Estuve en los madriles, que ayer eran aztecas, viendo un rato por la tele el concurso de
gimnasia rítmica del Londres 2012
maya. ¡Qué injusto me resultó el bostezo que al final, por la canícula, por la
modorra de la hora, por la acumulación de tantos ejercicios, acabé profiriendo!
Me resulta fascinante esa disciplina, que somete la impensable acrobacia física
–es decir, la humana puja por aminorar la dura ley de la gravedad- al refinamiento
de una estilización que trascienda las piruetas hacia los terrenos elevados del
Arte, es decir del espíritu.
No es casual que para ello las sumerjan en la Música, y en la más excelsa a menudo, como maravillosa brújula
sonora, con el imán de su inmenso potencial evocativo, a la que deben las
jóvenes atemperar sus contorsiones. El resultado de esa fusión muestra casi
siempre una plástica que te deja arrobado. ¡Con qué elegancia tejen y destejen
de belleza la seda de la pista, qué armonía tan dulce en esos movimientos como
animados por un dios autor de una Creación entonces perfecta! ¡Cuánto trabajo
se adivina detrás de esos breves instantes preñados de tan mágica cadencia!
Lo único malo es eso, la acumulación de tanta belleza. Una actuación
tras otra acaba por volvernos insensibles a ella, como los conserjes del Museo del Prado. Se da incluso en estos
terrenos una economía de las pasiones, y el exceso de oferta, el atracón, acaba
por abotagarnos el gusto. Ver con calma y bien atento uno de esos ejercicios,
dos todo lo más, paladearlos, llenarse por dentro de su magia y retenerlos ahí,
hasta que lentamente vayan posándose en el mejor fondo del armario del espíritu
que con nosotros llevamos. Eso de la gimnasia rítmica yo te digo, querido
lector.
Post/post: gracias a Mónica y a NVBallesteros por venir ayer, por bloggear a mi lado. GRACIAS.
Pues qeu geniales...un abrazo desde Murcia..seguimos...
ResponderEliminarComo la vida misma Jose Antonio, el exceso empacha, que un par de ellos visto con ganas, te dejan el alma serena, pero se debe hacer como con las buenas comidas, quedarse con hambre.
ResponderEliminarEn pequeñas dosis es mejor, da más tiempo a saborear las cosas. Lo mucho empacha y aburre y uno termina cansándose. Saludos
ResponderEliminarEse ritmo acompañado de vestimenta, música y sutileza me embriaga siempre...También es una disciplina olímpica que disfruto José Antonio. Un beso para tu alma desde el mar de Ibiza
ResponderEliminarAcabo de ver la final y la verdad es sublime...Besos
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