En las películas, por lo común, actor y actriz se miran sin pestañear durante tres segundos… y ya está, enamorados hasta las trancas, así de sencillo. Y da un poco de rabia siempre, porque en la vida no ocurre así: el enamoramiento casi nunca sobreviene como ese maná instantáneo y fulminante que nos pintan en la pantalla. ¡Películas!, nos decimos entonces despectivamente. Una de las poquísimas que en forma y manera en verdad maravillosa y más cercana a la realidad retrata y recrea ese tan emocionante como desasosegante proceso en que consiste el enamoramiento es “Enamorarse” (1984), dirigida por Ulu Grosbard, bajo el guión de Michael Cristofer, con los aquí inmensos Streep y De Niro. En “Enamorarse” reconocemos encantados el paulatino hacerse y deshacerse, el lento crecer y forjarse de ese mágico sentimiento que tanto alborota los corazones, su dulzura y su escozor, la radiante sorpresa inaugural y la zozobra subsiguiente que lo van poco a poco conformando, la alegría con que va anunciándose y el desconcierto que asimismo le sigue, las dudas y los miedos que lo acompañan, su flujo y reflujo a la luz de los días que pasan, su gloria y su éxtasis, el canguis y la ilusión que lo coronan. Así es, es así, nos decimos al ver a De Niro y a Streep –como ciudadanos del común actuantes- así de indecisos, así de temerosos, así de ilusionados.
Soy escritor. Valora mi trabajo.
111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. 301 pgs. 12 euros.
ARGUMENTO
La aventura y el itinerario cotidiano de un soñador irónico, de un sentimental cabal, de un solitario ilusionado, de un fabulador a ras de tierra, a la busca del tiempo ganado, a la búsqueda de los afectos perdidos, afanado a la tarea de como oro en paño anotar, recrear y rescatar lo mejor y más granado de sí y de cuanto le rodea, de ponerlo así a salvo del Tiempo voraz y del rudo Ruido. En círculos concéntricos, más desveladores que dantescos, la singladura irónica y emocionada de ese vivir, de ese sinvivir, de sus pasos y marcas: la amistad, la paternidad, el amor y el desamor, el mordisco de la soledad y los preliminares de la vejez, el mundo de la noche con sus mujeres fatales o magistrales, el deporte y la escritura, su duda y su ternura, el paso y la luz de la estaciones, todo lo que puede aprenderse en los viajes del Metro… la misma vida a chorros y a corros en los más vivos colores registrada. ¿Logrará mantener su lugar al sol?
CONTRA-REEMBOLSO, 15 E
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