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martes, 31 de marzo de 2020

Súbeme-la-radio (La chapuza y III, Día 17)



  …Bajo el sofá  –hasta allí debió salir disparada- había una especie de tuerca. Con agujero y doble cabeza, qué era eso, ¿una hidra bicefalita? Una tuerca rara, rara, rara. Al menos para mí. Como aquel hombre de Neandhertal al descubrir el Fuego, ahí yo ante esa extraña tuerca. A ver, a ver, a ver. La uní al tornillaco en todas las coyundas posibles que se me ocurrían. Así no encajaba, así tampoco, ni así, ni asao, joder, que nada, que nada… pero, wait, wait … ¡así, sí!, ¡claro!, ¡eureka!, así entraban los dos a la vez dentro del listón… y ya está. Los engarcé meticulosísimamente, los introduje en la tabla, los sujeté con la mano, crucé los dedos, recé mis oraciones, los apreté duro con el destornillador… ¡Sí! ¡Lo conseguí! Menos mal que nadie desde balcones próximos –que yo viera- me guipó entonces porque, ebrio de júbilo, me di tres volteretas seguidas sobre el parquet. Me repachingué por fin, Triunfador Sapiens sobre el balancín.  
   Aupado sobre esa insólita euforia, ingrávido, medio loco, ya puesto, entre cánticos pachangueros del súbeme-la-radio-esta-es-mi-canción  me puse a limpiar la mesa y las sillas y el mueble de la tele y las estanterías de los libros, que lucían la noble pátina del polvo acumulado, y yaque los cristales de las ventanas, no te digo más, que incluso hasta con las barruceras del espejo del baño y los grifos la emprendí y…  y ahí dejé ya la limpieza, que tampoco convenía pasarse, no fuera uno a desmayarse ante tanto brillo. Y es que entonces, además, noté explotar dentro de mí un violento caudal de inspiración escritora atravesándome de parte a parte, así es que de inmediato me puse al piano, digo al teclado del ordenador y, medio poseído y arrebatado por no sé qué dioses, me di a la escritura de una fabulosa historia, que ya a partir de tomorrow, si es que vous voulez, leeréis, compays.

lunes, 30 de marzo de 2020

¡PERO QUÉ MANAZAS ESTÁS HECHO, TÍO! (LA CHAPUZA II, DÍA 16)



… Ostras, y por dónde y cómo empezar, si no tenía ni zorra de para qué todo aquel amasijo de alcayatas, arandelas y cachivaches varios servían. Volqué el balancín –casi me aplasto un pie, leche- para poder trabajarme bien la avería, lo examiné todo más serio que un perito fiscal y… me dio la risa… ¡NPI! Qué inútil eres, pero qué manazas estás hecho, me flagelé con ganas, de veras. Gasté lo menos diez minutos nada más que en mirar el entuerto: la tabla suelta, el tornillo largo que no enganchaba con nada, los encastres de madera a su bola. A ver, vale, podía darle pegamento durísimo a los encastres –que me puse perdidos los dedos con sólo intentarlo-, pero sin amachambrar el tornillaco no servía para nada. Saqué un destornillador, sólo que demasiado grande, luego demasiado pequeño, al fin el correspondiente, pero para apretar dónde. Ni flores. Otros veinte minutos en blanco, aunque me puse rojo, que hasta una patada, yo te confieso, le arreé al jodido balancín, desplazándolo lo menos un metro, descolocándolo, perdiendo más tiempo pa ná.
   Encabronado y todo, seguí porfiando con la cosa, una y otra vez repitiendo lo ya intentado, atornillando el vacío, que rayé la madera y todo en el forcejeo, una hora mínimo, o más, y es que mi porfía era del género bobo, dada mi nula clarividencia en esos negocios, dada mi torpeza constitutiva, vamos. No puede ser, tiene que faltarme algo, joder, pero qué. Me senté de culo sobre la alfombra, me insulté de nuevo, me tiré por el suelo derrotado y… entonces vi algo. CONTINUARÁ MAÑANA

domingo, 29 de marzo de 2020

Y de repente, una chapuza (Día 15)


