Pues es que resulta que en uno de mis "VEINTE RELATOS DE AMOR Y UNA POESÍA INESPERADA", en una situación descacharrante, creo, aparece y suena, y se canta en masa esta primorosa canción, que fue antes poesía, y que resulta también que si la escribió una vez Blas de Otero, y la cantaron Víctor M, Serrat, M Ríos y Ana B después, que tan grandes artistas todos ellos son, por qué no la voy a cantar yo, por qué no la vas a cantar tú, si además, sí sé por qué, tanto me apetece ponerla aquí hoy, así es que, como canta el Poeta vasco, AQUÍ ME TIENES, NADIE ME MANDA, QUERERTE TANTO (ESPAÑA) ME CUESTA NADA, va.
España camisa blanca de mi esperanza reseca historia que nos abraza por acercarse sólo a mirarla. Paloma buscando cielos más estrellados donde entendernos sin destrozarnos donde sentarnos y conversar.
España camisa blanca de mi esperanza la negra pena nos amenaza la pena deja plomo en las alas. Quisiera poner el hombro y pongo palabras que casi siempre acaban en nada cuando se enfrentan al ancho mar.
España camisa blanca de mi esperanza a veces madre y siempre madastra; navaja, barro, clavel, espada.
Nos haces siempre a tu imagen y semejanza lo bueno y malo que hay en tu estampa de peregrina a ningún lugar.
España camisa blanca de mi esperanza de fuera a adentro, dulce o amarga de olor a incienso, de cal y caña. Quién puso el desasosiego en nuestras entrañas nos hizo libres pero sin alas nos dejó el hambre y se llevó el pan.
España camisa blanca de mi esperanza aquí me tienes nadie me manda quererte tanto me cuesta nada. Nos haces siempre a tu imagen y semejanza lo bueno y malo que hay en tu estampa de peregrina a ningún lugar.
“VEINTE RELATOS DE AMOR Y UNA POESÍA INESPERADA”.12
euros, envío incluido. 165 pgs de SENTIMIENTOS,
HUMOR Y AVENTURAS acerca de la condición humana enamorada… y desenamorada,
en muchas de sus vertientes, cimas y simas, con la emocionante recreación de
las más perturbadoras encrucijadas a que nos arrojan los sentimientos
inevitables. Personalmente dedicados. Pídemelos
aquí o escríbeme a josemp1961@yahoo.es Es muy sencillo. 12 E por correo ordinario, envío incluido, a la dirección (PUEDE SER también la del trabajo, o la
de un establecimiento público que conozcas) de España que desees; 15 E por correo
certificado. Escríbeme aquí y te informo sin compromiso.
Se auparon al Poder muncipal en La Coruña, con el PSOE de mamporrero, of
course, las Mareas Indignadas. Hace
un mes. Se inauguraba un mundo nuevo y ya de verdad fraterno, diríase. Los
Ricos y los pobres, los niños sin comida, los ancianos agonizantes sin
medicinas… Comenzaba la dulzura del vivir… Cuenta la yesca de la canallesca ahora
que… ese ayuntamiento de hombres y mujeres buenos y humildes sacudieron 60.500 euracos a Víctor y Ana, tan entrañables, tan Cejas, por su gran actuación por y para el Pueblo. Surfearon como
Reyes sobre las Mareas, ya te digo, qué destreza, a sus años, a sus millones, Victor y Ana. Nada sabe tan dulce como la Ceja, sí. ¿Y los niños con hambre?
Calla, calla.
Sólo que son ellos quienes nos acostumbraron a preguntas tan borrokas.
¿Y con ese pastizal, Señores de las Mareas, cuántos artistas sin Nombre habrían
tenido una puta oportunidad en su vida? No, esas preguntas primitivistas con ellos
no van, a ellos ni les rozan la epidermis. ¿Una miserable crítica, al menos,
siquiera en las redes, un no es esto no es esto en boca de algún matao, ante este soberbio espectáculo de
la desigualdad? Cero, cero monedero.
