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miércoles, 25 de julio de 2012

Oswaldo Payá,el accidente y Cayo Lara, uno más



     
 Murió Oswaldo Payá, uno de los líderes de la disidencia cubana, en un dudoso accidente automovilístico, de esos que vemos en las películas de gángsteres. Vale, pero que parezca un accidente. Murió Oswaldo Payá, el Premio Andrei Sajarov a los Derechos Humanos del Parlamento Europeo, el candidato oficial en varias ocasiones al Nobel de la Paz, el Vice-Presidente de Honor de la Internacional Demócrata de Centro. El PSOE se negó a firmar una aséptica declaración del pleno del Congreso en apoyo a lo que Payá ha significado. Ah, aquellos tiempos en que el Canciller Moratinos compartía face to face los partidos del Mundial con el Déspota Raúl.
     Murió hace unos meses en un hospital de La Habana Laura Pollán, otra tenaz luchadora contra la Tiranosauria Dictadura castrista, que celebra 53 años ya de siniestro avasallamiento a una sociedad lobotomizada. Murió antes en las mazmorras castristas Orlando Zapata, a quien el heroico Willy Toledo ofrecióse en persona para además escupirle aún caliente en la tumba.
    
  Llega ahora Cayo Lara, coordinador general de Izquierda Unida, ante la extraña muerte de Oswaldo Payá. Podría haberse simplemente callado. Qué va. Pista, que va el humanista Artista: “Se trata de un fallecido más de los muchos que se están matando cada día en las carreteras. Para nosotros no merece más comentario”. Y como en los dibujos de Walt Disney, eso es todo, viejos. ¿Eso es todo, Don Cayo? ¿Sabe? De aquel anónimo chino que se puso delante del tanque en la Plaza de Tiananmen podría usted decir lo mismo.
    Se trata, eso es verdad, de un perseguido más por esa Tiranía que usted tanto defiende. Sólo que en Payá se concitaban además, y desde hace muchos años, las esperanzas de miles de cubanos represaliados y deseosos de respirar la libertad, para que le quiera usted pasaportar tan sumariamente. Además, don Cayo, que ha introducido Usted subrepticiamente, de matute, ese “nosotros” tan característico del leninismo burocrático, por el que la voz de martillo del Líder resume la de todos. Resume y a la perfección ahoga, pues está aún por escucharse la más mínima disensión a su “veredicto final”  sobre Payá entre los comandantones de su formación, o entre los transgresores líderes de la Intelectualidad, tan amantes ellos de la Libertad y de la Fraternidad, que abajofirman salivantes cuantos manifiestos su organización les propone.  
      Con todo, quiéralo usted o no, el ejemplo humano de Oswaldo Payá para la conquista de la democracia en Cuba es ya imborrable, y el suyo, Don Cayo, ciertamente también ya lo es: Usted sí que es uno más.  


Post/post: gracias a Mónica, a MAMUMA, a Juan Carlos, a Lobo Solitario, a NVBallesteros por punsetear conmigo, por bloggear ayer a mi lado, GRACIAS.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Willy Toledo, un libro, un árbol, un hijo


     
      Cuando Orlando Zapata, pobre y negro, murió en las sórdidas mazmorras castristas, Willy Toledo, ese insigne pensador que asegura que “Stéphane Hessel es un democristiano, yo soy un rojo” (Público 18-10-2011) y que “el Estado cubano es un modelo a seguir” (Público 1-3-2010), sintió sobre sí la obligación de, repicando la consigna castrista, escupir sobre su cadáver aún caliente: “Zapata no era más que un delincuente común”. Se ha echado de menos ahora, en la muerte de Laura Pollán, el escupitajo toledano de entonces: “la gran mayoría de los presuntos disidentes encarcelados en Cuba son terroristas”. ¿Dónde está Willy?, pensé.
     Estaba, a lo que se ve, ultimando su libro, “Razones para la rebeldía”, que en estos días se presenta. Con aparatoso ditirambo le entrevistaba el pasado domingo a ese propósito Isabel Gemio, esa Pasionaria reverdecida que guarda siempre una carta para ti, en Onda Cero. ¿Ha escrito Willy T un libro? Eso, a tenor de la publicidad, pareciera. Pero no, el libro sólo recoge el contenido de unas entrevistas que llevó a cabo Willy T con un reportero, que permiten eso sí explayarse a placer a inteligencia tan extrema como humanísima. Se lo publica Ediciones Península, una editora de culto nacida en 1962, que desde 2006 pertenece al grupo Planeta, dueño también de Onda Cero.
      