  
  De no ser por esta obligada clausura, ni me pongo, ya te digo. Pero enjaulados a la fuerza como andamos todos, había que al menos intentarlo, ¿no? Hace unos días, verás, advertí que una de las tablas horizontales que contrapesan la estructura del balancín –a mecedora no llega- de Ikea en el que el menda se solaza a leer, y a ver pelis y tele, por uno de sus lados se había desencajado. Me asomé entonces a la anomalía, vi un largo tornillo suelto y dos anclajes de madera despegados, los encajé a lo bruto, le di a todo un golpe y… nada, que aquello bailaba para todos lados igual que antes. Negado del todo como es uno hasta para cambiar un halógeno, me dije, uff, ¿puedes todavía sentarte en él, no?, y como, si bien más hundido, así era, rematé la faena con un íntimo… pues passando. Hasta que al día siguiente, olvidado del asunto y por tanto del todo confiado, fui a apoltronarme sobre él, y de pronto aquella estructura retembló, y como barca averiada con estrépito se volcó de un lado, dando en el vuelco de paso, para haberme matado, con todo mi cuerpo serrano contra el parquet. Blasmefé hasta en yiddish, of course.
    Cuando el cabreo se me alivió, llegué entonces a lo del joder habrá que intentarlo que arriba te conté. Y me puse, jejejé, manitas a la obra. Saqué la maletita de herramientas básicas que my Father Protector, tan hábil él para todo, en su día dejara en mi casa.
CONTINUARÁ MAÑANA

sábado, 28 de marzo de 2020

Rocambolesco y asombroso (Día 14)




   Qué rocambolesco el que esta devastadora epidemia ya mundial, que tanta angustia como dolor y muerte nos contagia, que nos rodea y obliga a enchironarnos en las casas, le pille a uno enfrascado en un documentadísimo libraco que, a despecho de las habituales visiones apocalípticas, prueba el incontestable progreso de las condiciones de vida en sus principales parámetros para la inmensa mayoría de la Humanidad. Lo normal, lo cotidiano, hasta hace sólo doscientos años, y desde hace miles y miles de ellos, desde los hombres primitivos, para casi todos, que eran muy pocos, pues las poblaciones, presas de una mortalidad elevadísima, apenas aumentaban, eran la escasez, el miedo, las catástrofes, la enfermedad, la guerra y la muerte, en fin, la vida cortísima, penosa y lúgubre generalizada. Históricamente fueron las epidemias la más poderosa causa de mortalidad, esos invisibles organismos que la Naturaleza también aporta, que se reproducen con rapidez a costa de nuestras vidas, a veces exterminando civilizaciones enteras y matando a millones de humanos, más que diezmando a tantísimas poblaciones. La fiebre amarilla, la viruela, el tifus, la malaria, por decir algunas, cuando al menos pudo ya ponérseles un nombre, para luego combatirlas. ¿Consuela algo el saberlo? Hombre, algo sí, pero no mucho, la verdad.  

   Y más asombroso, alucinante diríamos, resulta aún el que, siendo un libro publicado en 2016, “En defensa de la Ilustración”, de Steven Pinker, 741 pgs, Editorial Paidós, pueda leerse en el mismo que el astrofísico Martin Rees “en 2002 apostó públicamente que en 2020 el bioterror o el bioerror provocarán un millón de víctimas en un solo suceso” (pg 371). Y que el mismo Pinker en público, irónico ante ese tipo de profecías chorras tan habituales, le aceptó la apuesta (pg 379). No sé cuántas víctimas al final se cobrará el coronavirus, en qué macabra estadística se detendrá su macabro mordisco, pero al leerlo, de momento, yo es que me quedé pasmado. Pasmado.     



viernes, 27 de marzo de 2020

Aquel flan




  Esta mañana bajé de nuevo a por el pan… y a por un flan. Tuve, en medio de esta ciénaga, ese antojo, yo que sé, me dio por ahí. Como si anduviera el muá, tú fíjate, embarazado, embarazado de ti, mujer. Me asaltó de golpe, vete a saber por qué,  el imbatible olor al flan casero que hacía mi abuela de pascuas a ramos en mi remota niñez. Venía, con un chino mandarín sonriente con sus finos y blancos bigotes más la perilla, pintado allí, dentro de un sobre que ya por sí solo lo aromatizaba todo con una primicia irrefutable de su maravilla, Flan Chino Mandarín. Hmmm, cerré los ojos y me relamí a fondo los labios, haciendo bien real aquella justa dulzura, aquel olor embriagador, su precisa textura, su flamante color, el del sol, el del oro, los mismos, sólo que mejor, en temblor vivo, todo ello por fusión multiplicado, más aquel dorado tiempo. Así es que terminado el éxtasis me dije, ya está, va, tengo para hoy plan: un flan.  

