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jueves, 24 de marzo de 2011

Los Cincuenta de Fukushima

    
    
      Ahora que, aunque sea todavía con los dedos cruzados, parece que podemos respirar más tranquilos todos, ahora que parece ya librada y con victoria la batalla vuestra en las entrañas mismas del monstruo más voraz que pueda imaginarse, ahora que en el silencio del anonimato –no conocemos ni uno sólo de vuestros rostros- habéis conocido el triunfo en una epopeya escrita con las letras altas de un coraje que no cabe en sitio alguno, que debiera ser inolvidable para siempre en el mundo entero, y antes de que el tigre histérico de la actualidad se cebe sobre gadaffianos endriagos, permitid que al menos este diminuto bloguero, desde el lúgubre ventanuco de su covacha en los confines de Europa, incline la cabeza monda y lironda ante vosotros y os rinda verdadera pleitesía, la que se debe a unos auténticos héroes que sin dudarlo expusieron sus vidas para salvar las de sus compatriotas, entre ellos la de una dulce japonesita que según el sanblogger soporta conmigo –unida esa mano a la de todos los que me leen- la vela pobre de este blog.
    
     Retemblaron las Tierras de Extremo Oriente con violencia inusitada, revolviéronse contra todo las aguas profundas del mar del Japón con un furor desconocido, arrastrando en su estrago criminal vidas y cosas hasta hacer de ellas incontables y catastróficas escombreras. Se hizo trizas ante nuestros ojos un mundo entero armónico y bien trabado. Por si todo fuera poco las centrales nucleares, esas ingenierías humanas tan fabulosas cuanto riesgosas, y en su grado máximo concentradas ambas dimensiones, desarboladas por maremoto tan horrible, exhalaron de pronto su urgente amenaza apocalíptica. De forma tan extrema llamó el Destino a vuestra puerta, en manera tan exacerbada convocó el Hado el reclamo de vuestro arrojo: simples hombres contra… ¿contra qué?... contra una gigantesca maquinaria infernal y devastada a punto de reventar y de reventarlo todo con ella, contra el frankesteiniano dragón inmenso de alientos criminales.
    
     Cómo no ponderar el cuajo de vuestra templanza para adentraros con desprecio del miedo y de la propia vida en esas horribles fauces, en el mismo corazón de las tinieblas radiactivas, salpicados por los venenosos humores borboteantes de la Bestia inclemente y sulfurosa,  ser capaz de mirarle a los mismos ojos a la Bestia desatada en su cueva , en aquel paraje humeante, con las trazas de la peor pesadilla de ciencia ficción de golpe hecha realidad y que en cualquier momento podía explotar, el horror conradiano hecho realidad en esa colosal nave que expedía vaharadas de muerte lenta también, cómo no celebrar valentía tanta.
     Es seguro que hay entre vosotros de todo, porque no se dan, por mucho que se parezcan como gotas de agua, dos personas iguales: hay entre vosotros, seguro, héroes heroicos, por así decirlo, de esos que gastan porte y lámina de homéricos titanes, de Aquiles, Ulises, Agamenones, Ajaxes homéricos de ojos rasgados –quién fuera ahora el genial bardo ciego que pudiera cantaros como merecéis- en esta otra guerra de Troya. Pero habrá también entre vuestro grupo, hombres y mujeres, personas de muy distintos humores: calladas, hurañas, juerguistas, despistadas, nerviosas, perfeccionistas, ansiosas, temerarias, misántropos, extrovertidas, en fin, la variedad de temperamentos que dánse entre los hombres, galvanizados todos por una común decisión ciega y rotunda de aplacar los vagidos reactores de la Bestia.
    
     Me gustaría saber vuestros nombres japoneses y aprendérmelos de corrido, para a la inversa que los esquimales, que conocen ellos cincuenta vocablos diferentes para nombrar la nieve, tener yo uno  muy largo, cincuenta jirones fundidos en uno solo, bufanda fukushima tejida con los retazos de vuestros nombres, con el que significar a mis amigos el supercalifragilístico de la entrega y la abnegación totales, y entendernos de sobra así. Qué profunda ironía  guarda el hecho de que trataba sobre todo vuestra intrépida misión dentro de la cibernética central atómica en humos en transportar el agua fría que apaciguara las bocanadas mortíferas de la Bestia, en llevar el mismo hilo cristalino del líquido esencial que a otra escala me pedía, que nos pedía, aquí Javir ayer mismo para no hacer el Bestia.
    