     Tiene que resultar acongojante eso, que te digas… hum, me apetece ahora “escribir” un libro, y le voilá, tener ahí a las editoriales a tus órdenes, al dictado de tu capricho, negro incluido, y más acongojante aún si es el caso, como el del presente toledano, de un libro que propugna el abierto enterramiento –los requetesobados tópicazos comunistas- de esta podrida sociedad aniquiladora, la que esas mismas editoriales representan, mientras miles y miles de anónimos facciosos liberales no ven manera de dar luz a sus íntimos desvelos, o sea,  esa flagrante y básica desigualdad de oportunidades tan indignante, sí.
     Sí le ha de haber servido la buena “obra” a Willy T para de una sola tacada, tres en uno, colmar de razones la propia experiencia vital, esa que el célebre dicho popular cifra en escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. Bueno, aunque sólo a medias y en chapuza sea, como en una de esas bufas comedietas que tan de oro le hicieron al señor: ¿escribir un libro? trátase sólo de la reproducción, hecha por otro, de unas entrevistas; ¿plantar un árbol? un pino lo que en todo caso Willy T plantó, pues, cómo calificar si no su encendida reclamación de la inmediata libertad de… Otegui,IMPRESCINDIBLE para llegar de una puñetera vez a conseguir la PAZ en el País Vasco”. Luego dicen que nadie es en la vida imprescindible. Eso es rendir culto a la personalidad y lo demás cuentos prochinos  ¿Y el Hijo?
     Hízose carne la criatura en la presentación de la obra toledana en San Sebastián: ¡el vástago de Otegui! apadrinó el fruto escrito de Willy T, y de lo lindo fotografióse orondo y lirondo junto a él, como prestando testimonio de la continuidad de algunas especies, y no se sabía ya bien del todo en aquel cafarnaum si era a Willy, a Otegui, al niño de sus ojos, o a los no nacionalistas en el País Vasco, esa otra estirpe condenada a otros forrenta años de exilio y soledad, a quien había ya que allí liberar. ¿Razones para la rebeldía? Ya te digo, Willy T.    

domingo, 16 de octubre de 2011

Murió Laura Pollán, la dictadura castrista dura


   
     Murió el viernes en La Habana esta mujer de 63 años, Laura Pollán, tenaz y corajuda disidente frente a la tiranosauria dictadura castrista, que suma 52 años ya de siniestro avasallamiento sobre una sociedad lobotomizada. Era sólo  una profesora de matemáticas. Era una contrarrevolucionaria, claro. Un gusano, en la humanista terminología revolucionaria. Encarcelaron en mazmorras a su marido. Desafió al miedo y a la represión. Soportó día tras día el hostigamiento, el acoso y los golpes de los sayones castristas. Aguantó sin pestañear los bárbaros mítines de repulsa que el Régimen le montaba para dinamitar sus actos. Luchó hasta enfermar, mientras nuestro heroico y orondo canciller Moratinos veía la final del Mundial junto a Raúl Castro,  por la libertad y por la democracia para los cubanos, allá donde éstas se hallan de verdad perseguidas y trituradas.
     Pienso en la tonelada de pósters, de canciones, poemas, películas, documentales, viñetas, artículos, post, entradas y entradillas que de ella no hubiera fabricado la izquierda bienpensante que hegemoniza la industria cultural de los países capitalistas. Señor Hessel, señor Hessel, ya sabemos que admira mucho usted a Zapatero, pero por favor, ¿sobre Laura Pollán tiene algún panfletillo que soltarnos?
    A Laura, como al 99% de los millones de víctimas del colectivismo se la tragarán atroces el silencio y el olvido.