jueves, 26 de marzo de 2020

Máscara, mascarilla




   Parafraseando a Ortega y Gasset, -Ortega y Virusset aujourdhui- diríamos alora que yo soy yo… y mi mascarilla (la que, por cierto, no tengo). Con ella a cuestas, o con la sombra de su ausencia, a la compra, a la farmacia –de dónde desaparecieron-, a lo esencial. Obsérvese que en general la máscara supone comedia y, que de forma bien extraña, descubrimos que su diminutivo, que generalmente implica cariño, arrastra en esto tragedia, y que entre tanta risa –aumenta las defensas, dicen- en medio de las lágrimas –aumenta la humanidad-, a veces nos va pareciendo todo esto tragicomedia. Ojalá llegue pronto el grito de verdad liberador: ¡Fuera mascarillas!

miércoles, 25 de marzo de 2020

Esta primavera (Día 11)




   A ratos lucía el Sol con ganas tras la ventana. Como un resorte, me bajé a comprar algo entonces. A darme hasta allí un mínimo paseo de paso. Cuarenta metros, más o menos. A ponerme, ya tú sabes, a la cola de los pasmarotes medio zombies… que, sin duda por el influjo del esplendor del astro rey, indiferente del todo él –o no- a la peste que nos confina y ataca, estaba animada y charlatana, con menos distancia fija entre nosotros que otros días. Con el sol –se ha dicho un millón de veces, no por eso menos verdad- viene la alegría, aunque sea provisional, viene la luz, viene la claridad. Podemos entonces ver algo más allá. Desde la cola veía un trozo de campo. Es muy misterioso: en medio del virus, inmunes a él, a su bola, hierbas, matojos, arbustos, chiribitas… cómo todos se estiran y repintan, cómo se amarillea y verdea todo. Cómo, a pesar de los olmos derribados, despliega puntual sus hermosos protocolos la primavera. Y eso, que los pasmarotes andábamos hoy milagrosamente bienhumorados.  O sole mío, deberíamos habernos puesto a cantar. O sole mío, cómo tú estás. 

martes, 24 de marzo de 2020

¿Cuentos chinos?




  Dicen las radios que China –sus despóticos Jerarcas- se ha convertido ahora en el Gran Bazar Mundial ante el que los Emisarios Plenipotenciarios de todo el Mundo de rodillas mendigan con miles de millones de dólares y euros en la faltriquera digital las vituallas de emergencia ante la Peste Global: mascarillas, trajes de protección, pruebas diagnósticas, respiradores y lo que te rondaré coronavirusera. En meses tres, para el mundo entero, en medio de una plaga voraz, ha pasado China –como si sus Jerarcas fueran peritos, eso es, en mover siete platos a la vez ante el público atónito- de ser el epicentro del Mal a ser el tabernáculo del Vil Metal, de ser Zona Cero del horror y la exclusión a ser Zona One del negocio y la promisión, dime tú si no es asombroso, si prodigio así, en el intervalo de la catástrofe atroz,  habíamos visto antes en la Historia. Algún truco ha de tener, claro, la cosa, la chamusquina de China, de sus despóticos Jerarcas, tan astutos, que cazan los ratones todos, grandes y diminutos.  

lunes, 23 de marzo de 2020

Va (Día 9)




   -Espero, deseo y quiero que estés bien
   …
   -Lo mismo te digo

domingo, 22 de marzo de 2020

Un niño en la cola (Día 8)




