martes, 10 de noviembre de 2015

Los besos, el cine, el porno, nosotros

   


   Si el mejor cine clásico “inventó” tras la Segunda Guerra Mundial los interminables besos en los labios, y así, cuando la Fortuna se alió con nosotros, derritiéndonos, licuándonos,  imitamos a esos grandes actores y nos sentimos entonces un poco como ellos, incurablemente románticos y apasionados, fundidos en besos con nuestra enamorada, no sé yo si no son hoy los numeritos hiperrealistas del porno, tan accesible, invasivo y omnipresente, los que a todos nos inculcan, implacables, sus maquinales y protogimnásticos modelos, tan desprovistos de ternura, tan paradójicamente desnudos de algo remotamente parecido a una verdadera caricia, esto es, si no serán ahora las del porno las fábulas dominantes que nos dictan qué, cómo y cuánto y por dónde debemos hacer si de verdad ansiamos sentirnos modernos y libres, si queremos hoy sentirnos vivos.     





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1 comentario:

  1. Fotografía totalmente prescindible.

    Nos habla de esto y aquello del porno y qué diferencia con un amor de caricias y zasca, nos endiña una foto de porno.
    Es como si para hablar de lo enmi€rdao que está aquella cosa vd. pusiera una foto de la idem.

    misael

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