A traición, como en la misma son peritos, mientras Jacques Hamel, sacerdote de 80 años celebraba la misa, es decir, el sacrificio de Jesucristo, penetraron en la iglesia por la puerta de atrás. Allí mismo, en aquel lugar sagrado, delante de dos monjas y de un par de fieles, los niñatos psicópatas de la Yihad –apenas diecinueve podridas primaveras sobre uno de ellos- lo sacrificaron a él. Los yihadistas le obligaron a arrodillarse y, oh concesión a los tiempos posmodernos, grabaron en el móvil cómo ellos mismos lo degollaban, cómo entre chorretones de sangre le rebanaban el pescuezo a ese pobre octogenario, vamos, además de ejecutar allí un extraño y propio ceremonial, que no se diga que no se adorna ahora con ritual el criminal. Ah, cuántos inconscientes de fanáticos anticatólicos -vistos sus tuits, sus guasaps, sus pancartas, sus gritos- no se habrán sentido oscuramente masajeados con la hazaña degolladora.
Puritita snuff movie la gesta, claro, con reminiscencias entre El día de la Bestia, Reservoir dogs, Tesis y otros títulos del Terror. Si el cine clásico nos enseñó a besar, cierto cine posclásico, menuda gloria, enseña a gorematar-. Tesis, sí: los cerebritos de la Yihad, y sus acólitos psicópatas, frecuentan mucho ese tipo de cine y son, por supuesto, gente de la peor ralea, a quienes, por precoces que sean, no tiembla el pulso a la hora de ejecutar las más abominables Infamias que imaginarse puedan. ¡Serán malnacidos! ¡Malnacidos serán!
ALFREDO URDACI RECOMIENDA "MIS VEINTE RELATOS DE AMOR Y UNA POESÍA INESPERADA" (ver vídeo abajo)
“… el segundo (libro) que les RECOMIENDO, es de un autor, José Antonio del Pozo, que uno descubrió a través de Internet y del que nos llega su segunda obra, Veinte relatos de amor y una poesía inesperada. Son relatos que tienen algo de disparatado, pero es que en la literatura de este autor todo es posible, todo se mezcla, desde el Big Bang a la Nocilla, pasando por una aparición de Nicole Kidman en Alcorcón, todo escrito con ironía, con humor y con mucho amor.
Y, como entonces, ahora a Urdaci yo aquí le digo y le escribo: Muchas gracias. Y yaque, señor Urdaci, le escribo: y claro, cómo no habrían de ser algo disparatados unos verdaderos relatos de amor, ¡no serían tales si no fueran cuales!, ¿no tiene acaso el Amor mucho de divino disparate, de embriagador y desaforado dislate que trastorna y complica (y disparata, eso es) la vida de las personas, que nos hace mejores de lo que somos, y que visto y recreado todo eso con ironía, es decir, con distancia, resulta bien aleccionador? Thank you very much, Urdaci.
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Todo tipo de violencia me repugna. Ý lo peor es que no sé cómo podremos pararla.
ResponderEliminarUn beso grande, amigo.