   Iba yo también ayer mañana a comprar el pan. Umbral, hmmm, cuántos recuerdos lectores, cómo hubiera escrito él esta peste. El cielo encapotado, grisáceo, lúgubre. La calle casi desierta, espectral, sin vibración, a la que le faltara la sal y el aceite. Sólo algunos medio zombies como yo, con mascarilla o no, -las mascarillas por la calle contagian al barrio un aire apocalíptico, le asestan contornos de pesadilla, por más que reine de momento, valga la expresión, una calma crispada- a comprar, supongo. A ponernos a una cola silenciosa, mustia, en la que parecemos cada uno farolas sin luz a tres metros una de otra… Pasmarotes… Postes de teléfono sin tendido entre sí… Llega entonces una madre joven, con su infante de la mano, menos de dos años, calculo. Repeinado por la mami, tan formalito en su abrigo azul marino de grandes botones. Le explica las cosas, mira, Iván, mira la gente, tenemos que esperar aquí, quietitos, hasta que nos toque. La cola no avanza. Debe ser que el que está dentro está comprando mucho. El niño, de la mano de su madre, lo mira todo muy serio. Aguanta un minuto, claro. Tira de su mami, no entiende, empieza a llorar, a tirarle del brazo, a querer soltarse de su mano, no puede, llora más, no comprende, se acalora, se le congestiona la cara, berrea, imposible, claro, hacerle quedarse ahí quieto, quiere corretear a la tienda, a casa, adonde sea,   romper la distancia, escapar de ese lazo, es un niño. La mami, con rubor ya por toda la cara, apurada, no puede soltarle allí, lo coge en brazos, imposible también, sus palabras no le sirven, forcejean, la pataleta in crescendo… Paralizados y sacudidos a un tiempo, nos miramos un instante los pasmarotes… La llantina del infante nos hace sonreír, extrañamente nos anima e infunde vida, de alguna manera nos entrelaza… Que pasen, sin hablar acordamos que entren antes la mami y su infante repeinado… Gracias… Cesa el lloriqueo… El abriguito azul marino y la mami, de la mano, una bolsa blanca en la otra, desaparecen tras una bocacalle. Sonreímos… Suspiramos. Pude ya luego comprar el pan, Umbral.

sábado, 21 de marzo de 2020

Dos arcoiris (Día 7)



   En una ventana que da enfrente de la mía, un piso más arriba, casi juntos, debajo el uno del otro, dos folios con celofán pegados a los cristales por fuera, con un muy parecido dibujo infantil en cada uno de ellos: dos cerradas nubes, cúmulos, blancas, claro, paralelas, unidas por un hermoso arco iris con sus siete colores bien anchos, rotundos y vivos. Y sobre el dibujo, en cada uno de ellos a lápiz negro, con trazo vivaracho, un nombre en mayúsculas: CECILIA, MATEO. Y si el vibrante candor de esos dos dibujitos me ha anunciado a mí, en medio de esta terrible ciénaga, la ilusión y la cercanía de la primavera, de su milagro, eso quisiera yo hoy, my friend, también anunciarte así de alguna manera, a pesar de todo y contra todo, la inminencia de la primavera.    



viernes, 20 de marzo de 2020

La medida del tiempo (6º día)




LA MEDIDA DEL TIEMPO (6º DÍA)
Te das cuenta cómo, en medio de esta espesa ciénaga, nos pareciera lentamente ir perdiendo el sentido y la noción del tiempo, y no sabemos ya bien por qué estación nos andamos, no, no ha llegado este año la primavera, eso es fijo, aunque llegará, llegará, pero en qué día del mes estamos, si laborable o festivo, si es martes o jueves, si es día o noche, pues el tiempo se nos estanca y confunde entre las manos como un mazacote de membrillo amargo, vamos perdiendo su referencia, su brújula, un poco náufragos conmocionados cada uno de nosotros en nuestra mínima isla.      

jueves, 19 de marzo de 2020

Niños en balcones (5º día de la peste)




  A las ocho se volvió a escuchar –éramos menos anoche-  el ruido de ventanas y puertas de balcones abriéndose, y de inmediato, como un relámpago que fuera esta vez relajante, el restallar de los aplausos en traca viva, el batir de las manos que por sí mismo encendiera una chispa que fuera pasándonos la llama de unos a otros, de balcón a balcón, en medio de la fría noche con calorcito enhebrándonos. Padres y madres sacan ahí a los niños, y les animan a aplaudir y hasta a jalear, anhelando acaso que esa inocencia pudiera por sí misma conjurar y detener al monstruo de la peste que nos confina. Los niños -sobre todo las niñas, me parece- llevados por la extraña ceremonia festiva, prorrumpen en grititos de excitación y algarabía. Bueno, los padres se contagian de ellos y a su vez se infantilizan, y les veo y les oigo apretar bocinas futboleras berrear también un poco, dándonos así ánimos todos con todos. Algún aislado –es seguro que buscando unirnos más, disipar en algo la angustia- ¡VIVA ESPAÑA! de viva voz se escucha también, que ni se secunda ni se censura, como si nadie, tampoco los niños, supiera bien si procede o no en esta cruda tesitura el hacerlo. Bien se nota que la angustia no habita en los niños, que a su manera viven esto como un juego más, como una aventura distinta en la que acompañan a los mayores, aventura al cabo, parecido a lo que ocurre a menudo bajo los bombardeos en las guerras. Se ve muy bien que en ellos, por fortuna, la idea de la muerte aún no ha lastrado sus días, que no se hallan todavía presos ya para siempre de ese aguijón, de esa pesadumbre. Quién fuera uno de ellos.           