Conclusión obrigada: dicen aborrecer a los Ricos, pero a los Ricos
de su cuerda les veneran, incluso encantados les hacen aún más Ricos. ¿Y los
niños con hambre? Calla, hombre, calla.
Confines de
agosto, amigo/a, ya. ¿Regalarle a alguien, regalarte mi libro? ¿Agradeces el blog? ¿Lo
valoras? ¿Merece una pequeña recompensa? Necesito vender algún ejemplar más de
mi libro, que es además muy bueno -creo-, para seguir escribiendo también este
blog. Pídemelo y te lo dedicaré personalmente.
Precio por correo ordinario: 10 euros. Precio
por correo certificado: 15 euros.)
Pedirle su libro a un escritor humilde al que sigues
es sobre todo un acto de sensibilidad y de nobleza incontestables.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen, análisis y UN CAPÍTULO de la obra en estos enlaces)
Mejor que hablar de “españolizar”
(que suena a doma agropecuaria, tan cara esa práctica a los escandalizados
separatistas estabuladores), y aunque el resto de su aserto estaba muy puesto
en razón, mucho mejor habría sido si el ministro Wert allí mismo, en la sede de la soberanía nacional, aflojándose
de golpe el nudo de la corbata y con decisión agarrado al micrófono, hubiera
roto a cantarle a los separatistas el conmovedor poema de Blas de Otero, que con tanta compunción en el rostro cantábanle en
tiempos –oh, Tiempos- Víctor y Ana a
España entera.
Sí, España, camisa blanca de
mi esperanza, reseca historia que nos abraza, paloma buscando cielos más
estrellados… donde entendernos sin destrozarnos, la negra pena nos amenaza,
navaja, barro, clavel, espada, nos haces siempre a tu imagen y semejanza, quién
puso el desasosiego en nuestras entrañas, España, camisa blanca de mi
esperanza, aquí me tienes nadie me manda, quererte tanto me cuesta nada.
¿Por qué entonces lo que con tanto arrobo cantaban las multitudes, por
ser tan hermoso, por lo que encierra el poema de precioso alegato esperanzado a
nuestra patria, por ser una prueba viva de amor hacia una de las Culturas más
valiosas y universales de la Historia no habríamos también ahora, amenaza de
ruptura España, de recitarlo todos?
Post/post: gracias a Juante, a Lobo Solitario, a Fran, a CLAVE, a Zorrete Robert por bloggear ayer a mi lado, GRACIAS
En el aniversario del asesinato
de Miguel Angel Blanco, llegaron a
los madriles los mineros. Los recibieron Víctor
y Ana, claro. Zapatero es que
tenía ese día una media maratón, que si no, tal como él es, el primero, ya ves.
El abuelo de Zp, el abuelo de Chacón, el abuelo de Víctor M también. Se los puso en la
garganta a todos aquellos tiarrones cantando para ellos la inmemorial canción
de su abuelo. No pudieron esos bravos hombres entonces reprimir las lágrimas, a
pesar de que arreciaron a la misma vez los puños bien altos. La vida sigue
igual, que diría Julio Iglesias, en
cuya troupe actuaba por cierto Víctor
Manuel el lejano día en que se conocieron Victor y Ana, según ellos mismos revelaban en el maravilloso spot
del Banco de Sabadell, qué papel. La
vida sigue igual, sí. No hubiera estado del todo mal una pancarta del Sabadell
patrocinando el encuentro de los mineros con el Comandante en plaza de la Ceja
Nostra.
Decía en el capital spot Víctor M
que a los trece años pensaba en venirse a Madrid y hacerse rico, como en uno de
esos sueños cumplidos que tuvo también Leire
Pajín. Podía también Víctor haber invitado a Teddy B al Encuentro, mariachis ambos de la filantrópica SGAE. “Es de gilipollas sostener que
han desaparecido allí cuatrocientos millones”, aseveró entonces Víctor. Ana B
aseguró “que los españoles hemos vivido
como nuevos ricos”, después de apalancarse pingües honorarios por un
concierto toledano para erradicar la pobreza en el mundo. “Sólo creo en la Guardia Civil”, declamó Víctor M, azuzándoles
contra la piratería de los negritos de la manta, la misma Benemérita de mísera
soldada a la que los “mineros” atacan. Qué buenas personas que ellos son, qué
corazones tan enormes ellos tienen. Oh, balansé, balansé, quiero bailar con
anabelén y con los mineros de Zetapé.
