Así es que, lector, héteme aquí, como Massiel, como Aute,
buscando también yo rosas en el mar, las Flores del Bien, sólo que aquellas
rosas de entonces son mis amapolas de
hoy. La amapola es a la rosa, lo que el románico al gótico, todo lo que va de
una flor elemental a una flor sofisticada. Por supuesto la Rosa es… la Rosa, tiene bien ganado su prestigio
y conviene no tocarla más, nos lo
dejaron bien claro Rilke y Juan Ramón. Ningún
afán más consecuente además para un bloguero sin nombre que perseguirle el
vuelo a las fragilísimas amapolas. ¿Qué es un blog cualquiera sino una
rutilante amapola que de forma espontánea le ha brotado al descampado de la Ciberesfera? ¡Cuántos de ellos se
tronchan y malogran cómo éstas a las primeras de cambio! Y si crecen las
amapolas sobre todo en las cunetas de las carreteras, así los anónimos blogs,
que pululan por los márgenes de los olímpicos senderos de la literatura
editorial.
Las rosas en el mar de Aute&Massiel
venían a ser el símbolo de la Utopía
(personal y social al tiempo, es decir total, … y totalitaria, claro), de su
peliaguda búsqueda en la España de
entonces. También yo buscaba, entre un millón de almas, esas rosas por
entonces: inmensa explanada de la Universitaria en el 82, George Moustaki, Paco Ibáñez, Miguel Ríos, Serrat, Aute, Leguina,
Tierno Galván, todos a una recolectándole las rosas a Felipe y al Cambio.
¡Cuánta ignorancia buenrrollista me adornaba –hablo sólo de mí, que conste en el
acta de acusación- entonces!
Hoy sólo busco ya amapolas. Me pateo, cuando puedo, las umbrías de los jardines
y parques municipales en su pesquisa. También las piruletas, que sólo las
jóvenes con sus labios tiñen de un rojo rabioso y lanzan luego debajo de
cualquier banco, hacen revivir en mí el vuelo de aquella utopía, que hoy pour
muá sólo puede ser personal y adquirir una forma libresca. Pues sabrás, lector,
que como Luther King tuve esta noche un sueño: voy a escribir un libro. Un
libro cuyas hojas, cuyo alma, claro, tengan la suavidad misma de las amapolas.
Las amapolas, querido amigo bloguero, no se encuentran en los parques o jardines municipales, buscalas en el más allá del horizonte, en esos campos verdes y virgenes. Ahí encontraras a tus verdaderas amapolas. Tu sueño no es una utopía, puede ser realidad si tú lo deseas y no dudo que sus hojas, su alma, será tan suaves como tus amapolas y su olor, será como el de la rosa. Saludos
ResponderEliminarEs muy de interes tu entrada, e interesante tu blogs, me gusta
ResponderEliminarCreo que buscarlas es una utopia, un busqueda inutil, cierra tus ojos y sueña con ellas al canto de Serrat.... Besos
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