miércoles, 18 de marzo de 2020

EH, TÚ, CHAVAL, DÓNDE VAS




   Cuando al fin se fueron sus padres, pudo ponerse manos a la obra. Es que ellos se lo habían prohibido, “¿acaso no ves la televisión?”, le habían reconvenido. Desde el taburete de la cocina oteó por la mirilla la puerta de enfrente y el rellano. Nada. Guay, bada badún, badún, badún badún badero, se animó. Se puso el anorak azul. Bajó las escaleras con sigilo, abrió el portal sin hacer ruido y salió a la calle. A una calle completamente vacía, desolada por la cuarentena general, a la que la mañana soleada no conseguía ni maquillar un aire espectral. Qué extraño de golpe todo, qué sin brillo los árboles, qué silencio tenso en la avenida, como un diamante falso tallado sólo en aristas crispadas, que incluso las aves, sin duda alarmadas, habían clausurado su trinar. Sabía que estaba prohibido pasearse. Que los guardias podrían darle el alto y la chapa, eh, tú, chaval, dónde vas, ¿no sabes que te puedes contagiar?, y luego qué, eh, a llorar, buaaá, dime dónde vives, a ver. Avanzaba por eso a escondidas, refugiándose tras un tronco, tras ese poste, tras aquella señal, apresurándose a ganar la trasera del kiosko, anda que como haya por aquí drones, seré el hazmerreír de todos, bah, va, agachado por entre las filas de los coches, más varados que nunca. Llegó así a la parada del autobús. Tuvo que esperar allí un rato, pues ahora la frecuencia era menor. Calculó y preparó mientras la calderilla ahorrada para el billete. El conductor alzó las cejas al verle, y este renacuajo dónde va, con mirada fiera desde un bigote estricto le fiscalizó, –Daniel aquí enrojeció-, en fin, suspiró tras la mascarilla, lo dejó pasar. El autobús iba por completo vacío, vacío y extrañamente brillante, como la carroza de un tiovivo sin clientes. Ocupó un asiento en la séptima fila, al lado del cristal, con los brazos rectos encima de las rodillas y la mirada fija al frente. No abandonó esa postura en todo el trayecto, que duró casi dos horas y atravesó tres poblaciones del sur madrileño. Se apeó en una urbanización apartada, más demudada y fantasmal aún que su barrio. Sólo había venido antes por allí con sus padres dos veces, hacía ya tiempo. Tuvo que orientarse él solo y caminar sobre el asfalto más de cuarenta minutos. Uff, sudaba, empezaba a notar la fatiga, las botas le apretaban. Se desabrochó el anorak. Caminaba más despacio. Ahí, ¡sí!, esa era la casa. Desde el telefonillo, tras un buen rato, una voz cascada y recelosa, sólo rezongó "¿síiii?". "Soy Daniel, abre". Y después, ya delante de aquella figura encorvada de ojillos diminutos y hundidos en las cuencas, nada, abuelo, que quería estar contigo.        



martes, 17 de marzo de 2020

Viejos. Qué podemos




   ¿Somos capaces de imaginar la angustia sin tasa que en estos penosos días de la bicha mortal por fuerza ha de atravesar el cerebro y el cuerpo entero de las personas más mayores que nos rodean? ¿De verdad podemos calibrar su zozobra ante el invisible monstruo que principalmente a ellos busca, señala y sentencia para, sin remedio conocido, invadirlos y por la espalda atacarlos hasta asfixiarlos? ¿Podemos siquiera adivinar su íntimo desvalimiento, la marejada de horribles premoniciones y encontrados deseos que sin duda les asedian? Se esfuerzan por mantenerse enteros -por momentos taciturnos, agitados, ciclotímicos, resignados, bisbiseantes-, a menudo silenciosos, aislados muchas veces, mientras siguen de soslayo la información sobre la peste, con sus odiosos componentes estadísticos que sobre todo a ellos, por encima de clases, sexo y creencias, apuntilla. ¿Podemos adivinar, vapuleados ya de por sí por las mellas que la edad inflige a su salud, la desazón que ha de asaltarles tras cada súbita tos? Ellos, que en tantos casos, lo dieron todo por nosotros. Cómo no conmoverse entonces con su penar, con su temblor, con su dolor.     

