"...Resulta que el sheriff tiene ya 51 castañas, se encuentra a sí mismo un mucho cascado… y acaba de contraer nupcias con una divina cuáquera a la que lleva 30 años. Ya en la ceremonia que precede al tálamo contrastan muy poderosamente la radiante ilusión de ella… y la palpable incomodidad en él, aquejado de una en apariencia inexplicable e íntima vulnerabilidad. Lo vemos comparecer ahí, en la boda, desasosegado, tenso, amedrentado -así lo denotan su ininterrumpido parpadeo, su inquietud facial y corporal- próximo al pánico, diríamos, ante la tremenda prueba que inmediatamente se le plantea. La apremiante luna de miel, yes. Anótese también que el ingrediente puritano de la novia sugiere su más que probable virginidad… así como una incontenible pasión hasta ese momento reprimida… y presta a desatarse pero ya sobre, con y contra el Héroe. El horror, el horror. Todo el inconsistente argumento que la película trama a continuación vendría a ser...".
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