Post/post: gracias a Euclides, a Kayla, a Laura Caro, a Bego, a éxitos del pasado, por impulsar con su ánimo mi dudosa poesía, por bloggear ayer a mi lado, GRACIAS.
Arranca una música de cámara entre incitativa y melódica, envolvente y
reiterativa. Sobre el negro del fondo se imprime el crédito “La Cuenta Expansión
del Banco Sabadell presenta”, como si de una productora ante una obra artística
se tratara. Presenta “Relaciones”,
el título de la obra, y vemos luego sobreimpreso el nombre de los
protagonistas.
Estamos ante una escenografía minimalista, despojada en apariencia de
retórica y a la vez atiborrada de la misma: ese blanco y negro tan depurado que
exuda “qualité”, esa fina alfombra en contraste, los discretos y simétricos
muebles laterales para sostener idénticos utensilios y medidas del agua, sobre
todo ese frontal y larguísimo sillón, funcional y elegante a la vez, sin nada
en sus bajos fondos que ocultar, como
boca franca que nos convoca. En suma, ese distinguido espacio irreal sin
estridencias diseñado para la fascinación y para brindarse a la mirada admirada del
espectador.
Vemos llegar de espaldas, cada uno por un
lado, a los protagonistas, que se sitúan en los respectivos extremos del
sillón, patentizando entre ellos el hueco de un espacio abierto –ese espacio ya
no del todo privado- para que el espectador de alguna manera pueda acomodarse
en él.
Quién diría a la vista del cuadro que estamos ante el anuncio
publicitario de un banco. Salvo el logotipo de la firma, omnipresente en el
margen izquierdo de la pantalla, estamos en las antípodas de esa publicidad
gritona y trasnochada que a nadie persuade ya. La sofisticación y sutileza del
mecanismo es extrema: anótese que para nada se impone una descripción ventajosa
del producto –ni siquiera de la entidad- ofrecido. Se busca sobre todo inducir
e incidir en el inconsciente del receptor la catarata de “entrañables”
resonancias afectivas y morales –el prestigio “espiritual” diríamos- que los
protagonistas y lo que nos van a contar levantan en quienes les contemplan para,
en candado sensorial, asociarlo en ese inconsciente a la propia marca del banco
sin que en ningún momento lo parezca, sin que resulte deliberado. Una seducción
publicitaria que, no pareciéndolo, sea más eficaz que ninguna.
En la televisión el spot se
ajusta a su dirección canónica, pero en las “redes sociales” (a las que va sobre todo dirigido) se extiende
durante casi veinte minutos, en los que Víctor
y Ana rememoran en diálogo su común historia personal, su relación ideal,
como paradigma o espejo no declarado pero en el fondo propuesto de una similar relación idílica entre cliente y
banco. El refinamiento y la estilización de la propuesta se basan en una
esmerada realización, atenta a capturar para el espectador en encuadres “poéticos”
los rictus, los mohínes, las sonrisas y las miradas embelesadas y embriagadoras
de Ana B, bellísima en este blanco y
negro que parece en ella liturgia y envoltura ideal para realzar su guapura.
Víctor quiere aportar el sentido del humor para mejor acercarse así a nosotros.
Y lo que cuentan ambos, lo que en su diálogo se ensalza, son sobre todo
virtudes como la confianza mutua, la complicidad, la unión, la laboriosidad,
los mismos valores que, no casualmente, deberían presidir de forma ideal las
propias relaciones entre un banco “de
rostro humano” y su potencial cliente. Con todo, no dejan en la conversa de
escucharse cosas, que de no darse en ese satinado marco de lujo aséptico que
todo lo engulle y edulcora resultarían bien chocantes.
