Si tuviera poder en alguna editorial, encantado escribiría el libro que en profundidad contara estos tres últimos meses de prodigios futbolísticos nunca vistos, sin duda destinados a más aún glorificar una Historia, si antes de leyenda, sagrada ahora. Que intentara describir lo del #RealMadrid now, que sería tanto como atisbar los divinos contornos de lo sobrenatural, de lo que queda más allá del entendimiento de las personas, de lo más que mágico. Contar cómo de repente, cuando parecía todo perdido y no quedaba ya tiempo del humano, contra toda lógica, zasca, una y otra vez irrumpía lo inconcebible, brotaba lo inexplicable, acontecía en furia lo inefable. El Real, sólo un equipo a medias hecho y desecho al principio este año, remontaba en un pispás cegador y enloquecedor uno tras otro a los mejores equipos del mundo, a todos. Tantearía las mejores palabras, y sus más logradas mezclas, para que pudieran dar cuenta aproximada de lo que con increíble recurrencia en estos ochenta días sobrevino: éxtasis y resplandor. El de las miles de almas hirvientes en el graderío, el de Courtois, Modric y Benzemá como hacedores sumos, el de Rodrigo, Vinicius y Camavinga de rodillas, negros pastorcitos de blanco. Anoche en la Final de París, Ciudad de la Luz y del amor, eso, San Courtois, providencial sobre providencial para que el Milagro en toda su plenitud se coronara. Se repitió anoche el Portento. Jó de nuevo qué noche anoche. It´s been a sweet day night. Fábrica de sueños, Catedral de los milagros, ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario