Uff, estaba anoche il Antro
hasta las trancas. La desesperación del Pueblo ante la espantosa crisis, la
conjura masiva de la angustia ante el terrorífico Fascismo rajoyano, que dicen
en el TW, habían de ser. A la entrada, sin quererlo, interferencias de la
actualidad, miras ya de otra manera a los trajeados señores que guardan las
puertas. Bendiciones, les dije yo a ellos mentalmente antes de nada.
Azar o necesidad, el caso es que en ese justo momento un pícaro trató de
colarse con una tarjeta sin fondos. La sinuosa rubia que encima de un taburete
ante la registradora despacha las entradas, con un grito a lo Penélope Cruz en los Oscar, alertó en
efecto a Pedrooooooó:
-A ver, Pedrooo, que ese señor, el de
gris, sa colao… tarjeta sin fondos… dice que ya lo sabe Fernando, pero qué
Fernando…
Y allí mismo, delante de cuantos contemplábamos expectantes la
ceremonia, el fornido celador de mandíbulas a cartabón y corte a navaja,
chasqueó los labios, descendió a trancos los siete escalones que separan el
atrio de la nave central del Antro, atrajo con furia hacia sí la puerta de
cristal separadora, encaró al tuno. Ahora verás, seguro que pensamos en ese
momento muchos de los que allí estábamos.
Pero entonces, de forma inconcebible, como si la realidad en los
madriles se confabulara en parodiar o en prolongar los noticieros, te lo juro
yo por el santo blog, lector, el corpulento cancerbero, ese mazinguer capaz
seguro de liquidar de un golpe a una vaca, con gestos apaciguadores, más aún, con
ademanes propios sólo de la suavidad algodonosa de un Pontífice, se limitó a poner la palma extendida sobre la cabeza ya
gacha del truhán mientras acercaba el oído a la súplica que demudado le ofrecía
éste. Le dejó caer luego él, por los gestos se adivinaba, unas muy dulces
reconvenciones. Vino después el mazas encorbatado hacia donde estábamos:
-Déjalo, Pé, no tiene un duro el
hombre. No va a liarla. Te lo aseguro.
Tras la puerta acristalada, el
pillastre, sin alejarse aún, esbozaba una sonrisa… beatífica, sí. Bueno, miré
alrededor y en todos los semblantes de los que guardábamos cola podía leerse lo
mismo: las ganas de romper a aplaudir allí mismo al portero del Antro. No lo
hicimos, claro. Sólo en el rostro de la rubia sinuosa de la registradora pudo
bosquejarse, sólo por un instante, el atisbo de una decepción. Pero enseguida
volvió a mirar a Pedrooo cachas extasiada. Nos esperaba a lo lejos, dibujado ya en las mentes, un lentísimo gin tonic, esa otra bendición. Me
pareció entonces, fíjate, que llegaba la
Navidad al Antro.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
“...miras ya de otra manera a los trajeados señores que guardan las puertas. Bendiciones, les dije yo a ellos mentalmente antes de nada.”
ResponderEliminarEs usted un cachondo total.
Su post de hoy contiene entre sus líneas una mezcla casi imposible:CALOR Y GUASA.
ResponderEliminarMi estimado amigo,
ResponderEliminarCon tu permiso voy a dejar una nota en este post para Napo que visitó el blog Guitáfora y estoy seguro fue gracias al link que dejé en el anterior post.
Napo:
Ondina León es una CUBANAZA, así con mayúsculas, de la cual me siento enormemente orgulloso ser compatriota y, para más señas, ES UNA NEGRA, es de la misma raza de Nelson Mandela, así que ella sabe muy bien "en que árbol se rasca" y como agarrar los cuernos para dominar al toro.
Un fuerte abrazo cubanísimo,
Simón José