Dice así Víctor a propósito
del flechazo con el que todo entre ellos empezó: “recuerdo que ibas vestida
entera de blanco (¿casualidad con el blanco y negro? ¿parodia de Bogart con la Bergman en Casablanca?)… recuerdo que sólo pude fijarme en una parte de tu cuerpo… el culo” (¿hemos oído bien? caramba con
el corazón tendido al sol, ¿es creíble? ¿o es retórica para pasar como un tío
normal?, Ana le ríe la machista alusión, pues vale, reímos nosotros también) .
“A la gente le gusta ver cosas
amables en el escenario” apunta Víctor en otro momento: ¿alto, eso es
íntima convicción -en las antípodas entonces de su legendaria pose de cantante
protesta y airado- o es frase de guión
que conviene a lo que en el anuncio hacen y que al tiempo predique como
cualidad del Banco en la sombra? Lo sabrá él, Víctor Manuel.
“… A los doce/ trece años yo, que soy de pueblo, lo que pensaba era… yo
voy a cantar también, yo me voy a Madrid, me
voy a hacer rico, voy a volver con un haiga (coche de lujo de la época) al
pueblo y voy a poner una cafetería”: ¿en serio que a los doce años en su tiempo
pensaba él en tales términos, en hacerse rico y poner una cafetería, o es treta
de identificación con el receptor del anuncio y a la vez disfraz de su elitista
presente? Pues, se queda uno a cuadros en todo caso con esas mercantiles
revelaciones tan precoces.
“Finalmente lo importante en la
vida es la familia, los amigos, los viajes, las risas… y después de eso ya hay
pocas cosas que merezcan la pena”, asegura Víctor, y ante cuadro de valores
tan pequeñoburgueses y conformistas, en boca de tan heroico como infatigable
activista, va ganándole a uno más y más la estupefacción, y también la sospecha
de que están este par de truhanes a todos dorándonos la píldora, al Banco, a
los clientes, a los espectadores y al Sursum Corda, … los viajes, las risas,
vaya tela.
“Hay una canción que es la que nos explica mejor, son nuestros
principios… No seré nunca un juguete roto, no estaré arriba de cualquier modo, con lo que tengo me basto y sobro” (muy
bonito, sí, lo único que esa autolegitimación, esa loción de honestidad y
soberbia humildad que ellos mismos ahí mismo sobre las cabezas se derraman… ¿no
se da precisamente de cabezazos con la
publicitaria colaboración con un Banco? Es como si, habiendo sido pillado
con las manos en la masa, el Protopatrono de la Ceja protestara con golpes de
pecho: eh, que esto no es lo que parece, y ante esa esencial impostura, ante
ese cinismo sin fronteras, es ante el que ya uno ha de reprimir la náusea, la
existencial y la otra).
“Hombre, sí, cada uno tiene lo suyo, sí… ¡ay!” con ese escéptico
relativismo remata Ana B el
sabrosísimo intercambio habido. Se incorporan entonces, se acercan, se besan,
le coge él de la mano, salen al fin de escena nuestra paradigmática pareja de
novietes eternos. Llegó cada uno por su lado (a la manera que llega también uno
a un banco), vánse juntos: el diálogo les re-unió. Desde luego que tiene cada
uno lo suyo. ¡Viva el Banco de Sabadell,
claro! ¡Y viva Víctor Manuel!
Post/post: gracias a Alijodos, a Sinretorno, a Juan Carlos, a Juante, a Bucan, a Xad Mar, a Teo, a George Orwell, a Winnie0, a El Fugitivo, a Anónimo, a NVBallesteros, a Euclides, a Cesar, que desatendiendo un momento sus propios y excelentes blogs, bloguearon ayer y hoy conmigo, es decir, haciendo este también suyo, y haciendome, con sus oportunas reflexiones, notar su compañía y su afecto, GRACIAS.
No estoy seguro, lector, de que merezcan en cambio ese jubiloso manteo Víctor Manuel y Ana Belén, Supernumerarios patronos de la Ceja zetapeica de cuyo nombre no quieren ahora acordarse. Quizás
les correspondiera mejor el manteo sanchopanzesco del Quijote de que te hablé. Protagonizan ahora los capitostes de la Alegría zetapeica el sofisticado spot de
un banco.