     Ahora que habéis en gran medida bordado una hazaña enorme,  destinada a perdurar en los libros de Historia junto a las gestas más nobles y serias de la Humanidad, no me parecería del todo mal que los más bromistas de entre vosotros, al estilo de los cinematográficos Cazafantasmas ataviados, le arreárais unos cuantos manguerazos en todo el jeto al impresentable comisario Oettinger, ese cretino indigno, que sembró el pánico con sus baladronadas, -o mejor, meterle el pescuezo un rato en el núcleo vivo de la central-, al gobierno francés que acusó en falso, a la voluble frau Merkel que pensó sólo en elecciones y no confió tampoco en vuestro gesto supremo. Y ya de paso, si pudiérais también, oh, mis Cincuenta de Fukushima endiñarle un manguerazo más en todo el morro a Gadaffón, esa otra bestia parla, y ensoparle hasta hacerle tiritar los huesos sobre los modelitos radiactivos que él se gasta.
     Hacedlo, hacedlo, tomaros ese mínimo desquite, venerables japas de Fukushima, y bendita sea vuestra estirpe indomable, que mi corazón, henchido de gozo, bombea hoy sangre agradecida, sin miedo alguno a la grandilocuencia -¿para cuándo si no ésta? ¿acaso para hacerle la ola a Rubalcaba, ese héroe?- al compás de los vuestros. Que la Vida, después vuestro legado, es algo más que una pe eme. Y konichiguá, of course.
             
       

15 comentarios:

Maribeluca dijo...

Yo también me descubro ante esta gente, y además por otra parte pienso que si con un terremoto de nueve grados que ha movido hasta el eje, y con un maremoto brutal y habiendo cincuenta y tantas plantas nucleares "sólo" ha pasado lo que ha pasado - aún siendo muy grave-las centrales son muy seguras...
Saludos J.Antonio.

Javir dijo...

Mucho me temo que no te van a hacer caso, amigo mio. Según los veo, son los japoneses discretos, silenciosos y poco dados a poner la zancadilla. No son como nosotros, como diría cambiando términos D. Mariano. Ya te digo, es un pueblo que no se suicida, que practica el haraki y usa la daga como silenciosa herramienta. No como nosotros, que en un arrebato de discreción utilizamos la pistola en lugar de la escopeta, y todo, pienso yo, para provocar un ruido y que les llegue a la conciencia de nuestros enemigos y se sientan mal.

En fin, que me descubro ante los cincuenta héroes y me quedo con las ganas de desquite.

Un abrazo

roy dijo...

Rindo yo también homenaje a esos héroes.En silencio y anonimamente.Como corresponde.

-La respuesta humoristica que das con LOS CAZAFANTASMAS es,dadas las circunstancias,lo mejor que se puede hacer.Conviene desdramatizar el patio.Le está cayendo demasiado.
Te puedes creer que me costó ni se sabe el tiempo que Bill Murray me cayera bien...te puedes imaginar que hasta que se perdió en Tokio y se le rompieron las flores.Nunca es tarde.

-En lo de Iker,llevas razón.Ahora,también soy devoto de Özil.

Saludos,monstruo.

LaCuarent dijo...

Yo hago la ola, reverencias incontables y me quito los sombreros que me pondré en el futuro, ese que ya no tendrá carácter radiactivo gracias al coraje de 50 hombres que lucharon por sus compatriotas. A más de uno metía yo allí aunque seguro que no los pillaría porque si pidieran voluntarios aquí estos correrían en sentido contrario
Un saludo compañero

Sefirot dijo...

Héroes sin duda. Acostumbrados a adorar a futbolistas, cantantes y actores...

Eso es valor y lo demás son chorradas.

Un saludo.

Rafa Hernández dijo...

