EL BOBO, LAS ROSAS, LA CONTINUACIÓN EL UNO DEL OTRO, 17 e LOS DOS, ENVÍO INCLUIDO
política, literatura, cine, sociedad
EL BOBO, LAS ROSAS, LA CONTINUACIÓN EL UNO DEL OTRO, 17 e LOS DOS, ENVÍO INCLUIDO
Las calles nevadas
El otro día en El Mundo decía Jonás Trueba, el hijo de Fernando Trueba, cineasta y escritor, que “con tanta epidérmica distracción continua alrededor, LEER HOY UN LIBRO se ha convertido en un acto revolucionario”. Excepcional quería decir, creo, aunque lo de revolucionario suena más… comercial hoy también. Imagínate, si así se duelen los escritores con posibles, qué va a ser de nosotros, los escritores imposibles, es decir, los escritores sin Padrinos, sin Nombre, sin Contactos. Coincido por lo demás con Jonás, si bien yo, menos revolucionario que él, preferiría decir que, en medio de tanta distracción audiovisual, de tanta pantalla o Ballena omnívora, parar cada día el mundo treinta minutos y ponerte cómodo a leer un libro es un acto SUSTANCIAL, que te hace más sustancial.
Para saber por dónde va la sociedad no queda otra que, de pascuas a ramos, asomarse a la Telebasura, porque es el discurso dominante y porque ha cambiado, para mal, las sociedades hasta el punto de caracterizarlas. Para criticarla con fundamento, claro. Por eso no vale decir, “es que yo no pierdo el tiempo con la telebasura”, pues en ignorar su radical nocividad para la suerte de la sociedad estriba su principal éxito. Y a los muy pagados directivos televisivos que la dan cuartelillo, a quienes en general con ella se lucran, debería como mínimo llegarles nuestra repulsa, y que no tuvieran la conciencia tan tranquila cuando tan orondos y lirondos recogen los premios que se dan a sí mismos y a los patéticos “doce meses, doce causas” que a modo de tapadera enarbolan. No vale decir que son empresas privadas y que pueden hacer lo que les dé “la gana” -terminología odiosa esta donde las haya tan de moda, qué pueril razón le añaden a algo las “ganas”-. Son medios de comunicación social y tienen una responsabilidad social, igual que la tiene el tendero de la esquina, que en general la demuestra, y mucho más que ellos.
Increíble cómo nos persigue la Publicidad
Increíble cómo nos ignoran las personas que nos interesan
Ayer te vi, bandolera mía. Pasé
pantalla… y ni por esas desapareciste. Permanecías.
Al subir hoy la persiana con ligero fastidio descubrí, oh, maldita desilusión, mi mesilla recubierta por una capa de polvo… acaso como el mío corazón. Tras un instante de tristeza, entonces… sobre la empolvada mesilla con el índice escribí TU NOMBRE, y, bajo mi dedo escritor, hale hop, ah, bendita ilusión, la mesilla se hizo playa y el polvo me se hizo, faltaría plus, polvo enamorado. Y luego no lo borré, claro. Y durante todo este extraño febrero no hará falta ya hacer nada más, pues reinará también sin par tu calorcito sobre mi mesilla.
Cuando el grajo vuela alto... es que está ENAMORADO hasta las trancas. Y el grajo se sueña entonces paloma, equivocada o no, y planea, y hace planes con, por, según, tras y hacia Ella, y por todas las alturas va y canturrea como jubiloso contralto.
Hmmmm, dorado jabón... aún hueles a mi radiante tía Julia cuando, en los veranos, de niño me lavaba de arriba abajo todo el cuerpo en aquel barreño azul del pueblo.