Es bien conocida la admiración que
entre las gentes del mundo del Progreso despiertan los Bancos, directamente
asimilados en su airado imaginario a la usura y a la codicia extremas. ¿No nos
repiten acaso que NO es esto una
democracia y que manda aquí quien manda, o sea, la Dictadura del Capital, es decir, de los Bancos opresores? Pues ahí
tenemos a la Modélica Pareja por excelencia, a cambio de un estipendio cuya
cuantía no alcanzo a ver, haciéndole la Publicidad a una de estas Instituciones
de la avaricia, a quienes muchos culpan de estar en el origen de la brutal
crisis que padecemos. ¿Le ocasionará este enjuague algún menoscabo en la
colectiva adoración a nuestra ejemplar pareja? Lo dudo, pues gastan algunos una
bula de inacabable indulgencia. Quisiera uno de mayor, de verdad, ser así.
“Ellos, los enemigos, han construido durante años BANCOS, fortunas, edificios, tribunales, RELACIONES… “ decía el personaje de la novela del “realismo
comunista” de Belén Gopegui que aquí
te expuse, lector, y como si fuera adrede, precisamente “Relaciones” lleva por título la gigantesca campaña de publicidad
emprendida por el citado banco.
La idea es transparente: se seleccionan
exitosas parejas progresistas, socialmente admiradas, para que, en clave de
diálogo documental, nos revelen los
secretos del mantenimiento de su relación, sugiriendo de paso con sutileza un
similar trato, un similar éxito, un mismo buen rollo entre la Entidad y el potencial cliente. Que por
ósmosis, la buena imagen de calidez y de humana cordialidad, de artística
sensibilidad y avanzado pensar que las
estrellas difunden contamine y se traspase a la propia imagen corporativa del
banco y quede así el espectador cautivado en el interior de ese inducido menage
a trois. El negocio envuelto, bajo el diluvio de la que está ahora mismo
cayendo fuera, entre las redes del pequeñoburgués sentimentalismo progresista,
¡oh, inagotable astucia del Capital!
Qué quedaría entonces, a la vista del spot, por concluir acerca de
nuestra canónica pareja –a la que tantos muy sentidos avatares de nuestra misma
existencia asociamos- salvo que son por supuesto adorables, encantadores, que
se conservan ellos estupendos, que qué majetes y enrollados que los dos sin
duda son. ¿Esforzarse acaso por establecer respecto a ellos alguna tímida
distancia crítica y desenmascarar un poco el truco con que ellos y el Banco nos
embaucan? Pero eso, el desentrañamiento del tramposo spot de marras lo dejo ya
para mañana lector, que no quiero yo que las delicadas RELACIONES que a ti y a mí nos ligan sufran daño por causa de mi
pesadez. Nos vemos entonces.
Post/post: gracias a . y a Beitavg por animarse a registrarse como seguidores del blog, y a Ocón, a Cesar, a Lobo Solitario, a Mamuma, a Trecce, a Alijodos por molestarse en dejarme sus razones y bloggear por tanto en mi compañía ayer, GRACIAS.
Cuenta la canallesca que los batasunos del imperativo etarra, en el momento mismo de conocer el rechazo legal a su pretensión de constituir grupo parlamentario, como quiera que pululaban por allí los reporteros y que ahora cógensela los independentistas con papel de fumar del Gara en aras de las leyes del merchandising publicitario –neocapitalismo duro y puro- que puede llevarles a ganar los próximos comicios vascos, oyóse como unos a otros pasábanse la consigna urgente sobre la pose obligada a guardar ante las cámaras: dientes, dientes.
Dientes, dientes, la máxima de la célebre tonadillera pillada en apuros que los batasunos hacían entonces suya. En ese homenaje involuntario a la España racial han venido a dar los cachulis y las folklóricas del abertzalismo de la berza y la serpiente, qué siete magníficos.
