Revolviendo el otro día unos papeles, allí se me apareció, teñida de
sepia, aquella columna deslumbrante del gran Manuel Vicent en El País, que por su deslumbrancia yo me la guardaría, seguro, a ver si se me pegaba
algo. Leída ahora mueve a traca, sí. Resulta que en el bajofelipismo, en los 90 del XX, oh, tiempos, oh, eterno retorno de
los tiempos, hubo también okupas,
apuesta y despuntar de su indignación contra el Poder establecido, quiero
decir. Pero era entonces Vicent muy filofelipista -qué de cosas borrokas le hemos leído después,
equiparar por ejemplo a Fidel nada
menos que con Don Quijote, qué valor- y con finura estilístística denunciaba a
los okupas, aguerridos precedentes de
los podemitas okupas instalados hoy
en el Ayuntamiento. Recreemos ese arte, tan intemporal que acaso venga que ni pintado al hoy, a la vista de zapatas, maestres y errejones varios:
“Su ideología consiste en
escribirlo todo con k. Pertenecen al partido del kaos, fracción
izquierdista. Desprecian la política, viven en comunidad, actúan en manada… En Madrid un grupo de esta cofradía de krakers
acaba de ocupar un viejo almacén junto a la M-30 Sur… en la pared han escrito
con alquitrán esta pintada: “Territorio
libre de fachas”. Detrás de ellos directamente está ya la nada… Pero la
sección española del kaos tiene una
nota peculiar… los domingos por la mañana los aledaños de ese santuario se
llenan de coches de importación. Algunos papás
llegan hasta allí para llevarse a su hija a casa en el Mercedes y otros
propietarios que ya han fracasado en el empeño llevan a sus criaturas embutidos y pasteles, el saco de la lavandería y el
cheque de la semana. ¿Dónde va usted, señor lobo? Voy a llevarle esta cestita
de huevos a mi nieta Caperucita, que
está de kraker”.
Mamma mía, qué arte se gasta Vicent,
qué fulgurante penetración al meollo del repollo. Esta criminalización de los okupas la perpetra un escritor no
izquierdista y lo empalan en plaza pública. Ahora, a más de colokar ellos mismos en nómina pública
¡a sus padres!, hasta Ansón,
decíamos ayer, le augura éxitos y le
lanza simbólicos piquitos a su
idolatrada Rita, santa y progre. De traka
paka, ya te digo.
Marzo y su
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