lunes, 16 de marzo de 2020

Desde los balcones




DESDE LOS BALCONES
   Anoche, tras el aguacero, a las ocho, número que como es el símbolo del infinito sólo que izado en vertical, que es el sentido de la esperanza, de nuevo el bálsamo crujiente de los aplausos vecinales a los sanitarios, también, creo, para conjurar el miedo de todos. Más cortos esta vez, hay que decirlo todo. Hmmm, desde las losetas del patio interior se elevaba el divino y tópico olor de la tierra mojada, balsámico también ahora. Enfrente de mi balcón, de nuevo ellos dos, cada uno en el suyo. Ya me había fijado en ellos anteayer. Cómo, tras la ovación colectiva, hombre y mujer normalitos, de mediana edad, desde pisos contiguos, que pertenecen a portales diferentes, habían permanecido un buen rato entre ellos charlando en voz baja, componiendo al poco el uno para la otra y la otra para el uno posturas casi adolescentes, animadas, como si los aplausos hubieran sido el detonante para… al fin hablarse. Pues ahora lo mismo, pero con una gracia más añadida a su íntimo coloquio: se hablaban, cada uno desde su balcón, algo más de cerca esta noche. Incluso a veces entre sí se sonreían.  Despreocupados del todo parecían, créeme. Aún seguían hablándose cuando me volví yo a lo mío, a escribirte. Y pensé (y me avergonzó un poco, no creas, moraleja tan obvia)… que hay cosas, hay flores, hay luces que ni el virus más torvo puede detener. Fuerza, Dios mío, para el nuevo día.

domingo, 15 de marzo de 2020

Aplausos y silencios




   Es emocionante la salva de los aplausos vecinales en la noche, ese crepitante reguero de presencia viva y próxima de unos para con otros, es verdad.  Nos anima en la clausura y busca a la vez el ánimo de los sanitarios, así mostrándoles el homenaje de nuestra gratitud. Me llama la atención en cambio, en todos los medios, el clamoroso silencio con que se ignora a las –cuando escribo esto ciento noventa y ocho- personas muertas en España a causa de esta horrible plaga, reducidas a poco más que un guarismo creciente que nos apunta al pecho. No sé, me gustaría también una mínima muestra de gratitud y de homenaje sociales de todos hacia cada uno de ellos, ahora que han pasado a mejor vida. Algo así, no sé, como… Ayer nos dejaron Francisco Tal, 74 años, leonés, carpintero, le gustaba cantar, fue una buena persona… Margarita Pascual, 83 años, andaluza, administrativa, bordaba como nadie… Descansen en paz cada uno de ellos.  

sábado, 14 de marzo de 2020

El amor en los tiempos del coronavirus




   EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL… CORONAVIRUS (Micro-relato)
   Yo me quedo en mi casa. Tú te quedas en tu casa. Es ahora lo que toca, joder. Y sin embargo, yo estoy en tu casa. Tú siempre estás en mi casa. No sé si me entiendes, me parece que sí. Que te quiero mucho, eso es. Sólo ahora, en medio de este terrible marasmo, me decido a escribírtelo. Y que cuando todo esto se pase, nunca jamás habrá ya pared alguna entre tu vida y la mía. Calma, amor mío. Te voglio bene.



SOY ESCRITOR. VALORA MI TRABAJO.
111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es   301 pgs  12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.

