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lunes, 7 de febrero de 2011

A la atención de D. Emilio Botín (a la Garzónica maniera)


    
Estimado Sr:
     Verá, Señor Botín, no sé muy bien siquiera cómo encabezar esta carta, que sólo por un raro prodigio a su conocimiento habrá de llegar. Iba a poner “Querido Emilio”, siguiendo el elevado ejemplo que me mueve a escribirle, mas como uno poca cosa es y nada sabe usted de mí, resultaría ello de un atrevimiento incalculable y maleducado. Como le digo, es el exitoso modelo de la carta a su persona dirigida por el muy noble juez Garzón, sobresaliente paladín de la universal justicia –sabe usted mucho mejor que yo, D. Emilio, que ahora los acontecimientos acaban todos por cobrar una planetaria escala-, el que me impulsa a dirigirme a Usted, por mucho que lo mío, aun conteniendo para mí inmensa ilusión,  forzoso me es reconocerlo al tiempo, en mínima menudencia en realidad consista. Claro que a su vez, el que minúscula bagatela lo mío sea, no deja de animarme a intentarlo, por aquello de que quien pudo lo más, por fuerza ha de poder lo menos. Creo que me estoy un poco liando, Sr Botín, ya me disculpará sin duda Usted este nerviosismo de principiante.
    
     Decía el muy íntegro juez Garzón en su célebre carta, que no otra es la buena estrella que a mí, tan sólo un mero chiquilicuatre, en esto me guía, que “…como continuación de nuestra conversación de Navidades, te mando la propuesta… una propuesta bastante completa que someto a tu consideración”. Verá, Señor, acaso esta línea sea la que más me desanima  a exponerle mi asunto, que ninguna conversación con Usted las pasadas Navidades pude yo mantener, tan ocupada como su persona sin duda siempre ha de hallarse y tan lógicamente inaccesible para mí, apenas un modesto escribano. Además, el continuar una simple conversación con… toda una completa propuesta de financiación por escrito, es para mí  tan audaz salto en el vacío, una prueba tan de fuego, que no sé yo si alguna vez reuniré el arrojo necesario para afrontarla. Qué decir de esos “te” y “tu”, esas reveladoras muestras de una familiaridad tan cercana que sólo la íntima amistad puede procurar, y que uno ni de refilón hacia su persona alcanza. Aunque como se dice entre el buen pueblo llano, del que en su rostro –me perdonará, Señor, la osadía- vislumbres afloran, “total, con el no ya contamos, pues andiamo”.
    
     Hacía luego el recto juez Garzón en su misiva cumplido elogio del apoyo que “estáis dando” al centro Rey Juan Carlos de New York, que a él así parecía constarle. Creo, a mi parecer, que en esto Garzón, por quedarse corto y circunscrito, no es del todo justo. Es su mérito mucho mayor, Sr Botín y así todos, quiéranlo o no, y sin el más mínimo asomo de ironía se lo digo, Señor, lo han de admitir como indiscutible: el haber convertido, con su trabajo y su talento innegables e incansables, un simple banco provincial en una entidad multinacional pionera y crucial en el entramado financiero e institucional del desarrollado mundo en el que vivimos, es hazaña grandiosa al alcance de muy pocos y bien escogidos humanos. No hay sino que alegrarse, pues, de que los negocios le marchen tan bien.
     ¿Y qué diantres es lo suyo?, es posible que lleve Usted ya un rato entre dientes rumiándose. Discúlpeme, Señor. Bien sé lo precioso que es el tiempo para todos en la vida que ahora llevamos, que si a nadie gusta perder hoy el suyo en zarandajas, no digamos a las personas en verdad importantes, por tantos y tan distintos negocios a la vez reclamados. Acaso la celeridad sea un don que los cielos no quisieron concederme, como decía Cervantes de la poesía. Mucho le agradezco por tanto, Señor, el permitirme abusar de su sacrosanta paciencia.
    
