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lunes, 20 de febrero de 2012

Rodrigo Rato, el Circo Price y la Marquesa de Merteuil


     
  El Arte imita a la Naturaleza, vino a decir Aristóteles, no Onassis, el otro, en su Poética. No, no, es la Naturaleza la que imita al Arte, dijo Oscar, Wilde, no el de Hollywood, en su Dorian Grey. Realidad y ficción, como amantes primerizos, se meten mano mutuamente, digo yo, que soy Nadie, en la Nada perdida entre robots que es este blog.
   Veamos:
                       Celebrábase en el Circo Price (recintos los circos que por antonomasia conservan entre sus lonas los grumos de la fantasía sometida a la desolación, lo propio de lo circense) el habitual Festival de Flamenco que patrocina Bankia. Abarrotaba el  flamencófilo público las localidades. Se le ocurrió entonces a uno de los Flamencos principales, José Mercé, agradecerle en público la presencia en el patio de butacas al Patrocinador allí hecho carne, don Rodrigo Rato. Hacerle Mercé las mercedes por un rato a Rato, vamos. Enfocaría el cañón de la luz, abriéndose paso entre la oscuridad, la patricia figura de don Rodrigo. Pediría, imagino, para él Mercé, excelso cantaor de jondo, el aplauso de rigor, ese que siempre se devuelve con una sonrisa condescendiente.
     
    Pero entonces, contra toda lógica, sobrevino lo inesperado, acaso lo propio del circo, la fantasía sometida a desolación, como digo. Quizás influyera el que días antes el diario El Mundo había publicado los abultadísimos emolumentos que, prestidigitadores sumos ellos, arrámplanse para sí los consejeros de Bankia. A la cabeza de ellos, don Rodrigo, ya te digo, con 2,3 millones de euros. El caso es  que el público allí asistente se dividió tajante entre la cortesía de los aplausos solicitados y el sorpresivo estruendo de los súbitos abucheos que no paraban. Imagino también sin esfuerzo el rictus amargo y el rubor en las caras de los organizadores de la cosa, ese vértigo en las miradas al percibir el descarrilar contra natura, y por peteneras de bronca, de las expectativas.
        
   En ese momento, como en el clímax de aquel fenomenal  numerito circense, la voz nítida de una mujer, como en trapecio balanceándose desde el gallinero, clavó el cuchillo definitivo alrededor del aura de don Rodrigo: ¡¡¡BÁJATE EL SUELDO, RATO!!! , tras el que la concurrencia, sin duda celebrando la puntería de la espontánea, rompióse las manos en su aplauso, entre el disgusto de Don Rodrigo y el apuro de Don Mercé.
      
     Y así es, lector, de esta manera inopinada, como todo el prestigio labrado como buen ministro de Economía vióse en un raro y mágico momento ensombrecido, pues no se comprende fácilmente como entidades públicas, necesitadas de los dineros de todos para ser reflotadas, pueden además autoadjudicarse tan opíparisimas canonjías, pecado que si a toda la clase política compromete, en el afamado don Rodrigo estalla, por no saber él comprender que es el austero desenvolvimiento en el buen manejo de una gestión pública, la mejor lección y el mejor capital de patriotismo que puede uno sobre sí atesorar. Y aunque fuera en esa precaria manera, los grumos fantásticos del Circo, que en el Price en ese momento se corporeizaron, a todos un poco nos aliviaron.
  
  

  

8 comentarios:

Winnie dijo...

En el circo todo puede pasar ja ja Besos

Noumenadas dijo...

D. Rodrigo es un rato usurero. Sus emolumentos los abona con los intereses del 750% que trinca de las tarjetitas premium y de las derramas zetapeicas a fondo perdido, para demostrar que lo mejor que le puede pasar a la banca es estar nacionalizada.

Y D. José, desde que se fue a Jerusalém -desobedeciendo a la muy respetable RESCOP- parece que le ha cogío gustito muy jondo al palo de la usura.

Son tal para cual, como Woody en "Toma el dinero y corre".

Monica dijo...

El mundo de la politica es un circo. Estaría tal "agustito" el Rato en el Price. ¿ ruborizarse? No creo. Saludos

Antonio José dijo...

Me sorprendo viéndote en twitter por donde paso de vez en cuando... y opto por seguirte también allí.
La verdad es que la franqueza no tengo claro si incluirla entre las virtudes o entre los vicios. Si entre las virtudes cardinales, ignoro en cuál encuadrarla, pero así es la vida.
Me eché al monte por otro derroteros también, por si te interesa. Ya pasé por un rato en ¡TOMA DEL HIGO, RODRIGO!
No dejes de visitar el blog, te aconsejo, de don José Antonio Griñán e intenta saltarte al moderador... ¡y ríete!
Un abrazo.

César dijo...

Me recuerda esto dos anecdota,pero solo te martirizare con una.
La de aquel conductor al que manda detener la g.civil, quien tomando el talonario se dispone a sancionarlo mientras le reprocha de palabra su incivica y peligrosa conduccion. El conductor, algo avergonzado, pero entero le espeto al g.civil..
" mire usted, autoridad, o me sanciona o me sermonea, pero las dos cosas no. Y prefiero que me sermonee.
Al sr rato, como a tantos otros, hay que hacerles ver que no valen tanto como se les aprecia economicamente. Sin muchas palabras.

MAMUMA dijo...

Me alegro que le hayan pitado.

Sara O. Durán dijo...

Eres tan ágil y genial. Recibe un fuerte abrazo, con mi admiración, por tus letras valientes y comprometidas.

Regalanteria dijo...

Oro parece, Rato no es... La economía según mi abuela...¡¡¡Cuánto bien nos habría hecho!!!
http://regalanteria.blogspot.com.es/2012/04/oro-parece-rato-no-es.html