Con Encierro tan prolongado, con Tiempo tan empantanado, con tan grande
como brusca y amarga Ruptura de lo que era, mejor o peor, nuestro día a día, la
suma de esos pequeños y amables hábitos que nos constituían ahora
centrifugados, normal el que en el día
60 de este marasmo, de la Nueva Era Covidiana, andemos muchos -nos lo notamos- por
dentro un mucho perdidos, un poco tocados psicológicamente. Confusos, abatidos,
tensos, hartos, desazonados, crispados y asolados a la vez, mal, una mezcla
vomitada y ciclotímica de todo esto. No veo nada malo en reconocerlo. Al
contrario, unas buenas lágrimas son a veces, yo creo, el bálsamo calentito que
permite desatascar la tristeza y así mejor conjurar los nubarrones interiores,
que eran por aquí ayer también exteriores. Hmmm, hay que ser capaces, me animo,
me digo, de volver a imaginar y a soñar por todo lo alto.
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