Perdóname, Otoño, estación
favorita mía, por no haberme detenido hasta hoy a darte la bienvenida que
mereces y de la que sea yo capaz. Ya sé que no te gusta tampoco a ti plantarte
y trompetearle a la gente tu incursión, que sólo le hablas tú despacio y al
oído a quien quiera y sepa escuchar tu murmullo, a quien quiera y sepa admirar
tu insinuación. Eres, Otoño, muy poco post-moderno tú. Verás, Otoño, es que
ando enfangado en bobos asuntos de Política, de una parte, e intimidado de otra
por poderosísimas y cegadoras Irrupciones de Señora en mis míseros predios,
imagínate, que me distraen de tu melancólica llamada a mi puerta, a la de
todos. A la porra la Política y la Señora. Pude hoy caminar un rato a mis
anchas por el parque de mi barrio y de nuevo te encontré, dulce Otoño. Reinabas
sobre un viento tibio que traía consigo la promesa de la lluvia contra el
rostro y que movía a las mujeres a abrazarse a sí mismas, a estrecharte en
realidad junto a su seno. Qué hermoso
estaba todo bajo la sombra de tu compás inicial, como la alegoría de una
decadencia detenida en el crítico punto de su belleza. Qué alegría el descubrir
de nuevo que permanece en ti intacta, como nueva, la melodía de la serena
seducción que para mí te envuelve. Una belleza frágil, sí, que cada año retorna, que con el Tiempo no
caduca, por más que se construya sobre la estela misma de la caducidad del
verano. Aleteas, Otoño, en las ramas peladas y altas de los árboles, en sus cortezas
cuarteadas, vives en los bosques y en los parques, desciendes a ellos desde el
cielo azul vertiginoso para investirlos de tus ropajes ocres, para alfombrarlos
de las anchas hojas que son tu divisa y quizás tus mismas manos amarillentas.
Susurran las hojas al descender suavemente desde los árboles, como
balanceándose al compás de una música sinfónica que te fuera propia y solo
tuya, Otoño, como si fuera el susurro el dialecto que tú hablas y al que a
todos nos invitas, tras el vocinglero verano. Invitas al paseo en paz, invitas
a la contemplación y al sosiego, nos convocas como cada año al espectáculo
callado de la mano del oro viejo que le das a todo. Haces de la Naturaleza, Otoño, un libro amarilleado por los
ecos del verano y por los dedos del Tiempo en sus bordes que es una delicia contemplar. A tus pies, Otoño mío. Vas siempre conmigo.
Post/post: gracias a Winnie0, a MAMUMA, a Cesar, a BEGO y a CLAVE por contar con su impagable aprecio, por bloggear ayer conmigo, GRACIAS.
El otoño es un poco como España, decadente y melancólico. Yo, amigo, me encuentro más en el punto donde se encuentra la primavera y el verano, allá, por la noche de sanjuan.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por este escrito al Otoño, mi estación preferida, quizás por que tambien yo creo hallarme en el de mi vida.
ResponderEliminarLos colores del Otoño me parecen incomparables, son con mucho los mejores del año.
Nuevamente gracias por el post.
te dejo un enlace a uno mio del año pasado.
http://jaquintal.blogspot.com.es/2011/11/un-paseo-por-el-otono.html
El otoño me pone el alma y la vista de tonos dorados.....cobrizos..Un beso otoñal
ResponderEliminarMagnífico.He palpado tu Otoño, en el que todos contemplamos un poco más allá de lo trivial de este tiempo de cambios y pereza.
ResponderEliminarUn saludo cordial.
No sé dónde has aprendido a escribir tan bien. Lo importante es, además, que eres un magnífico observador y tus ojos no se ciegan con la basura que te echan diariamanente los pòlíticos.
ResponderEliminarEl Otoño es magnífico en Madrid durante esos días en que el sol calienta tibiamente y nos pinta tan maravillosamente las cosas que nos rodean.
Es bonito el otoño,prefiero la primavera. Buen escrito. Saludos
ResponderEliminarhola!!!
ResponderEliminargracias por este homenaje al otoño, me gusta que hayas dejado de lado la politica y te centres en el!!!
saludos!!!
mayte
También me encanta, aún hay días cálidos pero se va dulcificando esa chicharrera infame que deja Agosto y lo calcina todo, con una sinfonía de tonos y olores que esponjan el alma con algunos toques melancólicos...pero todo volverá nuevo, verde y brillante pasado un breve espacio de tiempo.
ResponderEliminarY ¿hay algo que al descomponerse huela tan bien como las hojas de otoño?
un saludo
Me quedo con el oro viejo del otoño. Es el único oro que va quedando en esta España nuestra. Queda algún dinero viejo, pero se va llenando todo de nuevos ricos que no aprecian el otoño; para ellos todo es verano, bullicio, griterío, cava, vino y despiporre.
ResponderEliminarBello otoño el que describes lleno de poesía, olor y sensaciones, he sentido por un momento un otoño que viví en Santander..saludos amigo ..
ResponderEliminarOdio el otoño,sabes????
ResponderEliminarPero visto así me parece precioso...
Gracias...
Esta estación me genera melancolía...
ResponderEliminarBesos