… No conseguía escribir cosas que te entusiasmaran, que disfrutaras leyéndolas en voz alta sin contrariedad. Algo mío en el escapulario de tus labios. Algo que releyeras también más tarde, en algún rincón apartado de tu casa, que se pegara a tu piel como un tatuaje marinero, que penetrara en tu cerebro para no salir ya nunca más, como sólo lo hacen la música que de verdad nos gusta y algunos recuerdos infantiles. Algo que me recitaras de frente algún día. Si no te gustaba ni siquiera a ti, cómo les iba a gustar a los demás. Pero ahora estaba allí, en el umbral de Mari Gloria Peluquería Unisex, y un poco aturdido por el ozono pino, que era el medio ambiente que reinaba, y por la canción de Camilo Sesto que en ese momento sonó y que casi me hipnotizaba –el amor de mi vida has sido tú, pero qué bonita, qué temazo-, bueno y también porque tras mi fracaso contigo me daba todo un poco lo mismo, y raparme al dos era sólo eso, hacerme un poco más daño, el caso es que descendí para poner mi cabeza en manos de aquella rolliza Dalila del hondo sur alcorconero. Entonces…