viernes, 13 de marzo de 2020

El misterio de los rollos de papel higiénico




   Ahora que la penosa realidad parece convertirse en una novela de Agatha Christie, no nos vendría mal su talento para tratar de desentrañar el insondable misterio de los rollos de papel higiénico. ¿Sólo ocurre en Madrid, en España, es nuestra berlanguiana aportación al Desastre? El caso es que los reponen y reponen en los estantes de los mercadonas ... y a los pocos minutos, voilá, como ovnis desaparecen. Qué lógica tiene este frenético rapto de rollos. Ayer tarde, delante de mí, mirando al tendido, un hombre se quejaba y clamaba encabronado... es el tercer día que vengo y no hay, qué pasa que los que trabajamos de día no vamos a poder limpiarnos el bul, qué vergüenza. La cajera, los tres o cuatro que guardábamos cola, nos sonreímos, claro. La cajera apuntó que es que no lo entendía, que a ver si va a ser que algunos tienen tanto miedo que se van de las calicatas. Nos sonreímos todos un poco más. En fin, este enigma merecería una comisión parlamentaria, un milenario programa de Iker, una meditación transbudista, el tantra de cualquier manta, digo yo. Calma.
111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es   301 pgs  12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.

jueves, 12 de marzo de 2020

Uff




UFF

  Y de repente, contra pronóstico, -imprevisibilidad y contigencia de todo- a casi todos nos parece, a cuenta del virus este, estar de verdad viviendo en prime time una pesadilla de las peores. Calma. Un abrazo y buen día, amig@s.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Las llaves viejas




   No nos deshacemos de las llaves viejas, aunque no tengamos ni idea de a qué puerta corresponden, porque algo late, algo sueña aún en el fondo de nosotros con que quizás, cuando estemos solos y la probemos, nos abra precisamente esa llave la puerta desconocida... la que nos aboque de bruces al haz resplandeciente de una inmensa plenitud... ¡tan bella!

SOY ESCRITOR. VALORA MI TRABAJO.

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martes, 10 de marzo de 2020

Amor filosófico




   Él la miraba platónicamente. Ella lo miraba aristotélicamente. ¿Entonces? Les faltaba, claro, la hegeliana polvareda de estrellas que entre sí y para sí en feliz síntesis les fundiera y confundiera para siempre jamás.



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lunes, 9 de marzo de 2020

Palomas




  Las palomas de mi barrio se han puesto hoy gargantillas de jade reluciente, qué tías, qué coquetas, qué pizpiretas, cómo alardean, cómo se pavonean. Algunas se dan el pico y todo. Qué listas que son.



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domingo, 8 de marzo de 2020

Mujeres, hombres y viceversa



 Entre las escogidas personas, tan sensibles como generosas, que aprecian mi escritura hasta el punto, para mí vital –pues me va en ello, no puedo cansarme de repetirlo, el oxígeno que necesito para poder seguir siendo y sintiéndome escritor-, de pedirme aquí mis 111 ROSAS, la abrumadora mayoría de ellas, en una proporción de nueve a uno diríamos, son MUJERES. Quizás sean ellas más vulnerables y propensas a la magia y a la dulzura de las palabras, al delicado gozo de la lectura, quizás la obra y los sentimientos que este escritor sin Nombre-sin Padrino-sin Contactos produce, halla entre ellas un mejor eco y abrazo, no sé. El caso es que, aun siendo no muchos, HOMBRES que alienten e impulsen mi trabajo, haberlos, haylos. ¡Cómo de excepcionales entonces, uno a uno, ellos han de ser! ¡Destacan también en cada uno de ellos esas cualidades de las que antes hablaba, ese entusiasmo por la cultura y los libros tan raro entre la molicie y la burricie hoy reinantes!

Así A Recio, joven músico y cantante, que tuvo a bien por privado escribirme:
“Hola, Jose. Me está encantando tu libro. Muchísimas gracias. Escribes de maravilla y me encantan tus relatos. Un abrazo muy muy grande”.
Y L Parra, formidable dinamizador cultural él mismo, poeta y escritor también, que anotó en este muro:
“Ya puedo dar la opinión y es estupendo… Te enganchas a él de una forma…”.
Pues eso, HOMBRES, HOMBRES, -os tengo por personas muy parecidas a mí- que muchísimas GRACIAS por vuestro aliento, por vuestro abrazo, tan valioso como necesario para mí.

111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es 301 pgs 12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.

sábado, 7 de marzo de 2020

Violinista en vagón



Micro-relato

Ya sólo las personas enamoradas le dan su óbolo al violinista mendicante del vagón. Porque están enamoradas. Porque tienen alborotada la sensibilidad, ad, ad, ad, ad. 

SOY ESCRITOR. VALORA MI TRABAJO.

