Me lío, me enredo, me pierdo en el laberinto del Cine. También en él, como en el rascar, como en lo otro, llevan
unas cosas a otras y no sé bien luego
cómo salir. Bueno, tampoco se está aquí tan mal. Total, el Mundo pude esperar un rato a que acuda este bloguero
en su arreglo. El caso es que el Eros y
el Tánatos desatados, la polémica
violación de Perros de paja, la
salvaje humillación en que deviene esa inicial provocación, me retrotrajeron a
la similar situación que presenta Ridley Scott en la notable “Thelma
y Louise”. Pareciera, lector, que
las películas dialogaran las unas con las otras a través del Tiempo.
¿Te la sabes, verdad? Hartas, cada una por sus motivos, de sus hombres,
también de sus vidas, por su cuenta emprenden juntas y jubilosas un viaje de
finde en coche, que vale sobre todo como la aventura de un Viaje a la Libertad. Y en efecto, dejadas a un lado las rutinas
alienantes del día, son las primeras sensaciones placenteras como pocas. Se
experimenta entonces la textura de ese mundo nuevo como una pura invitación al
despliegue de esa alegría íntima que a ellas presta alas. “Divirtámonos, pues”, proclaman y se autoimponen.
Femenina liberación… del Deseo, claro. Liban eufóricas alcoholes en bar
de carretera. Un apuesto vaquerote –de esos cuyo físico imponente levanta hoy los más groseros piropos en la
barra del twitter de parte de las mujeres más modernas, que se reivindican
vaquerotas a ratos ellas asimismo- convida a Louise, más incauta, más ansiosa por liberarse también, a bailotear,
a reír, a beber juntos. Sentirse vivo cuerpo deseado. Se tocan. Se insinúan.
Flirtean.
Louise acaba algo beoda,
claro, pero el perro de paja que es el vaquerote no ansía ya sino cobrarse la
pieza. La aprisiona entre el cepo duro de sus piernas. “Necesito andar”, dice ella, buscando el escabullirse. “¿Adónde crees que vas?”, advierte él.
Le impone su fuerza descomunal, la misma que quizás estuvo en el origen de la
atracción. Se resiste ella. La animaliza (“¡maldita
perra!”), la zurra, le destroza las ropas, desnudando la carne y la persona
que quiere por la puerta de atrás avasallar y poseer.
Pero entonces comparece Thelma salvadora.
“Parece que tienes una idea bien errada
de lo que es divertirse”, le apostrofa, encañonándole la nuca con una pistola.
Alto, lector: anota cómo son las armas, a pesar de la pésima leyenda que las
acompaña, el único instrumento capaz de reequilibrar, hasta invertirla, la
odiosa relación de dominio que la fuerza bruta impone. ¡Quién nos iba a decir
que iba a ser una pistola –sin entrar en el símbolo fálico que encierran- el
viático de la liberación femenina!
“Vamos”, musita Louise, acaso queriendo dejar ahí la
cosa. Pero en los ojos de Thelma resplandece
ahora una indignada sed de justicia. “Date
la vuelta” le ordena. Quedan enfrente uno del otro, como en los duelos del
Oeste. “En el futuro, cuando una mujer
llora así… no se está divirtiendo”, le aclara, señalándole de paso el
límite moral al Deseo, por mucha liberación que éste hoy exija. “¡Perra! ¡Debí poseerla! ¡Que me la
chupes!”, por la espalda las provoca además el vaquerote. Y entonces,
estando él desarmado, le pega la heroína Thelma
un tiro y, como si hiciera muy sumaria justicia, allí mismo lo mata.
Acaban, con todo, de asesinar a una persona. En esa sórdida tragedia
deriva la alegre liberación de Thelma y
Louise. Han de huir, furtivas en medio de la noche. Con una arriesgada
cabriola se incorporan a la carretera, que es inhumana jungla de cláxones, de
frenazos y de mortales peligros. “¿Adónde
vamos?”, inquiere Louise, y no
le cabe ahora la camisa en el cuerpo. “No
lo sé”, farfulla clarividente Thelma.
¿Recuerdas, lector? Las mismas palabras que Dustin Hoffman expresa al final de Perros de paja. Han iniciado un parecido viaje, que es descenso, a
los mismos infiernos. Andamos todos, creo, del todo ya perdidos.
5 comentarios:
Los dos "themas" que hoy en día copan enteramente nuestra sucia sociedad son:
1. La mediocridad.
2. El éxtasis triunfante de la mujer, orquestado por cuatro golfos bankieros ejerciendo de vaqueros contumaces y compulsivos. La mujer, travestida en nuevo hombre a la que "igualdad" obliga, tira de la cuerda en sentido contrario al hombre estrogenizado por los cuatro golfos, en todo un prodigio de operación contra natura. El resultado ineluctable es que la cuerda se rompe.
Saludos cordiales.
Magnífica pelicula y muy metafórica.No se detienen ni se rinden ante nada...Siempre juntas,siempre unidas...
Me has recordado cuando la vi hace ya tantos años con un amigo y....me revolucionó el interior....¡ese final!...GRANDEEEEE Besos José Antonio y buenas noches
Grabielle Anwar y Al Pacino se marcan un tango memorable en ESENCIA DE MUJER.A esta secuencia le sigue la de la irrupción del novio instando a la chica a que se vayan rápidamente.AHÍ,en ese instante aparece el rictus triste.
AL PACINO si que es uno de los grandes.
-Bien por Ridley Scott en THELMA Y LOUISE.Conducta del ser humano y no solo de la mujer en determinadas circunstancias.Tú lo cuentas muy bien.
-Después de tanto clásico,te sugiero dos peliculas actuales que intuyo te gustarán.
LA PESCA DE SALMON EN YEMEN y PROFESOR LAZHMAN.
Saludos.
PROFESOR LAZHAR queria decir no LAZHMAN.Excusas.
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