Es como si el cuco Kubrick hubiese querido ofrecer una
manierista visión porno/light de la maravillosa historia de Joyce que John Houston ilustrara primorosamente en “Los muertos”. Todo lo que
en ese Kubrick destella manierismo
sensacionalista rezuma contención y hondura en este Houston. La médula de “Los muertos” es la misma que la de Eyes Wide
Shut, idéntica a la de la “Catedral” de
Carver: la íntima revelación de una mujer que sume en el más completo
abatimiento a su marido.
Sólo que, lo que era urgente comezón sexual en Kubrick, es en Houston
genuina pasión amorosa, dotando así al relato, a mi juicio, de un incomparable
calado ético y estético, de una plena coherencia narrativa y de una
significación artística y humanística mucho más profunda y radical que los
numeritos efectistas de Kubrick.
Es el Día de Navidad (también lo de Kubrick transcurre en Navidades) y,
tras una grata velada entre amigos, ya en el ritual de las despedidas, al
escuchar los compases una antigua balada romántica, queda la mujer paralizada y
en suspenso. Es pues el incontenible poder evocador de la música el lógico
detonante que destapa el arcón de los más acendrados recuerdos, hasta entonces
hibernados. Su marido, levemente achispado, que la contempla con admiración,
ignora el volcán interno que en ella se está removiendo.
Al llegar a casa, al arrimarse ebrio de deseo él a su amada esposa,
galvanizado también por los licores recién libados, persiste ésta en su ausente
frialdad. Le confiesa justo entonces ella haber vivido siempre irremisiblemente
enamorada de un novio –de su recuerdo más bien- que tuvo, cuyo amor truncó la tisis que acabó con
la vida de aquel joven, mucho antes de conocer a quien ahora es su marido. La
intensidad de la confidencia anonada y tritura al protagonista, claro. Una
copiosa nevada precipitándose sobre toda Irlanda sirve a Joyce de soberbio marco emblemático –el corazón helado del marido y
a la vez la levedad de los copos, trasunto de la propia levedad de la
existencia- sobre el que cerrar la muy triste historia.
Y si en lo de Kubrick veíamos
cómo una realidad mental –una fantasía sexual que nunca ocurrió- cobraba más
peso de realidad que la misma que con los propios sentidos percibimos,
desbaratando con su expresión el status quo sentimental de esa boba aunque muy
moderna pareja, aquí observamos cómo el pasado y los muertos, corporeizados a
través de la música-el recuerdo-las palabras, redimensionados a cada paso en
esa cadena explosiva de significaciones como sucesivas lupas de aumento,
obstruyen, como una redonda Utopía
insuperable, la celebración de la feliz, aunque nunca perfecta, realidad
circundante y al alcance de la mano de esta pareja sensible e instruida.
Fantasías, recuerdos, sombras, que, volcadas en palabras, pueblan la
imaginación de las personas, interfiriendo, aturdiendo o embelleciendo con su
indiscutible presencia y pujanza la existencia de esas otras sombras errantes
que todos somos, lector.
Post/post: gracias de verdad a Alijodos, a Winnie0, a NVBallesteros por no dejarme del todo a solas ayer y bloggear a mi lado, gracias también a poeta Carlos Gargallo por hacerse seguidor de este blog, alicientes todos inapreciables para seguir remando en aguas cibernéticas, GRACIAS.
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