111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es   301 pgs  12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.

viernes, 6 de marzo de 2020

Dedicatoria de mis 111 rosas




DEDICATORIA DE MIS 111 ROSAS
¿A quién sobre todo se debe un escritor Sin Nombre-sin Padrino-sin Contactos? A quienes le solicitan su obra, así de claro. Llegará él hasta donde ellos quieran, así de elemental la cosa es. ¿Por qué no entonces desde el principio agradecerlo? Pues eso.

111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es 301 pgs 12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.

jueves, 5 de marzo de 2020

Malditos algoritmos





  Se querían, se deseaban, se soñaban, se amaban, pero… -porca miseria- ... tenían los algoritmos cambiados.



SOY ESCRITOR. VALORA MI TRABAJO.
111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es   301 pgs  12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Coherencia y continuidad de mis 111 ROSAS





   Mis 111 ROSAS se pueden empezar por cualquier parte… y por cualquier parte de momento abandonarlas, con la condición única de no dejar la rosa en cuestión inconclusa, que a nada ni a nadie viene bien el quedarse en algo a medias. Su estructura liviana permite entrar y salir a placer, así las ideé, aparente concesión bajo la que late, creo, una sólida consistencia/coherencia interna basada en sucesivos círculos concéntricos –los que sucesivamente más amplios describe el descenso de una piedra que lanzamos al río, al río de la vida aquí- en los que se abordan los temas recurrentes: la amistad, la paternidad, el amor y el desamor, la belleza y la vileza, el mordisco de la soledad, el paso de las estaciones y de los viajes en metro, la noche con sus mujeres y hombres fatales o magistrales… Así, no es preciso acordarse en la página 177 de lo que se dice en la 44, pues la eficacia expresiva, la resonancia emocional, se producen por decantación, por sedimentación de todos esos materiales nobles en los intersticios de la memoria y de la sensibilidad, ad, ad, ad, ad. 

111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es   301 pgs  12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.

martes, 3 de marzo de 2020

111 ROSAS, EL LIBRO TOTAL


   


   Presentí, ideé y concebí mis “111 ROSAS” como una rapsodia, esa música llena de misteriosa armonía, bohemia a veces, clásica otras, romántica siempre, que, como la vida misma combina elementos variados. Por eso hablo de “libro total”, más acá y más allá a la vez de los géneros concretos, que adrede busca integrarlos, yuxtaponerlos y fusionarlos, libro libre de ataduras y fórmulas concretas, pues -siempre tras los pasos de mi protagonista, ese sentimental cabal a la busca de los afectos perdidos-  a veces nos parece novela por entregas, ya que contiene muchísimas historias, a veces diario, tal es el registro cómplice de su trama, a menudo la intensidad lírica lo vuelve poema, en fin, en ocasiones se reviste con los tintes de un sutil ensayo. Y ello por buscar cómo mejor expresar y recrear la realidad que nos rodea, en toda su belleza y en toda su vileza, que es discontinua y adopta tonos distintos a lo largo de los días, que no es monolítica, que es, sí, misteriosa y agridulce. Y libro total también, porque así lo son, salvadas todas las distancias, los mejores libros para mí de la Literatura: el Quijote, las 1001 noches, Rayuela, El Libro del desasosiego, a cuyo altísima e ilusionante sombra mis 111 ROSAS se acogen.   

111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es   301 pgs  12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.

lunes, 2 de marzo de 2020

Yo no te pido, yo sí te pido




  Tampoco el muá te pide que le bajes una estrella azul, sólo te pido, eso sí, que el espacio libre y alegre de mi libro vibre entre tus manos con tu luz.
111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es 301 pgs 12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.

domingo, 1 de marzo de 2020

Único en todo el mundo mundial


  


   Creo que soy –dime si no, por favore- el único escritor en todo el mundo mundial que hace presentaciones individualizadas de sus obras. Es decir que, tú, sólo tú y nada más que tú, me citas, en los madriles o por internet, y sin compromiso te presento yo durante treinta minutos mi obra, te hablo y te cuento y te explico de ella, y luego tú libremente vas y decides si la quieres o no. Y tan amigos siempre, oye. (¿Es acaso malo, aun a riesgo de ser incomprendido, aún a riesgo de rozar lo patético, el que un creador le hable a sus amigos, virtuales –no por ello menos reales- en este caso, de lo que mejor tiene, de lo que mejor es, es decir, de sus obras?) Quiero ser tu escritor de guarda, ea.  




111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va) La historia de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es   301 pgs  12 E envío por correo certificado incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.