     Verá: es el caso que soy yo, el que esta carta suscribe, autor de un ramillete de muy románticos relatos, de esos que acarician y reconfortan los más altos instintos en los más nobles corazones. Es también el caso que ese tomo de relatos, acaso por ser yo nadie, acaso por ser los mismos muy pésimos -no sé del todo a qué carta quedarme- tiene un muy desgraciado y aciago  destino, por no hallar editor alguno que ponerlos a la luz quiera, y por más que yo los mande aquí, allá y acullá, ni triste contestación siquiera de los mismos me llega. ¿Entiende ahora, Señor, el calado de mi amargura?
     Quizás pudiera usted, Señor, dada la proverbial liberalidad con que tiene a bien su persona  favorecer y fomentar las artes, al igual que en el asunto del gran togado que a mí me sirve de guía, -“te agradezco la financiación” decía él- hacer realidad mi sueño. Yo no puedo, como él, adjuntarle a mi carta el presupuesto, aunque a fe mía que una edición baratucha de mis relatos, por no mucho más allá de mil euritos ha de salir. Dice Garzón al final de su carta “quedo a la espera de tus noticias” y yo ni loco en algo así puedo confiar. Puedo en todo caso soñar –como bien sabe, Señor, de limpias ilusiones también se vive- que mi carta llegue a uno, que a su vez se la muestre a otro, y éste a otro, y así, como en los milagros que se cuentan en la Biblia, la misma a sus benéficos oídos llegue. 
    
    Se despidía Garzón de usted enviándole “un gran abrazo”. Y yo, al menos en esto, quiero, nada siendo, siendo nada, llegar más lejos que el principal magistrado. Le deseo yo muchos años, don Emilio, de venturosa y cumplida vida, otros tantos como mínimo a los que  ya sobre sí luce, y de tanta fortuna colmados. Afectuosamente suyo
José Antonio del Pozo



10 comentarios:

aspirante dijo...

Si a tan sentida y justa petición el Sr. Botín no contesta con prontitud y generosidad demostrará ser una persona sin corazón ni sentimientos, además de insensible a la buena prosa.

"los acontecimientos acaban todos por cobrar una planetaria escala" dice Ud.
Y me permito apostillar:
Ciertos paladines de la justicia cobran unos emolumentos a planetaria escala.

S. Cid dijo...

Y la tal Coixet presentando en Alemania documentales sobre las bondades del señor Garzón. Escríbele también a ella, a ver si te saca unos planos, te hace una buen anuncio televisivo y, con un poco de suerte, te conviertes en un superventas.

Mis ánimos, a ver si te responden ;-)

César dijo...

Escritor mío, pero qué ingenuidad la tuya. ¿Acaso eres tú juez? ¿Eres acaso tú poseedor de acciones nominativas o al portador que puedan interesar para una posible Opa del Sr. Botín? ¿Tienes una Caja de Ahorros? ¿Tienes, sin ir más lejos, ahorros? ¿Eres tú un rico terrateniente a quien "opacitar" a los ojos del fisco? ¿Eres tú el mismo fisco?. Ay, escritor, para llegar a ser Botín hay que ser como Botín y mucho me temo-o me alegro- que tu no seas de esa casta. Por mucho que le admires.
Me temo-yo no he llegado- que sólo se llega a esas alturas sin mirar en donde pisas, favoreciendo únicamente a quien te pueda favorecer, cobrando el 19 por ciento (y treinta euros por cada posición deudora)y retorciendo el brazo a quien haga falta.
De ahí mis anteriores preguntas; si respondes afirmativamente a una sóla de ellas, no te desanimes, todo es posible. De lo contrario, quizás te podamos ser de más ayuda tus fieles lectores, aunque tengamos que hacer una colecta para la publicación.

marcela dijo...

La ironía es el síntoma más grande de inteligencia.El Sr. Botín está acariciendo el lomo de Zp y poniendo otra vela en Polonia.
Un abrazo

LaCuarent dijo...

A lo mejor si se viste usted con traje de paladín tal vez y solo tal vez vea usted que lo miren desde lo alto de sus pedestales con otros ojos y sus letras tomadas en consideración. Pero caballero aquí nos tiene a nosotros que con los bolsillos muy pero que muy limpios por lo menos lo leemos
Le dejo unos besos financiados

Uno que mira. dijo...

No te canses. Todo es inútil. Saludos.

José Antonio del Pozo dijo...

-Hola, amigos: estoy cambiandome de Telefónica a jazztel y aun no tengo el nuevo router, por lo que escribo desde un locutorio, y ahora no tengo tiempo de contestarles como merecen. Baste de momento por tanto el darles las gracias de verdad por su compañía. Cesar, no ando tan desesperado para pedirle una colecta a los míos, pero muchísimas gracias de todas formas. Abrazos. (a ver si llega el jazztel)

César dijo...

Ey, que no quiero yo molestar tu dignidad. Te reclamaría rappeles y comisiones! Hasta ahí podríamos llegar, que ando mal del mecenazgo izquierdo.

José Antonio del Pozo dijo...

-Ah bueno, Cesar, si es asín, adelante con los faroles, te ofrezco ir al fifty-fifty si me consigues editorial (oye, que no me ha molestado)

Anónimo dijo...

Queria aprender algo en referencia ban esco on line y haye esta pagina web.
Me me contenta haber dado con ella.

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