El estupefaciente suceso me hizo recordar los versos de aquella vetusta canción progre –vergonzoso elogio del criminal Muro de Berlín comunista- en la que la muralla de la sociedad se abría y se cerraba según y como quien llamaba a su puerta. Sí, dabuten colega, al diente de la serpiente… cierra la Muralla. Que se la cante Ana Belén esta Nochevieja.
Por supuesto Sinde es al glamour, esa natural distinción que adorna el moverse de los grandes actores, lo que su Presidente a la Poesía: cero en aguacero. Por abracadabrante que pueda parecer a quien busque la verdad de estos Tiempos de la Mugre la dilapiladora González Sinde declaróse en su día pública admiradora de… Belén Esteban, ese epítome de la Telebasura, que es que es la cosa, viniendo nada menos que de boca de una Ministra de Cultura, para toquetearse los gabilondos pero que a fondo.
Ha coincidido el histérico despilfarro viajero de Sinde,su rusa Suite de ensueño en los minutos de la basura que le restan en el Poder, con el espectáculo peor que prostibulario de la cantante Bebe al presentar su disco. Por supuesto, la lengua sucia de Bebe es sólo calculada codicia mercantil, aunque muy sintomático punto de los valores en alza, ese glamour inverso que nadie mejor que Belén Esteban o Bebe (tristes sucedáneos patrios del perfume Sangre y Semen que espolvorea urbi et orbe Lady Gaga) representan.
Pero es que a la postre la ínclita Bebe –que vayan los Polancos preparándole un Ondas pero ya- poco más parece que uno de los desdichados personajes de la película que otorgó celebridad, generosa subvención y suculento pastizal a González Sinde como cinéfila guionista. Esos valores chabacanos, rijosos, regresivos y antisociales, de una vulgaridad aterradora, son los que su bodrio, Mentiras y gordas, a toda plana aventaba. Qué más lógico entonces el que se hubiera llevado Sinde consigo a Belén y a Bebe en su agónico y lujoso declinar. En realidad, si hubiera Justicia en España, habrían de ser ellas tres, cogiditas de la mano, Bebe-Sinde-Belén, las que, tras la estelar actuación de Ana Belén, nos dieran este año las uvas de la ira en la televisión. La campanada ya la dieron ellas tres antes.
Hubiera sido una humorada fantástica que hubiese comparecido ante todos para darle mimitos él también a Rubalcaba, no sé, un abrazo, guiñarle un ojo como solo él sabe y desearle “Alfredo…” sus ya míticas “buenas noches y…buena suerte”. Pero no. Casi lo más impresionante de la Noche de Autos fue el silencio, el estruendoso mutis por el foro con que lucióse, en la misma noche del rito más sagrado de la Democracia, el secretario general del Partido gobernante y el Presidente del gobierno más planetario de todos los tiempos.
Extrañó, y mucho, ese silencio… poblado de ecos gamonedos, diríamos, en persona tan cordial –justamente famoso por su bonancible talante además, que el perínclito Sardá acaba de darle “gracias” por el mismo, que se echará de menos, dice- que arribó siete años atrás al Poder asegurando que no le iba a cambiar a él la Política y que tampoco iba a decepcionar a sus votantes él nunca. Sorprendió un poco, sí, esa espectral frialdad, como si tras los mimitos públicos un sórdido ajuste de cuentas –acaso propio de turbias gasolineras- entre los jerarcas anduviera en realidad librándose. Y canteó también esa estelar ausencia en el momento de la Derrota en persona por lo demás tan persuadida, y que tanto tiempo empleó en persuadirnos a los demás, en cómo ha de ser la solidaridad el valor central que de arriba abajo informe el entramado social. A la vista de cómo entre ellos con tamaño egoísmo en los hechos se despachan, en fin, al menos el eco de las dudas razonables puede a uno resonarle.