Sin duda pasarán a la historia. Los japoneses son de una pasta especial.La tremenda desgracia que se les ha venido encima nos ocurre a nosotros, y de entrada el robo, el saqueo y pillaje seguía siendo la noticia del día. Allí la gente a pesar de la tragedia y de las carencias que tengan se resignan y le echan cojones. Saludos.

César dijo...

Desde la admiración que me produce la conducta de los nipones, aderezada, he de admitirlo, con cierta perplejidad, comparo su actitud con la de los ciudadanos de cualquier país europeo, incluidos los impertérritos anglosajones y me pregunto cual sería la reacción de estos ante lo sucedido:
Seguramente amontonar leña desde todos los rincones para quemar al gobierno que construyó o mantuvo unas centrales nucleares en un lugar inequívocamente sísmico.
Con toda seguridad reprochar desde todos los medios de comunicación las medidas, a todas luces insuficientes dirían, tomadas por un gobierno superado por las circunstancias.

Los japoneses son sin duda los perfectos ciudadanos que acatan con estoicismo lo que el gobierno dispone.

Para qué quieren dioses si tienen al gobierno.

Admiramos a otros muchas veces cuando aceptan situaciones que a nosotros nos parecen totalmente inadmisibles. ¿Cuestión de carácter, solamente?

Myriam dijo...

Realmente son heroes. Enhorabuena por el homenaje que es rindes.

Un abrazo y muy buen fin de semana.

Jujope dijo...

Dándole la vuelta al tema: ¿Y el subidón de autoestima (de su abyecta e incontenible inquina) que se han dado los progres, a costa del sobrevenido tema japonés, eh? ¡Eso sí que es para nota... en las antípodas de las de nuestros héroes!

Romek Dubczek dijo...

Dudo que podamos respirar tranquilos. Las noticias, un buen día, dejaron de informarnos. Así hacen con todo. Un buen día Haití desapareció de la televisión, así como desapareció Grecia con las revueltas o como dejaron de hablar de Egipcio. Pero no por dejar de hablar de ello deja de existir. En principio es lo que quieren, tenernos bailando entre las noticias que les conviene decir y obviar otras (como la masacre que están haciendo en Bahrain o la protesta multitudinaria que se está fraguando para mañana en Londres). Los reactores de Fukushima no están controlados y el peligro todavía está ahí. En Japón están teniendo más sismos de los que tampoco se dice nada, como tampoco hablan de los desplazamientos de tierra en California que han tenido lugar estos días.
No estamos informados.
Un abrazo,
Romek

S. Cid dijo...

Lo que dice usted de los 50 es bien merecido. Pero... ¿y qué me dice del resto del pueblo japonés? Ni una sola tienda asolada, ni un solo disturbio...

¡Qué pueblo tan admirable!

aspirante dijo...

Un brindis en honor de estos valientes!

(Para desgracia de algún politicucho europeo de cuyo nombre no quiero acordarme siguen vivos, como prueba de que el apocalipsis que ése majadero vaticinaba no se ha producido)

Ángeles Hernández dijo...

Que los cincuenta de Fukushima y el saber estar del resto de sus compatriotas, sean un hito en el ejemplo que sintamos necesario imitar.

Y a manguerazos todos, que aunque anónimos y arriesgados, el agua fría adminisstrada con tesón puede limpiar mucha "porquería".

Gracias JA por tu homenaje que nos da pie a los de más para pensar y para ver que hay algo más que intereses y polítiqueo.
UN abrazo Á.

Macarena dijo...

Felicidades por ese recuerdo a los cincuenta y no olvidar a este noble pueblo. tenemos tanto que aprender de ellos. Un saludo

José Antonio del Pozo dijo...

Maribel, Javir, Hiperión, Roy, 40añera, Sefirot, Rafa,Cesar, Myriam, Juante, Romek, SCid, Aspi, Ángeles, Macarena: a todos y cada uno, GRACIAS por escribirme y enriquecer con vuestras reflexiones el mío blog, que es como si cada uno me dejárais la más bonita de vuestras flores (enteritas, Roy, con Murray a mí me pasó lo mismo, uff, perdonad todos, que ando ahora de tiempo más pillado. Abrazos)