abril de 2020

TUVIMOS QUE FINGIR LO NUESTRO (SALTARNOS EL CONFINAMIENTO III, RELATO, DÍA 20)



   
   No podíamos, ya te digo, juntarnos apenas, ni tocarnos casi, porque, además de los de seguridad, los propios clientes y los empleados, temerosos con razón de la diabólica facilidad de los contagios, también lo vigilaban todo, prestos a denunciar cualquier contacto de proximidad, y hubiera resultado escandaloso y hasta lapidable el ver allí a una pareja de desconocidos venga a toquetearse. Con lo que a mí me apetecía. Así es que, como lo lees, tuvimos que fingir lo nuestro para fabricarnos supuestas coincidencias corporales, azarosos encontronazos al elegir un mismo producto, al consultar el precio o el componente del muesli o  de unas galletas integrales, y poder así rozarnos mínimamente las manos, un brazo sobre el del otro de refilón, el lateral de los cuerpos chocándose sin querer queriendo, la trasera de uno por medio segundo contra el frontal del otro, viceversa diez metros más allá, parietal contra parietal un instante en pos de un mismo yogur, en fin, poder así yo al menos mirarla de cerca, escuchar su voz, respirar a su lado. Para no levantar sospechas, como si fuéramos desconocidos –un poco lo éramos en realidad-, nos separábamos… para casualmente volver a encontrarnos dos pasillos más allá, frotándonos un momento entonces espalda contra espalda, ooohh, sopesando y oliendo las pilas de manzanas y de mandarinas, las carnes y los pescados luego, lo de la limpieza y los cosméticos, pues todo lo husmeamos, -el uno a al otro también-, a la vez que, para no dar el cante, cada uno a su bolsa a veces echaba algo. Cuando a las ocho todo el mundo rompió en aplausos, dedicados a quienes a diario arriesgan su vida contra el virus devastador, ella y yo, enajenados, tardamos un poco en caer, nos miramos divertidos… y aplaudimos también.   Lo más  fantástico, sin duda, fue que, con toda esta movida, es que de los ojos se nos escapaban sin querer las risas cómplices, tantas, que teníamos también que esforzarnos en disimularlas, lo que nos movía… a reírnos más y más, a así unirnos más. CONTINUARÁ MAÑANA

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