Verá, Majestad, podría Usted…
podría traer por las orejas a su
cuñado Urdangarín –entiéndame, hablo
en términos simbólicos pero inequívocos, aunque de verlo realmente así, Urdanga de rodillas y trasorejado ante
todos, la propaganda por el hecho de que hablaban los anarquistas sería
incontestable- y que devolviera hasta el último penique de lo afanado, más los
intereses correspondientes, claro.
Podría también Usted, Majestad, atender, con propósito y acciones
nítidas y tajantes, la acuciante necesidad de ejemplarizar la imagen y el concepto popular de la Familia Real,
tan empañada de errores y corrupciones en los últimos tiempos, por más que no
liquiden el balance globalmente muy positivo de la etapa juancarlista, acaso
entre los mejores años, entre los más prósperos y civilizados de la Historia de
España.
Debería asimismo Usted, Majestad, ante las difíciles situaciones
económicas por las que atraviesan miles y miles de familias españolas, adoptar
ejemplares y drásticas medidas de austeridad
en el seno de la Casa Real que todos
pudiéramos fidedignamente observar: reducir personal, reducir gasto, reducir
presupuesto. La sociedad española necesita, Señor, como agua de mayo
ejemplaridad y limpieza.
Podría asimismo, Señor, también en público tirar de las orejas a los
principales partidos políticos del sistema constitucional en orden a
hacerles ver la imperativa obligación de afrontar y sancionar, y con claridad
separar de entre sus filas, a los responsables de los notorios casos de corrupción que a los mismos
asolan. Podría Felipe VI convertirse
en simbólica vanguardia ante la sociedad de la obligada lucha contra la corrupción.
Y podría y debería, Señor, por último pero no menos importante, afirmar
su indudable determinación a constituirse en garante esencial de la unidad de la nación española, ese Bien
de orden moral y pragmático a la vez, tan gravísimamente amenazado ahora.
Conseguiría con todo esto sin duda hacer
útil la Corona a los ojos de la mayoría, que es lo esencial, y así esa
mayoría la defendería. No dude en ningún momento que será el curso, en un
sentido o en otro, de su actuación y de sus hechos, más que los principios
abstractos, la que condicione la mayor o menos adhesión general a su
persona.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
Hola José Antonio,
ResponderEliminarSoy Felipe VI. Muchas cosas me pides. Vosotros los votantes, reunidos todos como "pueblo soberano" habeis llevado al precipicio la unidad y el orden moral traidos por el que muchos, con animo de denostarlo, llaman dictador.
Conociais lo que Zapatero dio de si en su primera legislatura, y aún así le votasteis para una segunda. Sí, aquel pacifista que destapó todos las cajas de los conflictos ilegítimos, pero que negoció con los enemigos de la nación.
Tu sabes, estimado José Antonio, que yo sólo reino y que no gobierno... y además, con la corona, he heredado una gran desafección hacia la monarquía, no ya de los de siempre, sino de otros que vieron cómo desde la más alta magistratura no se honró el puesto.
Así que mucho me pides... en tu derecho estás... pero no te puedo prometer mucho... mi padre me ha dejado la cosa que arde... Los enanos y la mala hierba han crecido demasiado y si hablamos de instituciones, unidad nacional, economía y por qué no decirlo, moral, puede ser que nuestro alarido de profundo dolor llegue hasta pernambuco.
Recibe un cordial saludo de S.M. Felipe VI. (misael)
Buen comentario "Felipe" , el pueblo siempre busca un salvador.
ResponderEliminarSi el nuevo rey tienga buenas intenciones, me basta, como los demas cidadanos.
Si el ex rey, era un poco mas severo , seguramente Urdanga se lo pensaba dos veces antes de meter la mano en la hucha.