LIGONES Y LIGONAS, MIRONES Y MIRONAS

 

   Cuando trabajaba en mis libros, que abordan bastante el mundo de la noche en los antros, tuve que estudiármelos casi como un zoólogo a sus bichos. Como escribíamos ayer, los ligones/as, como los Ricos con los dineros, ligan hoy más que nunca, en detrimento de los feúchos, claro, encantadas sus normalitas víctimas –esto es lo nuevo- de poner un ligón/a en su noche, por más que este/a a la mañana siguiente de ellos/as passe total, y qué importa, a quién le amarga un dulce, se piensa hoy. A veces también, pero -conocen sus mismas armas- normalmente entre sí no se ligan: satisface más a su ego conquistador el agenciarse presas más… inocentes diríamos (por lo demás, ya lo he dicho, encantadas ahora en su papel de víctimas). Y vi que son quedones. Que trabajan de entrada con la mirada, vamos. Que fijan la mirada en la “víctima” para con ella atraparlas. Si los demás miramos a las personas, qué se yo, durante medio segundo, ellos/as, a quienes les interesan, les miran el triple. Todo lo dicen ya con los ojos. Miran y miran. Se te quedan mirando. Uno de ellos una vez me confesó… “esta cabrona no me mira… así yo no puedo hacer nada, que la den”. Pero qué idiotas son, pensaba al observarles contumaces en sus miraditas quedonas.  

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