Ayer mañana, camino del trabajo, me
despisté un instante con el coche –yo creo que va a ser esto de llevar el Mundo
sobre las espaldas- y sin querer le di al de adelante en el parachoques, cosa
de ná. Paramos. Se bajó rápido un señor de unos 60. Pensé enseguida, joooder,
ahora verás el cascarrabias este... Aquel señor, sin mirar siquiera el
parachoques, me encaró y entonces –a la altura ya de los doce de enero- simplemente
me dijo… ¡FELIZ AÑO! , y se metió de
nuevo en su coche. Qué ganas sentí en ese mismo momento de abrazarme a aquel
hombre… de dejar ahí los coches medio tirados y en ámbar intermitente, de
largarnos él y yo a tomar café y churros por ahí, de invitarle, claro, de
charlotear y saber su nombre y su vida, si acaso también él una vez había
escrito un libro fracasati, qué alegría, hostias…. Sólo que ya nos pitaban los
cláxones con furia, así que… nada, sólo pude responderle por lo bajini, decirle
claro que sí, señor, muy feliz año,
alzar la palma de la mano como un pacífico sioux en la gélida mañana post-navideña
y salir también pitando.
Me preguntaban ayer, “bueno,
vale, ¿pero tu libro de qué va?”. Me hubiera gustado contestar lo de Woody Allen a propósito de “Guerra y Paz”: “Va de Rusia”. Decirle
yo: “Va
de las ilusiones”. Pero esos lujos le están vedados al bloguero anónimo
que va por los ríos desbordados del Twitter mendigando aquí y allá su
desconocida mercancía.
Tuve entonces que pensarlo. Mi
libro cuenta la historia de un cuarentón al que su mujer le señala la puerta de
salida de la casa. Descubre entonces su minusvalía emocional. De cuanto le
ocurre después, cuando ha de salir al mundo, ajeno y anchísimo, para superar su
zozobra, para engañar a su desconcierto. De lo duro que se le hace ese
aprendizaje elemental de la supervivencia afectiva. De cómo hallará en la
propia escritura, a trancas y barrancas, la brújula que le permita hallar al
cabo una imagen aceptable de sí mismo, y levantar así el muro de la obturación
interna que le impide ver la belleza y el propio absurdo del mundo y de la
vida, que es lo único que tenemos. De eso, de esas ínfulas.
Encontrarás en mi libro, lector, humor
y amor, alegrías y tristezas, encuentros y desencuentros, presente y
pasado, trozos de vida al acecho, un cuarentón abandonado, discotecas dudosas,
fatales mujeres, rollizas peluqueras, un sofá misterioso y abrazador, un cartel
de Comisiones, un buzón en el que ya
no figura tu nombre, la dentadura perfecta de Burt Lancaster, el fiasco de una noche de verano, una chinita que
hace como que toca el violonchelo en el metro, una niña que juega en el patio a
la rayuela mientras otro niño la observa tras las cortinas y un tercero enchufa triples como un descosido, lo que
entre ellos tres sucede, una tía y su sobrino en la sagrada edad de la
iniciación erótica de éste, Nocheviejas agridulces, risas y humo, ginebra y
música, un amigo fiel, una mujer solitaria, otra mujer bella y propagandista,
los malentendidos en que consiste a veces la existencia, alguien del pasado que
reaparece para bien y para mal, un héroe local, el lío de un sms enviado por
error, unas navidades tristes, una Venecia imaginaria, un vikingo fenomenal, la
fuerza del sol, la memoria de la emigración, un juego de dardos al límite, un
padre y un hijo paseantes y ofuscados, un ascensor y una comunidad de vecinos
estrafalarios, una patata frita elevada hacia el Cielo como una hostia, un
cumpleaños insólito cantando a lo Sabina
entre polacos, todo eso, como un baúl de la Piquer muy revuelto, como un arca de Noé para el diluvio
sentimental del protagonista, de este Armando
que está, en efecto desármandose y
rearmándose al paso duro de los días, tras la estela todo de su particular
sensibilidad… todo eso y más, lector, y cuantas cosas compartiremos como un
secreto, entregándonos a través del libro lo que tenemos, tanto amor y desamor
que tenía yo guardado para ti; todo eso en mi libro hallarás, lector.
Porque a mí parecer un libro íntimo, no tanto porque nos revele
interioridades escabrosas, sino porque sobre todo consiga con desnudez
hablarnos como al oído de los paisajes esenciales del alma de quien lo
escribió, es también uno de los más acabados símbolos por los que alguien
ofrece al Otro –a quien físicamente no tiene delante, al que de otra forma
difícilmente podría hacerlo- la propia mano. Esto soy. En estas historias –no en forma de un discurso, sino con
destreza encarnadas en personajes vivos a los que les ocurren cosas, a quienes
sorprenden los avatares amargos o alegres de la vida- late la urdimbre sentimental
que hasta aquí me trajo. Quiero ponerlas
en común contigo. Quiero revivirlas a tu lado. Puede que te reconozcas también
en ellas. Aquí tienes mi mano, tómala.
Estréchala. Entrelaza la tuya con la mía.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada,
pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)
La entrelazo! Un abrazo
ResponderEliminarPues ya es raro el sucesi, que la mayoría dice eso de "por mi coche matoooooooooo!"
ResponderEliminarEso fué la providencia. Le mandó un mensaje de paz. Ese hombre no existe. Dios lo puso ayer un ratito en el mundo para decirle a usted que es de esos hombres que se merecen la PAX. Ese hombre no escribe libros. Él es el libro. El verdadero. El único que enseña lo importante.
ResponderEliminarDigo yo... ¡ COÑO, VAYA USTED MÁS ARLORO EN EL COCHE CAR !
Es uno de los inconvenientes de escribir y tener un blog.
ResponderEliminarAyer me acordé de usted en un bar de mala muerte. Mala muerte y no mala nota. Ya quisiera yo.
En la Razón de ayer, en sus páginas de salud ( pág. 22) hablaban largo y elogiaso de la granada.
Un perfecto don Nadie, en un bar barriobajero acordándose de usted y sus letras. Se siente.
La vida nos sorprende a menudo con maravillas como éstas... por eso - entre otras cosas- es bello vivir.
ResponderEliminarUn beso mágico y alegre ( o dos).
PD: En cuanto me recupere del agujero económico de las navidades, te pediré un ejemplar de ese libro tuyo que estoy deseando leer...
:)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTodo el mundo no es güeno, eso tye lo digo por experiencia. Saludos
ResponderEliminar"Fracasatis" son los que aun no lo han leído
ResponderEliminarUn abrazo