Sucedió así que en el último partido,
tan próximo el pase a la reserva, libre ya de toda presión competitiva, el brazo
de este bloguero como en un milagro del todo se soltó. Que más que brazo a mí mismo patidifuso me parecía formidable tentáculo justiciero. Repartí estopa para dar y tomar,
vamos. Me salió un partidazo que ni a Aníbal
en Trasimeno. Es que ni yo me
reconocía tras mi camiseta celeste. Me dieron ganas hasta de sacarles la lengua
–o de hacerles, como Punset, los
cuernos- a los demudados pintamonas que teníamos enfrente. No lo hice,
lector; tampoco para eso valgo.
Ni siquiera levanté los brazos a lo Kaká, como la otra vez.
Muy educadamente saludé a los rivales lechuguinos. Estreché con fuerza luego a Javier, que estaba el hombre algo
confundido tras la insólita metamorfosis que le había sobrevenido a mi torpe brazo. Como si al guión que se desplegaba delante
de nosotros le hubiera acordado mejor una derrota estrepitosa. Sabíamos los dos
de sobra que era nuestro último abrazo de ránking.
Más tarde, dentro del coche, a solas una vez más, sólo que era ésta la
última, en los confines desiertos de un club suburbial, bajo una noche sin luna
pero con algunas estrellas, repasamos como siempre los pormenores de la
reciente batalla. No acababan de salirnos del todo las palabras. Arranqué y
conduje luego el coche en medio de un silencio incómodo. Llegamos al fin a la
glorieta dónde él se apea. Era muy muy tarde en medio de la noche inmensa. Entonces,
sin apagar el motor, le canté a Javier mis cuarenta:
-Quiero que sepas que ha molado mucho, pero mucho mucho, jugar durante
estos cuatro años a tu lado, Javier. Que he disfrutado como un loco jugando
contigo de pareja al pádel. Ha sido algo genial y especial el hacerlo. Intuí
cuando te conocí que nos llevaríamos bien, y me alegro de no haberme
equivocado. Me siento orgulloso de ti… además, que seguiremos viéndonos. Yo te
saco quince tacos, mi juego se ha estancado y tú tienes una gran proyección por
delante… ¿Que… que… que ya tienes hablado para jugar con un tío en el torneo
este que empieza ya, que es encima un crack? ... Pues… me alegro un montón por ti, Javier, …Ojalá os vaya
muy bien. Me encantará seguir sabiendo de ti. Si os encaramáis entre los veinte
mejores disfrutaré como el que más, si puedo vendré a veros, no lo dudes, tú le
das a esto muy bien, Javier, y tus victorias serán también un poco mías, así
las sentiré, te lo aseguro… y eso, que quería nada más decirte que sepas que
han sido una gozada estos cuatro años… nunca los olvidaré, gracias por ello…
Entonces Javier, que me había
escuchado con la cabeza gacha, me miró. Me da un poco de vergüenza decirlo,
pero sus ojos brillaban dentro del coche. Sólo me dijo:
-¿Sabes? Da un poco de pena… Chócala, compi.
Chocamos fuerte las manos, sí. Como los de la NBA, palma contra palma. Sólo por un instante los dedos se nos engarfiaron. Se bajó del
coche y pronto se perdió entre aquella espesa y negrísima oscuridad. Javier ya no es mi compi. Adiós, compi,
adiós.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)