domingo, 10 de mayo de 2020

HISTORIA DE UNA PALMERA DE CHOCOLATE (CONFINADOS, DÍA 57)




   Andaba uno de bajón esa mañana, para variar. Todo esto, que nos arroja a mil estados cada día, que parece nunca acabar. Iba a pedirle sin ganas al hombre el pan nuestro de cada día… y desde la vitrina la palmera entonces –ese día, mil otros me ignoró- me miró, te lo juro. Más que desde la vitrina, pareció su figura llamarme, interpelarme, reclamarme, desde mucho más lejos y adentro, desde la impenetrable selva de un Orinoco real e ideal al tiempo, diríamos. Fue, sí, una revelación, pero es que lucía allí preciosa, restallante de presencia y fulgor, exuberante y curvilínea, perdóname, como una mulata de esas que cortan las respiraciones con sólo mostrarse. Tenía forma de corazón además, corazonada al cabo. No se diga más, se la pedí y envuelta en papel que me la llevé al río, digo a casa, con la boca por las calles haciéndoseme agua dulce, como el piratilla que acaba de hacerse con un tesoro inesperado. La desnudé de su envoltorio sobre la mesa y… allí su baño de chocolate como un río denso, como una lava benéfica y dulcísima, allí la arquitectura tensa y tersa, bien arquitrabada, de las alcochadas láminas de su hojaldre pujante, que era su soporte, la inminente promesa de dulzura que ella para mí exhibía. Preparé en vilo café y leche mientras, sin la sábana que antes la tapaba, expectante y golosona, no dejaba ella de guiñarme, créeme. Troceé ese goloso corazón y contra el tazón yo lo mojé. Se me deshizo la palmera en la punta de la lengua lo justito, un río de chocolate y hojaldre en marcha, en aluvión ya dentro de mí, cerré los ojos, cómo no, y mientras ella me embadurnaba las comisuras de su oscuro carmín, como un vampiro del cacao me la fui lentísimamente comiendo, haciéndola pasar y pagar peaje en cada una de las aduanas de la lengua y del paladar, qué estallido de dulzura por toda la boca… que desde ahí me bombardeaba los silos nucleares del cerebro, qué reingreso al País de la Dulzura y al de la Infancia… Qué rica la palmera, joder.    

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