Cuando hace poco escribía yo sobre
virus, drogas y libros (post 15-6-2020), a su vez alguien anónimo, acaso con
buena intención, me escribió: “No sufras por el libro, porque, la juerga y
el ocio nocturnos se cancelan hasta nuevo aviso, o quizás para siempre, pero,
eso sí, se seguirá sin leer”. ¡Y no! Sufro y me alegro (hace ya mucho
de esto último) por mi libro, de la misma forma que un padre sufre por y con
sus criaturas siempre, más cuando dan sus titubeantes primeros pasos. Sufro por
mi libro como una madre por y con su criatura, pues la ha concebido dentro de
ella, la ha sentido crecer dentro de ella, ha vivido para ella, la ha dado a
luz. Exactamente igual sufro y me alegro yo (hace ya mucho de esto último) por
mi obra, que es criatura mía. Sufro por
los desprecios, olvidos y mentiras que algunas personas le hacen. Como que es mi libro carne de mi carne.
111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS (Es bien
fácil pedírmelo y recibirlo, va). Las historias de un hombre, más sensible que
patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos
perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres
magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en
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