Como sabes, lector, casi siempre viene a ser la realidad un raro
potingue que mezcla las cremas esperadas con otras natas del todo inesperadas.
Sí, palmamos Javier y yo, como era
previsible. Marek&Luis Mariano
impusieron su padel superior y nos hicieron morder el polvo de la derrota. Y
sin embargo, al final de la Batalla,
a las tantas en el suburbial y semidesierto club de pádel, bajo la luz fanática
de los focos, este bobolavaina que te
escribe sentíase eufórico.
Me había puesto para la ocasión una camiseta de un naranja y muy
fosforescente tono, el mismo que había visto hace poco llevar a Nadal en no sé qué torneo. Me dije, me
dará suerte, y sin meterla bajo el calzón, la extendí a todo lo largo de la
hechura de mi cuerpo serrano. Y también como
Nadal, su mismo trote de
potro desbocado, de púgil rabioso antes del combate, empecé allí a proyectar.
Claro está, el color fosforito en Nadal,
espigado como un Coloso, puede tener
un pase, pero sobre la corta talla de mi persona expuesto, sin duda debía
causar estragos. Eso mismo que estás pensando, lector, el Naranjito epiléptico debía parecer entonces yo.
Luis Mariano&Marek,
atónitos, no daban crédito a tanta
efervescencia mía. Dispusieron muy severos sus rostros, observándome de
soslayo mientras calentaban. Hasta desde las pistas de al lado se acercaron un
momento varios padeleros, quizás deslumbrados por tan inquieto resplandor
naranja. Me tuvo que decir Javier,
mi compi, entre risas, “para, tío, que
te vas a reventar antes de empezar”.
Recordarás, amable lector, que había yo dormido fatal la noche anterior,
y que atravesé luego la jornada en puntas y atacado de los nervios. Empezó el
Duelo. Pues, para mi sorpresa, desde los primeros puntos, como si la camiseta
de marras, o la indirecta invocación del gran Nadal, o los mismos cibernéticos impulsos tuyos, lector, hiciesen
todos juntos mágico efecto, oh Dios, alabado seas, qué tremebunda alegría, noté
sobre mí, recobrados e intactos mis poderes padeleros que junto a Javier me habían llevado al puesto 108
de este ránking de rebajas. Sí, mis piernas volaban, mi mano empuñaba firme la
pala, mis golpes resultaban ajustados y solventes. Sí, estábamos compitiendo en
muy buena lid contra el vikingote que vino del frío, y sus efectos endemoniados,
y la termita infatigable que a todas las bolas llegaba.
Es más, en contra de lo habitual, resultó que fue Javier, mi compi, el que se descubrió atrancado en su pádel
poderoso y en que no le respondían como siempre sus armas decisivas: el remate
contundente, la ballesta mortal del revés, el picado de su bandeja, en
fin, la velocidad supersónica de su
juego, todo lo que nos hace ganar los partidos parecía habérsele eclipsado.
Créeme, lector, entonces, como un Titán
germinado en lo Naranja, como un
lejano efluvio del Campeón, como un
avatar de la Ciberesfera hecho
carne, allí comparecí Yo. Me fajé
como un tigre. Anaranjado, si quieres, pero tigre.
Es verdad, lector: este cincuentón gafudo y con coronilla que ves, en
gayumbos y envuelto a una camiseta naranja, plantó cara y defendió con
indecible garra el pabellón propio, nuestro. Empecé a pedirle a Javier las bolas medianeras, me agarré
con rabia a la pista, sudé, corrí, recorrí, jaleé a mi compi, golpeé, sacudí,
blasfemé, gané, … perdí. Perdí, sí, y qué, si fui un ciclón
desmelenado sobre la cancha, y qué, si fui feliz jugando bien al puto pádel en
aquel club mierdero a las tantas de la noche bajo la luz blanca de unos focos
lunáticos, y qué, si sentía la invisible presencia y el aliento de mis amigos
cibernéticos.
Y luego -¿recuerdas, lector mío, cómo terminaba el blog ayer?- , en el
remate bárbaro de todo, dentro del coche, a las muy tantas ya en aquellos
andurriales poligonales y semidesérticos, tras un rato de animada charla sobre
técnicos aspectos del crujiente Duelo,
mi compi Javier, que, cuando íbamos
a despedirnos, de pronto me dice… “Jose,
has jugado de puta madre… y perdóname la mierda de partido que he hecho. Perdona”. El cuerpo me pedía darle un abrazo y casi se
me empañaron los ojos… Menos mal que me vine de nuevo arriba, “¿eres tonto? Es sólo la chorra que han
tenido esos cabrones, ya les pillaremos por banda, ya”. Chocamos, como los
de la NBA, las palmas, ahora sí.
Post/post: gracias a Winnie0, a caraguevo, a Teo, a Hawai05, a Cesar, a Bego, a José, a todos por algo más que bloguear conmigo ayer, GRACIAS.
La proxima seguro que la ganas...Con ese teson no lo dudes...un abrazo...
ResponderEliminarJA JA Animo y tú insiste!!!! un besote
ResponderEliminarAnimo José Anotnio, al enemigo ni agua.
ResponderEliminarEsta noche dormirás como un lirón con la satisfacción del trabajo bien hecho. No te dejes convencer por esa vocecita que te dice: "levántate y entrena, campeón!"
ResponderEliminarMientras hayas hecho deporte para bajar la barriga cervecera, el esfuerzo habrá valido la pena. Miramé a mi, que el único deporte que hago es levantamiento de jarra en barra fija...
ResponderEliminarUn saludazo.
Que bueno....lástima no poder verlo....
ResponderEliminarUN ABRAZO!!!!
hay que seguir practicando, no queda de otra...
ResponderEliminarBesos