Cierto es que en el Día Después el Presidente en algo enmendó el yerro: como buen demócrata aceptó el veredicto y, aunque no quiso ante la canallesca empeñar su palabra en que sería Rubalcaba el que en la Investidura replicará a Rajoy –como si tras los mimitos mitineros una feroz batalla de intereses, superiores incluso a las propias personas que los protagonizan, estuviera, entre las bambalinas del Poder en funciones, precipitándose- ofreció al menos una explicación del Desastre que también a él incluía.
Volvió así doblemente, si puede así decirse, el Presidente por sus fueros: “Teníamos todo el Viento en contra…” musitó apesadumbrado, y resultó involuntariamente graciosa la imagen, pues quizás muchos recordaran entonces sus delirios poéticos acerca del Viento elemento, dueño y señor del planeta Tierra en su otrora voluntarioso decir. Claro, Vientos del Pueblo que nos traen y que nos arrastran, que escribirían entre Sara Carbonero y Serrat, digo yo.
Uno, que sólo es un puro faccioso además malvado, se acordó entonces de Ana Belén, la niña prodigio del zampofranquismo, que, por este orden, pidió el voto para Rubalcaba y la contrataron luego para el programa de Fin de Año, cuando quizás ellos ya no manden, lo que bien demuestra que en política hay vida más allá de la muerte. ¿O fue al revés? Me vine entonces a toda leche a degustarle una vez más en el yutub su mágico Agapimú, que eres el Viento que no cesa, eres el peso que no pesa, eres fuego y frío, ni más ni menos amor mío, Agapimú, oh, oh, oh, Agapimú...
El rostro reclinó Victor M sobre el Amado, decíamos ayer. Hace sólo tres años del reparador sueñecito sobre el hombro providencial en la Noche de la Victoria. El otro día, cuando se destapó el lío del Montepío de la Innombrable, en cuya alta directiva el afamado cantautor protesta pasta, en exclusiva entrevista para EL PAIS sentenció él en primera instancia defensiva de ese Jardín de la Alegría cuyos senderos se bifurcan, que el sostener que han desaparecido cuatrocientos millones… “es de gilipollas”. Eso dijo él, todo un corazón tendido al sol, como sabemos. Luego quieren que los blogueros del hormiguero no seamos faltones, produciéndose tan elevados creadores en más deleznables términos que las verduleras estrellas de la Tele del Cinco. ¿Qué ocurrió entre el dulce sueño y el exabrupto abrupto de ese amargo despertar? Pasen y vean, si es que les place, mis nunca bien alabados lectores, este otro pasmoso Episodio Nacional.
Habían creado los Síndicos de la Ceja la célebre Plataforma de Apoyo a Zapatero, con alegre músiquita ad hoc y tácita contraseña macarril y todo. Ellos eran… la PAZ, claro. Comparecieron en la noche electoral junto a él, ebrios de triunfo sobre el tablado de la victoria. Consiguieron la dimisión del anterior ministro, que no acababa de plegarse a sus órdenes. Instauraron de canónica ministra a una de las suyas, cuyo mayor merecimiento para el cargo era un desastroso guión precisamente titulado “Mentiras ygordas”, que gusta mucho a realidad y ficción meterse mutuamente mano aprovechando el revuelto caudal de la atestada actualidad . Afanóse ella cuanto pudo en la elaboración de la ley perseguida. Sólo que, había trámites legales inexcusables de cumplir, explotó mientras tanto la crisis económica negada, pasaba el tiempo, resultó el internet al cabo un vasto campo al que es difícil vallar por las bravas, empezó ZP a trastabillar… y ya el desánimo cundía entre las filas de la PAZ.
Declaró entonces Víctor M que ya sólo a esas alturas creía él… “en la Guardia Civil”. Dibujó un panorama apocalíptico, el discurso propio de lo que los de la PAZ llamarían un ultrarreaccionario de la caverna algo cenizo: “…ya está todo podrido,... todo está destruido, las cosas no se van a poner mejor, son historias siniestras… hay una generación entera que ha interiorizado que de esto no se vive,… el consumidor roba siempre que puede y no le pillen, las cosas no se van a poner mejor,… para los políticos la cultura empieza a ser algo cuando la pueden instrumentalizar, España es uno de los países más piratas del mundo, aquí sólo preocupa la Guardia Civil”. Todo un sorprendente vademécum de optimismo antropológico, vamos, pues no reclamaba, claro, Víctor Manuel, nada para su persona, “yo estoy de vuelta, hablo por la gente que viene detrás”. Ya.
