Floripondeaba por encargo Floriano
en la pasada noche electoral con la mandanga chunga de las flores de la victoria, con la
matraca de ser el partido más votado por los españoles. Menuda victoria, sí: dos
millones y medio de votos menos que en las anteriores municipales. Las
victorias de Pirro al lado de las de
Rajoy eran olímpicas conquistas. Rajoy es que pedalea hacia atrás, como
bien pudo verse junto a sus candidatas madrileñas. ¡Pero es que lleva así
haciendo desde que obtuviera con mayoría
absoluta el Poder!
No es por nada pero en este blog ya clarito lo dijimos:
“El Partido Popular, contagiado de
la ya mítica parsimonia de su Líder Máximo, se aferra a que por muy
poco Vox no consiguiera un europarlamentario, y a que UpyD y Ciudadanos se
definan como “progresistas”, para a esas cartas y a su sola presencia
inmóvil como secular elemento del paisaje liberal-conservador jugarse todas las
cartas de su futuro. Recogerá a lo sumo así el caudal menguante de un voto
inercial, que difícilmente le valdrá para algo, y defraudará de manera
increíble el mandato de la mayoría absoluta que de la ciudadanía obtuvo.”
“La opción de Rajoy desde
entonces –en los urgentes capítulos que allí le señalábamos: remodelación
ministerial, corrupción, austeridad de
la buena, ejemplaridad en carnes propias, política de comunicación, apertura a
la sociedad- ha sido la de hacer nada,
ni siquiera la adecuada puesta en valor de la
Ruina de que su gobierno en buena medida nos salvó, alimentando más y más la
leyenda del tancredismo que dudosamente lo orla, mientras cada día más se
desciende en las encuestas electorales.
El desenvolvimiento de los estrepitosos casos de corrupción (tarjetas Black, tesoreros del PP, ramalazos
del Gurtel, Operación Púnica, comunidad valenciana) que en los últimos tiempos más aún han
ensombrecido su imagen, unida a la ausencia de una tajante e indiscutible
reacción contra los mismos, ha acabado por conformar una imagen de marca penosa,
tras la que se visualiza a un grupo
bunkerizado de adustos y vetustos profesionales de la Política, de Señores
que no se mezclan con la gente normal, muditos encima –nunca habráse visto
ministros tan parcos- que, a modo de tapón generacional, obstruyen la necesaria
renovación del Partido en el Poder. Tan contraproducente imagen –un partido
inexistente, enclaustrado, que no se abre a la gente normal que le vota- se hace más dañina para el observador
indeciso al observar la regeneración que en todos los demás partidos de una u
otra forma se ha dado.
Ni renovación gubernamental, ni primarias, ni debate de ideas, ni
disminución de asesores en todos los escalafones del Poder, ni dureza
implacable contra la corrupción, ni incorporación de jóvenes valiosos que
renueven las abrasadas efigies en las primeras líneas… nada, la opción
legendaria ya de Rajoy parece ser la de aguantar. ¿Aguantar qué Titanic? Pues el tiempo se acaba, señor Rajoy.
“Considerable batacazo del Partido
Popular de Rajoy, que recoge los frutos de un recurrente desastre comunicacional,
de los incumplimientos electorales, de la falta de ejemplaridad ante la
corrupción propia y de la cerrazón y
ruptura de los cauces de relación, representación e intercambio
comunicativo y simbólico con la sociedad, y en concreto con los millones de
ciudadanos normales que defienden sus mismos valores y principios”.
Ni tic-tac siquiera, señor Rajoy,
el tiempo ya se le acabó.
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