Le cuelan de matute en El Gran Debate de Tele 5 entre muy
reputados y sesudos analistas. De por sí estos, en medio del trepidante
envoltorio del glamour basuriento propio de este programa, resultan en su
credibilidad ya bastante perjudicados allí. Se ve que muy bien les pagan y que
ellos tragan, pues están los trabajitos de pena. En cómplice liasson
con el Conductor, allá que se cuela Sardá.
¿A discernir, a calibrar, a sopesar contras y pros, a fino hilar? Quiá, lo de Sardá es la traca paca de saltimbanqui
del show bussiness con pretensiones
graciosas. Muecas, desplantes, piruetas sobre el sillón, un artista. Eso, más
sus ocurrencias savonarolas sobre la noria. Le voilá: Sardá guasón entre los Doctores, con el público aplaudidor y el
moderador en el bolsillo ya de entrada.
Para hacerle la publicidad al Banco
de Sabadell hay que ver lo rabiosamente anticapitalista que en sus partos
se muestra luego él. Esa nota esquizofrénica la tienen en común la mayoría de
los que publicitan ese gran banco en expansión. Casi cabría hablar entonces,
tras las gloriosas del 98 y del 27, de la Generación
del Sabadell como la mayor colla de ingenio de los tiempos
presentes, sí.
La otra noche analizaban la irrupción de Aznar. No se anduvo Sardá
por las nubes: de primeras dadas pidió ya para el ex presidente el Tribunal
Penal Internacional por los no sé cuantos mil muertos de la guerra de Irak. Ahí, al lado de Milosevic y demás carniceros comunistas balcánicos entre otros es donde situaría Sardá a Aznar. Grandes ovaciones con ello se cosechó. Luego
pasó a incordiar a Vidal Cuadras,
interrumpiéndole, a ver si conseguía que despotricara éste con la dirección del
PP. Vidal le frenó en seco: “yo creo
que Javier Sardá tiene visiones… Verá, usted me deja ahora terminar y luego
suelta ya usted sus ingeniosidades”.
Más tarde, confabulado con la independentista Pilar Rahola, al alimón con ella, inició un numerito circense con
ooooohs, eeeeeeehs y uuuuuuhs a cuenta de las privatizaciones aznaristas. Carlos Cuesta, allí presente, le
contrapuso los datos estrictos (número de empleos antes y ahora en esas
empresas) sobre las mismas. A Sardá
eso le daba igual. Lo que quería él es… ver a Aznar delante del Tribunal Penal Internacional. “Los mayores
enemigos de nuestro país que nunca han existido”, que decía ayer de este
gobierno Fernando Trueba. Mientras
tanto, claro, algún borjamari del PP
se rendía extasiado ante el ex –presidente Zetapé.
Todo un artista… del Banco de Sabadell, Javier
Sardá.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)