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miércoles, 29 de agosto de 2012

Dolor


   
    Hablaban en antena del “terrorífico” problema de la vivienda en España. Que si urgía una política de alquileres, que si la imposibilidad de la emancipación, que si las inveteradas costumbres de un país distinto en eso a Europa. A pesar de la enormidad del problema sonaban las voces joviales en la mañana de agosto. Diríase incluso que uno de los tres contertulios, por el tono embromado que gastaba, por la expansiva simpatía que hacia ella mostraba, tirábale de forma indirecta los trastos  a la conductora del programa, que discretamente se sonreía.    
   
    Entonces dio ésta paso a una llamada de los oyentes. Debieron tras el cristal apuntarle a la conductora el nombre de quien llamaba y, quizás llevada por la difusa animación que la charla se traía, para incitar a la persona que había al otro lado del teléfono añadió a su nombre un  añadido que la interpelaba: “Hola, Luisi, adelante, cómo estamos hoy…”.
   
    Al otro lado de la línea -y al otro lado de los transistores así pudo oírse- pudo escucharse un balbuceo, como si para nada aquella persona se esperase esa pregunta, “yo…”. Se abrió allí un silencio que contenía ya el aire de un mal presagio, solventado al cabo por una especie de carraspeo que viniera envuelto en un suspiro, del que al fin emergió una voz no rota, pero sí velada por una herida que de forma insospechada sangraba: “bueno, yo… es que desde que asesinaron a mi hija no estoy bien… pero… bueno yo quería decir…”.  Ahora sí que el silencio se adensó clamoroso como un telón oscurísimo, incluso en las casas, creo yo, en que estuviera escuchándose el programa.
     Nadie, ni la conductora, ni los tertulianos, atinaban a decir algo. Mejor, mucho mejor así. Bueno, se repuso la voz aquella al otro lado del teléfono. Dijo la señora Luisi que a ella le parecía bien que la ilusión de una pareja joven fuera tener un piso propio, que no veía ella por qué en eso teníamos que compararnos con otros países. Que los padres además hacían muy bien en querer dejar, si les era posible, un piso a sus hijos. “Un fuerte abrazo, Luisi”, con verdadero sentir en la voz, le dijo al concluir la conductora. Retomó luego el programa sin más su marcha acostumbrada.
    
    Recordé luego que había hablado yo la tarde anterior con un amigo criminólogo sobre los escurridizos conceptos que son la Justicia, la reparación a las víctimas, la venganza. No sé, el destaparse de aquel inmenso dolor agazapado tras aquella voz, que de súbito, sin cálculo, había desbordado los cauces del convencional diálogo, como reivindicando su presencia y su verdad a través de la radio para todo aquel pudiera estar oyéndolo en la mañana de agosto resultó… eso una revelación.



Post/post:gracias a Purificación Fernández Guijosa, a CLAVE, a Mónica Azabache, a MAMUMA, a Kayla, a Anónimo, a Mónica, a Norma, a Alma Mateos Taborda, a NVBallesteros, a La abuela frescotona por alunizar conmigo, por redondear el post, por bloggear a mi lado ayer,  GRACIAS
  
  

9 comentarios:

Winnie dijo...

Lo oí como tú, en directo saliendo de la radio...TREMENDO!! No supieron cómo reaccionar...¡tremendo insisto! Un abrazo

Parnasillo dijo...

Nadie puede devolverle a la señora que llamó al programa la vida de su hija asesinada. Lo que sí puede ayudar a soportar el dolor es que la justicia le devuelva la dignidad, y eso no ocurrirá mientras se tenga la impresión de que en España los criminales tienen más derechos que las víctimas.

Jujope dijo...

Casualidad. También lo oí. ¿Servirán para algo las múltiples facultades de ciencias de la información que, cual aeropuertos sin aviones, inundan vacuamente la atormentada piel de toro?

¿Algún teórico que se atreva a sugerir que la información no debe ser como el circo? ¿Existen actualmente los "contenidos"?

Saludos.

Norma dijo...

Tremendo es poco, cómo se vive por favor. Cariños.

César dijo...

No lo he oído, pero me lo cuentas y es como si hubiese estado allí. Qué difícil debe ser sobrevivir a un hijo. Qué dolor tan lacerante el que te lo arranquen violentamente.

La abuela frescotona dijo...

creo que muchas víctimas andan a ciegas buscando contención y justicia, cosas que en un estado ausente hacen que su voz caiga en quien quiera y pueda oírla...
no importa el como, pero ella dio su grito al mundo, ahora muchos sabemos de su dolor y la acompañamos en su tragedia, saludos querido amigo

Monica dijo...

Es dificil reaccionar ante el dolor de una madre ¿qué decirle? Saludos

La sonrisa de Hiperion dijo...

Que realidad más dura, la que vivimos...

Saludos y un abrazo.

NVBallesteros dijo...

Me dieron toques en el cerebro, no quiero ni imaginarlo...Besos