Hagamos, lector, de la necesidad en el día de hoy virtud y dejemos que el aroma delicado que pudiera envolver mi relato no se evapore tan rápido, que se pose y se remansen las palabras que lo componen en su propio curso también hoy, para que así más queden en ti, y quien aquí se asome, si es que le place, en ello medite, pues como decía Flaubert, para que una cosa resulte interesante al menos hay que observarla dos veces. Pues eso.
Gracias a M Teresa, a Sonja, a Mónica, a Hormias, a Juan Carlos, a Inmaculada Moreno, a Tamara, a Chela, a Juante, a CLAVE, a Norma, a Mateo, a MAMUMA, a Cesar de nuevo, a Chela otra vez, por dejarme aquí sus para mí valiosísimas reflexiones y apreciaciones, que tanto animo me dan, GRACIAS
ResponderEliminarEs muy excepcional que algo nos cautive a primera vista o primera sensación, pues a menudo las cosas no son lo que parecen y es frecuente incluso que las circunstancias que rodean y acompañan los objetos, las personas, los paisajes, influyan en proporcionarnos imagenes distorsionadas. Es necesario mirar con pausa, contemplar, percibir con intensidad, captar matices, buscar distintos enfoques, encontrar el mejor momento, la mejor luz, y muchas veces nos sorprenderá como toma relieve e importancia lo que anteriormente nos parecio difuso e incluso insignificante.
ResponderEliminarLa observación atenta es la primera condición para una percepción objetiva, necesaria para producir las mejores ideas, sensaciones, emociones...
Estoy con Flaubert.
Un afectuoso saludo.
Sí, claro, dos veces.
ResponderEliminarLa vida enseña que aunque la belleza fácil y deseable de personas y cosas está a primera vista, la otra, la belleza intrínseca de personas, animales o cosas necesita siempre una segunda mirada – por lo memos- para que alcance el grado de interesante, grado más sutil y profundo que el de la belleza, pero de absorción más lenta y posiblemente menos sabroso para paladares rústicos, que SEMOS la mayoría.
¿Pero quién tiene tiempo y capacidad para mirar por segunda vez? Lo feo se mira sólo una vez, y lo bello, una vez encantado el observador con la primera visual, ¿cómo arriesgarte al disgusto que supondría una segunda mirada desfavorable?
En general creo que la mayoría no busca un ideal, porque entre otras razones, habría que tenerlo diseñado, luego buscarlo o tropezárselo; después ser capaz de identificarlo, y conseguido esto último, conquistarlo y/o poseerlo. “Cuan largo me lo fiáis”
Nos guste más o menos, hay una realidad que nos permite comparar las relaciones entre personas con las relaciones que las personas tiene con sus platos de comida.: Buscamos, necesitamos por desnutrición afectiva, aunque nos cueste reconocerlo, una relación rápida, sabrosa y que nos cueste poco. Claro, a todos nos gusta, pero sólo lo hacemos de vez en cuando por los esfuerzos económicos y de organizaron que requiere una reserva en un restaurante caro. No digamos si hay que preparar el manjar en nuestra propia cocina.
-¿Hay hambre?
- ¡Siiii, mucha!
-Pues os voy a preparar un…
-No tío. Que no. Un bocata tío. Algo rápido. ¿Vale? No te enrolles.
Flaubert, Goethe y otros muchos… Son otros don José Antonio.
Con Permiso don José Antonio.
ResponderEliminarEs muy interesante. Lo he pillado de este blog:
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=UBXXXLolfKs