lunes, 13 de abril de 2020

LA PASIÓN DE MEL GIBSON (DÍA 30)




  Aunque –una de estas noches la pusieron por una tdt- contiene imágenes y momentos de una belleza sobrecogedora, la explícita y descontrolada truculencia –con registros propios del gore y de las snuff movies, que más que al intelecto o al sentimiento, hurgan entre las pulsiones más rastreras del consumidor- en que Mel Gibson anega la Pasión de Cristo, hace de la misma, a mi juicio, un guiñapo macabro, un espectáculo sanguinolento tan excesivo que echa a perder la película, hasta hacer de ella un producto inverosímil y  muy desagradable, casi enfermizo, a ratos extraña pesadilla sado-masoquista.

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