Las apesadumbradas declaraciones del asturiano (“las medidas antipiratería llegan tarde”) revelaban a la vez el desencanto del Alto Marquesado de la Cultura para con ZP, -el garante gerente de sus filantrópicos intereses-, y el recelo de ese formidable grupo de presión a la simple disposición legal, que como tantas en España se cumplen a medias, a la par que la admiración y hasta el reclamo de la bruta fuerza expeditiva (¡A mí la Guardia Civil!) que hiciera valer su cejijunto privilegio. Pedía entonces a voces Bosé, atacaito de los nervios, la policía contra los manteros callejeros. Sólo nos queda Rubalcaba, venía sobre todo a significar la protesta de fé en la Benemérita, que a la postre llegaría… para esposar a Teddy y a sus cuates.
Bueno, sobrevino la crisis económica que primero se negó, con el desastre social subsiguiente. La lógica implacable del Capital Tal, que diría mi amigo de la Spanish Revolution. A los mandamases socialistas no les fue en cambio nada mal: hipódromo de Bono, florecientes joyerías de su esposa, galáctico fichaje bancario de Maleni, ostentosas comisiones de un tal Iván Chaves, pensionazas de Teddy, tan sólo unas muestras entre tantos otros barrosos pastizales. Carlos Carnicero llegó a amenazar en su blog con contar un día cómo habíanse hecho de oro los amigos presidenciales. Se necesitaba con urgencia un discurso legitimador del cacao maravillao. Aún la teoría de la burbuja no se había formulado. Compareció entonces al público escenario de las ideas Ana Belén, mírala, mírala.
“Los españoles hemos vivido como nuevos ricos. Nos hemos creído los reyes del pollo frito. Pensábamos que todo era una fiesta, que nada tiene final”, con este triste lamento de adolescente contrariada resumió ella el cuadro del Desastre. Así, con ese difuso plural buscaba Ana B transferir graciosamente el vituperio a la generalidad de los españoles, difuminar en el etéreo Viento deAgapimú la bien concreta responsabilidad del despilfarro y la inacción, tan grande como la misma Puerta de Alcalá, que sería luego indignada Puerta del Sol.
Era, una vez más, como si los ricachones del mester de progresía bienpensante quisieran traspasarnos a todos la carga de la incumbencia de su propia complicidad. Y ocurría en esto, como en tantas cosas, que quien más debería, por propio y mínimo decoro, un poco cortarse al menos, no dejaba de rajar y hasta de dar magistrales lecciones de lo que se terciara. No era preciso remontarse, turbias aguas de la memoria histórica arriba, hasta las niñas prodigio del zampoyyofranquismo, ni siquiera a las millonarias soldadas obtenidas, como gallardoniano emblema, de la comunidad madrileña. Pero, ¡por el amor de Víctor Manuel!, ese hombre, ¿no hubiera debido, antes de desparramar sobre la cabeza de todos el cubo de la basura responsable de la ruina, moderarse un poco precisamente quien se apalancó una millonada en benéfico concierto toledano con cargo… a fondos destinados a la erradicación de la pobreza en el mundo?
Sí, el sosegado sueño de aquella noche de verano de golpe se quebró. Arribó al palacete de la Innombrable, de la mano del juez Ruz, la Guardia Civil para apresar a algunos jerifaltes de la Honorable sociedad, que en lo más duro de la crisis habíanse hecho lindos apandadores de lo ajeno y dijo entonces Víctor M, rehén de brusco y malhumorado despertar, esa cosa de los gil y tal y tal Con lo propio que le hubiera quedado replicar a la prensa tan sólo: ¿Teddy B, decís? Agapimú, Agapimú. Y por cierto, ¿qué les parecerá a los del 15-MVíctor M?
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